Capítulo 38

250 62 71
                                    

―Me alegra mucho que hayas vuelto, pensé que ya no lo harías ―miro avergonzada a la señora O'Donnell.

Si bien no es normal faltar varios días a tu trabajo, pero no me sentía del todo cómoda, además tenía asuntos familiares qué atender.

Luego de la fiesta papá y David han estado más animados y atentos conmigo, estamos trabajando en conocernos y llevar la paz.

Yo por mi parte sigo trabajando en sanar mis heridas, no ha sido fácil; hasta he pensado que no lo lograré.

Los pensamientos negativos que rondan por mi cabeza se niegan a dejarme tranquila, sin embargo, he puesto más esfuerzo en ello para ganarles la guerra.

―Lo siento mucho, no volverá a suceder ―mascullé, mientras me acomodaba en el sofá.

―Tranquila ―me sonríe y luego se va hacia la planta de arriba.

Al menos no me ha regañado. El pequeño Adam está durmiendo, lo que se deduce que estoy aburrida y sin nada qué hacer.

Excepto seguir preparando mi historia, la maestra Sallow ya nos pidió un borrador para ver cómo vamos y debo entregar eso a tiempo.

―Lisa, ¿podemos hablar? ―levanto la vista y me encuentro con el bicho raro.

Oh cierto.

Ya había olvidado que teníamos una conversación pendiente.

Pero la cuestión es, ¿de qué quiere hablar conmigo?

―Claro ―contesté.

Me incorporo y lo sigo hasta que llegamos al jardín, el día está bastante soleado y sopla una brisa fresca. Nos sentamos en las bancas que están ahí y juntos disfrutamos del cantar de los pajaritos.

¿Quién lo diría? Jamás pensé que entre Alex y yo ocurriera esta amistad.

Antes no lo soportaba debido a mis problemas internos, ¿sabían que podemos llegar a herir a personas cuando ciertas cosas nos afectan y buscamos un culpable en otro lado?

Pues eso me pasó, por lo de mi padre me ponía tan a la defensiva con él que terminaba hiriéndolo a propósito, yo sabía que estaba mal, pero ¿qué podían esperar de alguien que lo único que tiene en su interior es odio, dolor y resentimiento?

De lo que hay en tu corazón eso mismo vas a proyectar a los demás.

Lástima que lo aprendí un poco tarde.

―Nunca le he dicho a nadie lo que pasó el día de la muerte de mi hermana ―dijo, sacándome de mis pensamientos―. Solo a mi psicóloga, pero hoy quiero decírtelo a ti.

Lo miro extrañada.

―¿A mí por qué?

―Porque siento que de alguna manera tú y yo conectamos y que puedo confiar en ti ―confesó.

―Entonces ten la libertad de contarme.

Suspira profundo y clava su vista en aquel jardín.

―El día de esa tragedia yo no estaba en casa.

¿Qué?

―¿Ah no?

―No. Había salido a la casa de unos amigos a jugar, mamá y papá sí estaban, pero ellos tuvieron que salir.

―¿Entonces a tu hermana la dejaron sola en esta enorme mansión? ―inquiero.

Es una locura, si hasta a mí me da cierto temor andar por esta casa, no me imagino a una niña vagando sola por aquí.

Quiero Vivir ✅ A LA VENTA EN AMAZON✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora