Capítulo 39

268 63 52
                                    

Esto tiene que ser una jodida broma.

―Solo para asegurarme, ¿te llegó la regla hoy? ―me mira confundido.

―¿Qué?

―Pues me imagino que es por eso que me acabas de soltar esa bomba. Ya sabes, la regla hace que nuestro humor cambie y digamos cosas sin pensar ―hago un ademán con las manos―, ya te acostumbraras.

Ni modo, no me creo ni una sola palabra.

Es que o sea, ¿desde cuándo?, ¿así por así le gusto?

Creía que cuando me dijeran mi primera declaración amorosa estaría saltando de la felicidad.

Sin embargo, aquí estoy más incrédula que nunca.

―¿Por qué no puedes creerme? ―inquiere confundido.

Me levanto en un santiamén y me coloco frente a él.

―Porque no, Alex. Igual tú nunca me diste indicios de que yo te interesaba ―cruzo mis brazos mientras le sostengo la mirada.

―¿Es ese el problema? Es que hace poco me di cuenta y yo no sé demostrar nada ―aparta la mirada algo avergonzado.

En parte tiene su punto, ¿ese es mi problema?

―No lo sé.

―Solo quiero poder compartir contigo lo que con nadie más hago y ser yo mismo sin tener la necesidad de ocultarme bajo una máscara ―lo miro ceñuda.

―¿Para eso me quieres?

―No. Te quiero para que juntos podamos crecer, explorar nuevos horizontes, sanar las heridas del pasado y luchar por un mejor futuro.

Le doy la espalda sopesando sus palabras.

No es una típica declaración de amor, el me ofrece más de lo que he leído en algunos libros.

Y les confieso que su idea no suena nada mal, tener a alguien con quien compartir, que siempre esté pensando en ti, que luche cada día para ganarse tu amor y que con un simple te amo hasta te haga suspirar.

¿Es genial, cierto?

Tener nuestro propio cuento de hadas, paz luego de aquellas tormentas, un merecido descanso después de las guerras.

Alguien con quién refugiarse cuando el mundo se te venga encima, donde sus abrazos sean el mejor lugar para estar, alguien con quién te sientas amada y sobretodo te genere confianza.

Ese es el tipo de relación que me gustaría tener, pero para ello necesito más de lo que él me ofrece.

Y no es que sea poco, el problema es que no basta con solo querer estar con alguien para mí.

―¿Y qué pasará cuando las cosas se pongan mal? ―pregunté, sin girarme.

―Yo estaré para ti en cada momento ―sonreí, al escucharlo.

―¿Cómo le harás cuando mis problemas internos nos estén ahogando?

―Juntos trataremos de resolverlos.

―Esa es la cuestión, ¿por qué habrías de resolver algo que no te concierne? ―me giro y casi choco contra él porque también se había levantado.

―Se supone que haría lo que fuera por ti ―murmuró, observándome.

―Lo entiendo. ¿Sabes qué sería lo malo de esto? Que me volvería dependiente de ti porque tú siempre estarías ahí para resolver lo mío, que te necesite para yo estar bien y que de ti dependa cada paso que doy porque yo no me siento capaz de darlo sin ti.

Y podrán decirme lo que quieran, pero yo solo digo la verdad.

¿Qué clase de relación sería esa?

Me niego a convertirme en su sombra, en que por mi causa o la de él un futuro sobre nosotros se dañe.

Él intentará convertirse en mi talón de Aquiles y yo haría lo mismo con él, ¿pero y si ambos no podemos sostenernos?

Mis inseguridades, baja autoestima y depresión no son cosas que él pueda solucionar, sino yo misma; porque lo que yo estaría haciendo es cargarlo con mis cosas, entonces no sería un novio, sino mi psicólogo.

Puede que me vuelva tan dependiente de él hasta el punto de hostigarlo, como también puede ser viceversa. ¿Por qué ocurriría esto? Porque ciertamente ninguno está preparado para ejercer un compromiso donde ambos debemos sanar primero.

Eso es lo que se debería de aconsejar hoy en día, que antes de estar con alguien uno se examine para saber si está preparado, que está bien decir que no y querer centrarse en sí mismo, que controlar las hormonas es parte del dominio propio para no hacer ciertas locuras, que pedir tiempo no es sinónimo de terminar, sino de arreglar algo que está afectando.

Y que el amor no quita el conocimiento.

―Estás siendo muy negativa ―suelto una carcajada al escucharlo.

―Una cosa es ser negativa y otra ser realista. No puedes obligarme a estar contigo cuando tengo problemas internos que sanar ―exclamé, más dura de lo que pensé.

―¿Y qué problemas son esos, Lisa? ¿Tu depresión, tus rencores?

―Exacto. Viéndolo desde ese punto de vista sería lo único que podría ofrecerte; yo no conozco la palabra amor, Alex. Lo que tengo aquí ―señalo mi pecho―, es lo que sé y he aprendido. No puedes pretender que seamos felices con eso, yo aspiro a tener una relación sana, no la estupidez de toxicidad que todo el mundo quiere hoy en día.

―¿Crees que seríamos tóxicos? ―cuestiona, bajando la voz.

―Tal vez, es cierto que no sé lo que podría pasar en un futuro, pero es mejor prevenir que lamentar. No tengo deseos de pertenecer a esa comunidad de personas que no le importan dañar a otros cuando saben que ellos mismos son los que se están dañando por cosas que no arreglaron a tiempo.

>>Yo quiero hacer la diferencia, así sea sola pues no me importa. Es una realidad que todas las parejas tienen problemas, en cambio, no es justo que aquellos que son personales interfieran en la relación; quiero ser un ejemplo, alguien digna de admirar, no porque me considere perfecta, sino por alguien que aprendió de sus errores, que evitó cosas innecesarias y que sobretodo aspiró a tener una sanidad interior.

―No todo el mundo tiene esa mentalidad que tú tienes ―vuelve a sentarse soltando un suspiro.

―Supongo que deberían tenerla ―resoplé, al encogerme de hombros.

―Por más que te insista no cambiarás de parecer, ¿cierto?

―Soy muy radical en mis decisiones.

―¿Pero no podrías darnos una oportunidad? ¿Que sea algo sin compromiso? ―su voz se escuchaba ansiosa.

Yo podría hacer eso, pero me negaba a hacer algo donde no me sintiera cómoda y bien conmigo misma.

Debo pensar en mí, en mi bienestar emocional y luego en los demás.

Y no es ser egoístas, es aprender a amarme y aceptarme como soy.

Si quería hacer las cosas bien de ahora en adelante, esto era lo justo, empezar con buen pie y sanar mis heridas.

Al igual que él también, refugiarse en mí o en un posible nosotros no era lo correcto. Verlo ahí sentado y sumido en sus pensamientos, me llevaba a pensar una sola cosa.

Y entonces lo entendí; nuestro propósito fue conocernos, aprender juntos pero crecer por separados.

―Yo quisiera ser tu bicho raro ―musitó.

Sonreí enternecida, mirándolo a los ojos.

―Pero yo no estoy preparada para ser tu chiquilla grosera.

-------------------------------------------------------------

Os ruego que no me maten. No fue fácil escribir esto.💔💔

¿Qué les pareció?

Mañana se viene el final😢😢💔

Quiero Vivir ✅ A LA VENTA EN AMAZON✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora