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El matrimonio es algo sagrado, algo con lo cuál no se juega, pero su cara demostraba tristeza, su sonrisa se había borrado y ahora lucía un traje blanco de marca, era algo que el no sentía suyo, sentía que todo él fue robado como un ratón roba un queso.

Hoseok miro una última vez su capa de vino, Yoongi reía y comentaba con todos, pero el parecía estar alejados de los invitados, el joven alfa se acerco al Omega y le tomo de la cintura acercándose a su oído susurrando le.

-Escucha bien, solo aguantemos tres años, no es mucho, ahora sonríe y finge que todo está de maravilla.

Yoongi sonrió, mientras que Hoseok casi soltó un grito al recibir un pellizco del pálido, con más que fuerza se forzó a sonreír en la fiesta, fotos por aquí, regalos por allá y sonrisas por dónde sea, Hoseok no quería esto.

Era de noche, ambos se encontraban en la gran mansión que había sido comprada por ambas familias y decorada al gusto de cada uno, claro, a Hoseok nunca le gustó una casa tan grande, el solo soñaba con escapar con su primer amor, pero no todo resultó cómo él lo pensó.

-Escucha, es la primera noche que compartiremos juntos, así que, tú dormirás en la habitación principal y yo en una de visitas.

Hoseok solo asintió, se sentía tan estúpido consigo mismo, aún recuerda los bellos relatos que su nana le contaba antes de dormir, aún recuerda la felicidad que le daba hablar sobre una boda, pero era triste pensar que ahora estaría ahí, sin sentir amor o ser amado por el ahora su esposo.

Al entrar a aquella habitación lo único que pudo hacer fue derrumbarse a llorar, era el inicio de algo fatal, algo que no tendría un bonito final como los cuentos de adas.

Shhh (Sope)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora