Legado hasta la última pelea
Legado hasta el último enemigo
Legado hasta la última hora
Legado hasta la última bala
Legado hasta el último aliento
Legado hasta la última Esperanza ⚜️
«Que nadie entre en pánico cuando las cosas van "de acuerdo al plan", incluso cuando el plan es terrible»
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Había sido una lucha convencer a Wes de entrar a la tina, pero lo que resultaba peor era convencerlo para salir; disfrutaba del agua tibia y la espuma, alzando los brazos y sacudiéndolos con brío.
—Pero, ¡mamá! — protestó, cruzado de brazos y de pie en la cama, mientras Thalía le frotaba una toalla en la cabeza, absorbiendo la humedad de su cabello.
—¿Acaso deseas perderte el desayuno? —
Klaus no había mentido cuando, literalmente, había comprado la pastelería y había hecho traer a la casa bandejas y bandejas con pastelillos, a modo de recompensa por el heroico acto de sus hijos para salvarlo. — Hope ya está abajo y pronto empezará sin ti. — Wes no había objetado y había dejado de quejarse. Sobre la cama, se encontraba la ropa que usaría con él por lo que cambiarlo no le llevó más que un par de minutos.
—¿Y cuándo empezaré con la tía Freya? — preguntó Wes exaltado mientras se balanceaba a los lados del corredor, colgado de los dedos de su madre; sus rizos comenzaban a formarse lentamente, adoptando su habitual color cobrizo.
—Pronto, espero, — a pesar de haber demostrado que la magia estaba en su interior, la regla de utilizar el brazalete se había intensificado el doble que antes; aún era pequeño como para entender que es lo que estaba pasando y Thalía deseaba que Hope también lo entiende.
En el patio, Klaus había destinado una mesa para las tantísimas bandejas y había preparado todo para el desayuno. A su lado, Hope lo asistía trayendo las últimas cucharas a la mesa.
—¿Y Hayley? — preguntó Wes, trepando sobre una silla y sentándose sobre sus rodillas mientras apoyaba los codos sobre la mesa.
—Aun duerme, igual que Elijah, — respondió Klaus, aproximándose y besándole la cabeza mientras colocaba una taza plástica frente a él. — Y creí que lo correcto era dejarlos descansar. — se aproximó a Thalía, dándole un suave beso en los labios.
—Estaba pensando lo mismo, — murmuró, ocupando lugar junto a Wes.
—Bueno, Freya tampoco está; así que supongo que sólo seremos nosotros. —
—¿Y todo esto será para nosotros? — preguntó Hope, señalando las pilas de pastelillos que habían traído esa mañana; aún estaban tibios y emanaban un dulce aroma a almíbar.
—Claro que sí, por supuesto, no se comerán todos, pero sí los suficientes como para que se llenen hasta el almuerzo, — contestó Klaus, sentándose a su lado. — Ten, quiero que pruebes este. — de la abultada pila, sacó un pastelillo cubierto con azúcar impalpable y el cual se lo entregó a Hope, quién no dudó en tomarlo y darle un gran mordisco.
