Legado hasta la última pelea
Legado hasta el último enemigo
Legado hasta la última hora
Legado hasta la última bala
Legado hasta el último aliento
Legado hasta la última Esperanza ⚜️
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EL DÍA previo de la desaparición de Thalía, había sido tan normal como cualquier otro día en los últimos siete años. Aunque normal, era un término relativo en la ciudad de Nueva Orleans.
― ¡Hola, mamá! ― exclamó Wes, al otro lado de la pantalla de su teléfono; Thalía le sonrió, mordiéndose el labio.
― Hola, mi cielo. No sabes las ganas que tenía de hablar contigo, ― dijo. Mientras caminaba calle abajo en dirección al bar dónde aguardaban los demás, ― dime, ¿cómo te está yendo el día? ―
Un poco se perdió la señal y la imagen de Wes quedó congelada apenas unos segundos antes de volver a retomar el movimiento.
― Bastante bien; tuvimos dos horas aburridas de historia, pero por suerte después tuvimos el almuerzo. ―
― Me alegro mucho, amor, ¿y Hope? ― preguntó. ― La he llamado en la mañana, pero no ha contestado. ―
Al otro lado, Wes se encogió de hombros, mientras se aflojaba el cuello de la corbata.
― No lo sé, ma, no la he visto desde el desayuno. ― respondió. ― Y Lexi dice que se saltó la última hora de clases. ―
Thalía suspiró, cerrando los ojos. Hope estaba en la etapa dónde se volvía un poco más complicada de controlar; a sus quince años, ya no era una niña y la distancia no hacía las cosas fáciles.
― ¿Me llamarás si se ha metido en problemas? ―
― Ay, ma, ― suspiró Wes, ― ¿no me convertiría eso en un soplón? ―
― Sí te hace sentir mejor, le he pedido lo mismo a tu hermana en caso de que te metas en problemas, ― repuso Thalía, encogiéndose de hombros.
Wes bufó y asintió. ― De acuerdo, te llamaré si Hope se mete en problemas. ―
― Gracias, mi rey, ― al otro lado de la línea, el ruido de una puerta abriéndose se escuchó y voces resonaron en el interior de la habitación.
― Ma, debo irme; te llamaré en la noche. ― anunció Wes, reincorporándose en su cama. ― Te quiero, ¡adiós! ― Thalía no llegó a responderle, que Wes ya había cortado la llamada.
― Te quiero más. ― sonrió, guardando su teléfono en el bolsillo de su vestido.
Siete años habían transcurrido desde la última vez que había visto a su familia completa. Y no había día que no rememorase aquel momento una y otra vez en su cabeza. Y el transcurso de los años no habían sido fáciles; había sido complicado tener que explicarles a los niños el motivo porque su familia, con la que apenas habían convivido unos días, había vuelto a desaparecer.
