Capítulo 20

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Narrador omnisciente

El cielo comenzaba a tornarse de un gris que indicaba que pronto iba a llover, sin embargo, esto no pareció importarles a los dos jóvenes que platicaban sobre el sufrimiento que habían tenido a lo largo de sus años.

Alex se encontraba entusiasmado por el simple hecho de que él no era el único que había sufrido, y aunque suene retorcido le agradó conocer a alguien que también sabe lo que es vivir bajo el dolor; se removía en su asiento porque no sabía qué decir a las palabras de aquella chica.

Normalmente evitaba hablar, pero resulta que estaba cansado de hacer silencio y necesitaba retomar su voz una vez más.

En medio de esa conversación su teléfono suena y sin mirar quien era lo coloca en altavoz y responde.

—¿Alex? —aquella voz inundó el auto, provocando que ambos guardaran absoluto silencio.

—¿Quién es? —el chico reconocía esa voz, pero quería estar seguro de que fuera esa persona.

—Te habla la Psicóloga Alice Miller —Alex no sabía qué hacer, le daba vergüenza que su acompañante sepa que veía una psicóloga, pero tampoco podía colgar el teléfono para no quedar como un maleducado.

—¿Qué necesita usted?

—Solo quería recordarte que tienes cita en dos horas, te espero en mi consultorio. Que pases buen día.

Ambos adolescentes se miraron, pero ninguno estaba seguro si continuar la conversación, así que permanecieron callados en todo su trayecto.

Lisa se encontraba en un conflicto interno, no entendía por qué se mostraba vulnerable y en confianza con el chico al que detestaba, aunque ella quería hacerles creer a todo el mundo que así era, realmente todo era una farsa.

Lo que sí detestaba es que él llevara el mismo nombre de su progenitor y que tuviera ciertas acciones similares. Lo único que pensaba era que su acompañante también haría daño a todo lo que estuviera a su paso, pero de eso no estaba del todo segura puesto que ni siquiera lo conocía; aun así, quería autoconvencerse de eso.

La lluvia comenzaba a caer y aunque para muchos era la tarde soñada y que podían compartirla con un chocolate caliente, para Alex era totalmente diferente; odiaba a la lluvia como si esta hubiera hecho un delito o había cometido algo en contra de él.

Cuando finalmente llegaron salió a toda prisa dando un fuerte portazo a su carro y olvidándose por completo que alguien lo acompañaba. Lisa no entendió su cambio, pero tampoco quiso indagar el porqué de esa actitud.

Mientras tanto dentro de la casa, una madre preocupada hace acto de presencia.

—Alex, ¿qué te pasa? —la señora O'Donnell ya no sabía qué hacer para que su hijo vuelva a ser el mismo de antes; y aunque le dolía admitirlo aquel día lo había cambiado por completo.

—No me pasa nada.

—¿Y por qué estás tan alterado?

—¡Dije que no pasa nada! —dicho gritó sobresaltó un poco a su madre, pero no le importó, se encontraba furioso, triste, solo y sin ganas de querer vivir.

Todos esos sentimientos lo embargaban cada vez que el cielo decidía dejar caer su hermosa lluvia. No sabía cómo parar esas sensaciones, pero era algo a lo que ya se encontraba acostumbrado.

Su pequeño hermano temeroso por los gritos que escuchó, se acerca a él y lo toca; pero no obtuvo la reacción que esperaba, al contrario, su hermano se alejó de él como si fuera una plaga. El mayor no estaba consciente de que su actitud ya podía influenciar al niño, sobre todo al mostrar rechazo hacia él, pero lo último que pensaba era en el bienestar de su hermano menor.

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