Legado hasta la última pelea
Legado hasta el último enemigo
Legado hasta la última hora
Legado hasta la última bala
Legado hasta el último aliento
Legado hasta la última Esperanza ⚜️
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El corazón aun palpitaba entre sus dedos; el hechizo aún lo mantenía con vida.
La impresión de aquella imagen hizo que su propio corazón se parase, disminuyendo sus latidos, siendo apenas un leve tambor resonando en un vasto silencio.
— Wes... —
El corazón resbaló de sus dedos y un agudo y afilado alarido emergió desde lo más profundo de su pecho mientras un explosivo dolor se apoderó de cada uno de sus miembros.
— ¡Wes! — exclamó su padre colocándose de rodillas junto a él mientras plantaba una mano sobre sus hombros, — ¿me escuchas? —
El dolor parecía molerle los huesos; los oía crujir. Nuevamente, un chillido emergió de su pecho mientras caía sobre sus manos. Las encías le ardían y un gruñido escapó por sus labios.
— Wes, hijo, — su padre acunó su rostro entre sus manos, — esto dolerá, ¿sí? Pero necesito que te concentres; qué canalices todo ese dolor y lo uses para concluir la transformación.
Intentaba concentrarse en sus palabras, pero el lobo estaba rompiendo cada una de sus estructuras anatómicas para liberarse.
— Esto puede tomar horas si te resistes, — insistió, — pero será rápido sí lo dejas entrar, si permites que te consuma por completo. De esa forma, ya no podrá romperte. —
Una vez más, su padre le sujetó el rostro. Sus huesos estaban estirándose bajo sus manos.
— Eso es, no te resistas. Sé que quieres, pero no puedes detenerlo, y cuanto más te resistas será peor. ¡Mírame! — había cerrado los ojos, pero volvió a abrirlos y miró a su padre fijamente; sus ojos brillaban con un amarillo intenso incandescente. — Déjala marchar. Déjala marchar.
Se refería a su «humanidad».
Tenía que dejar el cuerpo que había tenido durante toda su vida. No era sencillo. Era el único que había conocido. Y se estaba esfumando conforme la transformación avanzaba.
Finalmente, el grito que había estado creciendo en su interior salió. Aquella nota de agonía a pleno pulmón resonó a su alrededor y ascendió al cielo. Cuando el aliento lo abandonó, emitió un gemido. Un gemido de lobo. Se apartó de su padre y cayó hacia delante, abrazándose el vientre y respirando con resuellos.
