Capítulo 11

458 122 47
                                    

Oliver.

¿Han sentido ese malestar donde sientes que te vas deteriorando poco a poco?

No se hasta cuando seguiré cargando con esta culpa; me duele, me atormenta, me quema y mi conciencia no deja de recordarme que lo que pasó fue por mi culpa. Debí haber dicho que no, no debí ceder, ahora él ya no está.

¿Cómo decirle a su familia que todo fue por mi causa?

Algo me está desgarrando por dentro.

¿Cómo puede un ser tan despreciable como yo, actuar como que nada pasa?

No encuentro la fuerza para comer, no duermo, no salgo y no he vuelto a la Universidad. Nadie volverá a preocuparse por mí como lo hizo él, nadie volverá a distraerme cuando sienta la ausencia de mis padres.

¿Qué es lo que se hace cuándo ya no tienes a la única persona que de verdad le importabas?

Más que un amigo, perdí a un hermano.

¿Quién va a asegurarse de que no me falta nada?

¿Y quién será mi soporte ahora?

No me queda nada. No me queda nadie.

Me encuentro solo en este mundo, sin consuelo y con la soledad arropandome a cada instante.

La única persona que me quedaba, ahora ya no está y todo se debe a mí.

Uno de los peores sentimientos que una persona puede sentir es el peso de la culpa, porque uno se va apagando poco a poco, nos vamos alejando, no nos atrevemos a mirar a la persona, algo pesa en nuestro interior y un dolor asfixiante se va instalando en nuestro pecho. Es un sentir que si no lo resuelves pronto, se va prolongando por un tiempo indefinido.

Necesito hablar con alguien, no puedo seguir así.

Puede que tenga más amigos aparte de él, pero realmente con quien llegué a tener esa conexión, esa complicidad y confianza fue con él.

Marco el número de William, uno de nuestros amigos. Al tercer tono contesta.

—¿Al fin la princesa decidió salir de su castillo? —es lo primero que dice al descolgar.

—Déjate de bromas —ruedo los ojos, consciente de que no puede verme.

—¿Y ese milagro que me llamas? ¿Nos vamos a la disco y recién me entero? —preguntó con un notable entusiasmo.

—No, necesito que hablemos sobre algo importante, no puedo seguir cargando con esto —digo, sintiéndome angustiado nuevamente.

—¿Con las drogas? Pensé que ya te la habías consumido —contesta en un tono burlesco.

—¿De qué demonios hablas? Estoy hablando en serio —respondí, comenzando a cabrearme.

—Pero que humor de perros te cargas, ¿de qué se trata?

—De Adrián —dije secamente.

Silencio.

No se escuchaba nada del otro lado de la línea.

Me despegué el teléfono para saber si se había cortado la llamada, pero no, los minutos seguían corriendo.

—¿Estás ahí William? —pregunté con mi ceño fruncido.

—A las ocho en mi casa —y colgó.

Sé que por más idiota que sea Will le sigue afectando la muerte de Adrián.

A todos nos afectó de alguna manera, fue algo totalmente repentino. Era una persona llena de vida pero también lleno de problemas.

Lo que más me duele fue que nunca le di las gracias por todo lo que hizo por mi, me trató como un hermano más, me hizo parte de su familia sin pedirselo, estuvo ahí cuando mis padres fallecieron, siempre apoyándome y se fue sin decir adiós.

Quiero Vivir ✅ A LA VENTA EN AMAZON✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora