Legado hasta la última pelea
Legado hasta el último enemigo
Legado hasta la última hora
Legado hasta la última bala
Legado hasta el último aliento
Legado hasta la última Esperanza ⚜️
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En Nueva Orleans, los cuerpos no se pueden enterrar. En cambio, en cajas sobre el suelo, los muertos se apilan. Cuando un hombre fallece, la tumba de su familia se abre. Los huesos viejos se apartan para dejar espacio a los restos frescos. Los linajes se pudren, enredados.
Las casas también son así. Capa sobre capa de pintura descascarada, ocultando pequeñas tragedias. Marcas de quemaduras de incendios. Líneas de flotación en papel tapiz. Estas son las tumbas de los vivos, donde nos pudrimos junto con los recuerdos de nuestros muertos. Llenos de gente a la que hemos fallado y de aquellos que nos han fallado, nos vemos obligados a luchar con aquellos a quienes amamos.
De hecho, no había nada en New Orleans o en la vida en general que pudieran sorprenderla más; lo había visto todo o casi todo como para realmente sentir la piel de gallina. Era normal que cada vez que lograban una victoria, una tragedia la precedía. Y era sabido que luego de una tragedia, algo inexplicable atacaba a su familia. Era una triada que nunca fallaba.
Los días posteriores al memorial, el clima comenzó a transformarse en una tempestad incontrolable. El primer día, los días cálidos fueron reemplazados por un frío impensable en aquella zona del país; casi parecía un clima invernal propio de la Antártida. El segundo día, los cielos se abrieron dejando paso a una copiosa y larga tormenta que derribó postes de luz y causó problemas en todas las calles de la ciudad. Pero el tercer día, el tercer día parecía la cúspide del fin del mundo; un tsunami había brotado desde el océano Atlántico, dirigiendo olas enormes que colmaron playas y se aventuraron hacia el concreto.
La ciudad era un verdadero caos.
— ¿Dónde estás Klaus? — exclamó Lexi entre dientes mientras volvía a empezar todo el proceso para buscarlo por la ciudad; ya había perdido la cuenta de cuantas veces había hecho el hechizo.
La sangre de movilizaba por el mapa, pero nunca avanzaba más que unos kilómetros y luego el rastro se perdía. Lexi gritó con frustración mientras lanzaba todo al suelo.
Necesitaba encontrar a Klaus y mandarlo lo más lejos posible de Hope para evitar que la profecía se cumpliese.
Afuera, un rayo centelló y las paredes del ático temblaron como papel.
Había estado intentando contactarlo por días, pero Klaus estaba perdido en acción, sin dejar rastros ni siquiera dignándose a contestar a sus cientos de llamadas.
