Su piel perleada por el sudor, su respiración agitada y sus manos echas puños apretando las sábanas.
Un grito más seguido de un llanto se escuchó, rápidamente el pálido entro a la habitación viendo a Hoseok sentado y llorando mirando a la nada.-Hey, ¿Qué sucede?
Se hacerlo a él, Hoseok pudo percibir el olor a un omega en la ropa de Yoongi, miro su cuello con aquel moretón rojo, era mentira, solo le mintió y prometió cosas que no hiba a cumplir, secó sus lágrimas, se puso de pié y negó.
-No fue nada -Tomo su bata- saldré un rato, necesito aire.
Entro al baño, para mojarse la cara, su tranquilidad había vuelto, pero era estar pisando un lugar desconocido para el omega.
Un mes había pasado, la terapia de Hoseok era pesada y más cuando repentinamente Yoongi desaparecía, odiaba haber confiado en sus palabras, pero eso le ayudaba para superarse, para comprender que él era suficiente para si mismo, escucho como el pálido se retiró de su habitación, saco su mejor vestuario y salió de casa.
Las calles oscuras dibujando un tunúe aura triste le indicaba que algo malo hiba pasar, se detuvo en una tienda departamental que aún seguía abierta, entro a dicha tienda y se dejó llevar tocando todo tipo de telas, pero algo lo hizo detenerse.
-¿Hoseok? -Hablo un chico- ¿Jung Hoseok?
El chico pelinegro le miro, sus ojos se agrandaron y observo esa perfecta mirada de ojos azules, aquel sutil perfume y que decir de aquellas manos que intentaron tocarle, rápido avanzo dos pasos atrás.
-Lo siento yo...
-Tú cabello -Dijo el chico- cambió de color.
Hoseok lo toco, y recordó que su cabello era extraño, un sutil rojo seguido de unos cuantos toques dorados, era extraño para muchos, por eso decidió pintarcelo negro.
-Te extrañe.
Su voz, aquella voz grabé le estaba haciendo perder la cabeza, quería abrazarle, quería besarlo, quería decirle que lo extraño pero en vez de hacerlo algo más marco la línea.
-Estoy casado.
El beta río bajo, parecía algo triste al saber la respuesta pero pronto aquellos ojos azules volvieron a clavarse en los suyos.
-Lo sé -Se acerco un poco- y también sé que me extrañas te.
Los ojos grandes de Hoseok y aquel acto de relamer sus labios fue lo que detonó aquel tenso ambiente.
-¿Me extrañas te?
El sutil toque hizo que se derritiera en segundos, unos segundos que quiso nunca acabar.