Capítulo 16

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¿Suicidio o accidente?

Esa era la principal pregunta que nosotros nos hacíamos.

¿Por qué Adrián no dijo nada? Bueno, tampoco era que en nuestra familia nos diéramos tanta importancia.

Pero joder, era cáncer; una enfermedad que te va destruyendo por dentro si no haces algo a tiempo.

¿Y si él tuvo la oportunidad de salvarse? ¿Y si no era terminal?

¿Realmente se quería suicidar para no lidiar con todo ese problema?

Definitivamente se ha sumado otro familiar a la lista de los que sufren de cáncer.

Lo peor de todo esto, es que hay muchas preguntas pero la persona que podría responderlas no está.

—Yo no debí dejar que se la llevara sabiendo lo que tenía y que posiblemente haría, pero no sabía qué hacer, estaba en shock porque no podía procesar que mi amigo tuviera eso y que probablemente también lo perdería...

Oliver seguía parloteando y echandose toda la culpa.

Ciertamente él tenía parte de ella, pero para nadie es un secreto que no sabía manejar las malas noticias, mucho menos una como esa.

—Pero luego llegó el primer día y me acordé que los frenos no estaban funcionando como deberían —continuó—. Intenté llamarlo, pero no me contestó, seguro pensó que le pediría la moto de regreso; pero solo quería advertirle que no era buena idea y que había que revisarla.

Me quedo de pie observando la escena, Will discute con él pero por lo visto no está notando que cada palabra está destruyendo a su amigo; él se culpa por no haber confesado las cosas a tiempo, pero si nos ponemos a pensar no era su secreto para contar, tampoco era certero de que mi hermano se quería suicidar.

Lo de los frenos solo fue un problema que se agregó a la lista, pero no significa que él no intentó advertir.

No tiene sentido buscar respuestas donde obviamente no las encontraremos.

—Hey —poso mi vista en Oliver, quien me mira con los ojos lagrimosos—. Por más que quiera decirte que dejes de culparte estoy segura de que seguirás haciéndolo. Sea tu culpa o no, tú no sabías qué era realmente lo que quería hacer Adrián; el destino a veces es jodido pero hay cosas que uno no puede controlar y esta fue una de ellas. Quiero que te quedes tranquilo, si necesitas buscar ayuda profesional puedes hacerlo, pero no caigas en algo peor, tómate unos días, llora, grita, sal de aquí, relájate y haz lo que tengas que hacer para poder sobrellevar esta pérdida, pero eso si, no vayas a cometer una locura. Pero que te quede bien claro, no fue tu culpa; ya sea que lo aceptes hoy, mañana, en algunos meses e incluso años, pero que conste, ya es tu decisión, la vida sigue, sea buena o mala, pero sigue.

—Gracias, pero no creo que eso vaya a funci...

—Cállate, ya te dije lo que tienes que hacer —rodé los ojos y me dirigí al rubio—. Ahora tú, ¿no te da vergüenza tratar así a tu amigo?, ¿o es que tienes que hacerlo sentir mal para tú poder sentirte bien?, estoy cansada de toda tu mierda, si no sabes ser un amigo que apoya, ¿entonces para qué brindas tu amistad?

—A ti qué te importa. El problema es que ustedes son demasiados sentimentales y no quieren usar la cabeza para decir la verdad tal cual —espetó.

—Claro, porque todos debemos actuar como usted, disculpeme su majestad —mi voz cargada de sarcasmo era bastante notable.

No entiendo cómo mis hermanos y Oliver podían ser amigos de este idiota, ¿qué se le puede sacar de bueno a Will?, porque a mi parecer nada.

En una situación como esta era donde él debía mostrar lealtad, compasión y hacele entender a su amigo que él estaba ahí por si lo necesitaba.

Pero ajá, era más fácil señalarlo y juzgarlo, sin ni siquiera sopesar la idea de qué hubiera pasado si el que estaba en esa situación era él y no Oliver.

Tomé mis cosas y me dirigí hacia la puerta, ya no tenía nada que hacer en aquel lugar, sin embargo, me acordé de algo.

—¿De casualidad ustedes saben si Adrián escribió una carta?

—¿Una carta? —preguntó Oliver, visiblemente desconcertado.

—No tengo idea —dijo Will, encogiéndose de hombros.

Entonces la idea de que uno de ellos supiera algo queda totalmente descartada, ¿pero quién puso aquello en mi habitación?, ¿mamá?, eso lo dudaba porque lo más probable es que me lo entregara ella misma.

Suspiré resignada, me despedí de los chicos y me marché.

Mi reloj marcaba las siete y media, pero todavía no quería llegar a casa, necesitaba despejarme un poco. Últimamente mi vida ha estado en un sube y baja, eso me estresa demasiado y debía relajarme.

Me encamino hacia una cafetería que está en la parte central de la ciudad, los Ángeles California era un sitio hermoso, con unas grandes vistas, las mejores tiendas, parques de diversiones para todas las edades y el constante bullicio de las personas que transitaban por allí.

Llego a mi destino y me siento en una de las sillas que está cerca de la ventana, el lugar era bastante acogedor, parecía una pequeña cabaña, la madera en color caoba hacía que tuviera más brillo aquella cafetería y adornos de navidad aún se apreciaban en sus paredes; aunque estábamos en enero, muchos aún no retiraban sus decoraciones de diciembre.

Una chica bastante bajita y con una libreta se acerca a mi.

—Buenas noches, ¿qué desea comer o beber? —murmuró. Apenas entendí lo que quiso decir, por la forma en que trataba de ocultar su rostro con su cabello rojo, me dio la sensación de que era bastante tímida.

—Un sándwich y un refresco estaría bien...

—Que sean dos sándwich y dos refrescos, por favor —cierta voz que comenzaba a ser conocida me interrumpió, tomó asiento frente a mí y se encogió de hombros como si eso era algo que hicieramos todos los días.

La chica se quedó ahí parada sin saber que hacer.

—Eso es todo —le hice saber, asintió y luego se marchó.

El pelinegro se quedó en silencio mirándome fijamente, esperaba que me dijera qué se supone hacía allí y peor aún, conmigo.

Desvió su vista hacia la ventana y observó por un largo rato a las personas que caminaban de un lado a otro.

No tenía ánimos de discutir, así que no le dije nada.

—¿Por qué me odias? —su voz me sacó de mi ensoñación.

—No te odio.

—Tu actitud demuestra lo contrario —centró su mirada en mí.

—¿Y eso qué? Soy así con todos, no te sientas especial.

¿Dije que no quería discutir? Pues ya estábamos a un paso de hacerlo.

—No tengo necesidad de sentirme especial.

—Entonces, ¿qué quieres, Alex? —inquirí, cruzandome de brazos.

—Saber porqué me detestas, ya que dices que no me odias —esa fue toda su respuesta.

Comenzaba a cansarme esta situación.

—¿Sabes por qué? Porque justamente tú, tienes algo parecido con el hombre que más odio en esta vida. ¿Tienes la culpa? Pues no, pero a mi lógica le da la jodida gana de parecer que sí. 

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¡Feliz cumpleaños a mí!💕💕

Lo prometido aquí está y es un regalo tanto para mi como para ustedes.

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Pueden seguir leyendo ya que es doble actualización.⏩⏩

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