Legado hasta la última pelea
Legado hasta el último enemigo
Legado hasta la última hora
Legado hasta la última bala
Legado hasta el último aliento
Legado hasta la última Esperanza ⚜️
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Había esperado la llamada todo el día, y llegada la noche, ya en la cama, seguía esperando por ella.
La pantalla de su teléfono marcaba las doce y cuarto; Tobías ya se encontraba durmiendo y parecía que nada perturbaba su sueño. Había sido un día largo; habían tenido un examen sorpresa y los resultados no habían sido muy buenos.
Pero, aun así, Tobías dormía tranquilamente.
Rodó en la cama, aferrándose a las gruesas cobijas y con el teléfono en mano.
Su mamá nunca rompía sus promesas y estaba seguro de que lo llamaría.
No quería cerrar los ojos; había escuchado murmullos todo el día, y parecía que él sólo era capaz de oírlos. Ya las había escuchado antes, cuando era pequeño, y había sido cuando el Hollow se había apoderado del cuerpo de Hope.
Hope.
Ella no lo había llamado desde que su suspensión había comenzado. Había intentado llamarla, pero ella no le había contestado ni una de sus llamadas.
Con molestia, dejó el teléfono sobre la mesa de luz y se recostó boca arriba, fijando la vista en el techo.
Había sido un día terrible y parecía no tener fin.
Una brillante luz iluminó el dormitorio y Wes, más molesto que antes, se preguntó que podría ser ahora; en la cama continua, escuchó a Tobías protestar, mientras se cubría la cabeza.
Wes se reincorporó, notando que la pantalla del televisor estaba encendida. Pero no había imágenes nítidas, sólo una cortina de lluvia gris que emitía un tenue zumbido.
Bajó de la cama, calzándose las pantuflas y buscando el control, pero no recordaba exactamente dónde lo había dejado; quiso despertar a su compañero, pero temió que este le revolease una almohada como represalia.
Era un televisor viejo, de esos que uno creería ver en un museo, o en la casa de algún anciano, por lo que tenía perillas que funcionaban igual que un control remoto.
Extendió el brazo para girar la perilla, cuando uno de los zumbidos pareció susurrar su nombre.
Wes retrocedió hasta que sus piernas chocaron contra el baúl que estaba a los pies de su cama. En un principio creyó que estaba loco, pero volvió a escucharlo tan claramente como al principio; giró la cabeza para ver si Tobías estaba despierto, pero éste estaba tan dormido como hacía dos minutos.
