Capítulo 15

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¡Joder, joder, joder!

Iba super tarde al trabajo, el tráfico estaba horrible y ni siquiera tenía el número de la señora O'donnell para avisarle. Estaba retrasada con media hora, de seguro me despedirían.

—¡Chófer, vaya más rápido carajo!—grité a todo pulmón.

Al parecer me hizo caso y diez minutos después estaba aparcando frente a la casa.

Corro rápidamente y toco repetidas veces el timbre. Mi respiración es un desastre, pero no me culpen, llegar media hora tarde al trabajo es de locos.

Escucho como van quitando las cerraduras y un Alex con expresión neutra hace acto de presencia.

—Será mejor que te vayas —murmuró.

Me lleva...

No he durado un mes y ya me despidieron.

Pinche vida de mierda.

—¿Está tu madre? Puedo explicarlo, había...

—¿Explicar qué? —su ceño se frunce a medida que sigo hablando.

—Mi tardanza, es que había mucho tráfico y el idiota no sabía ir más rá...

—¿Qué? ¿Y tu tardanza qué tiene que ver aquí? —volvió a interrumpir el montón de palabrotas que estaba a punto de decir.

—Pues que por eso vienes a despedirme.

—No mames, no te estoy despidiendo.

Oh.

—¿Y por qué debería irme si no estoy despedida? ¿Sabes que casi mato al chófer para poder llegar y tú ahora quieres que me vaya?—un resoplido sale de su boca al escuchar mi pregunta.

—No tengo que darte explicaciones, solo regresa a tu casa y vuelve mañana.

—¿Estás consciente de que es tu madre quién me ordena aquí? —enarco mis cejas y me cruzo de brazos.

Claramente no me iba a ir, así que sin darle chance a responder lo empujé y me escabullí en la casa.

—¡¡Ven aquí bastardo!!

Un grito resonó por toda la casa, provocando que de un brinco en mi lugar.

Aparentemente hay alguien más.

Miro hacia todos lados y veo a un pequeño Adam encogido en la esquina de un largo pasillo, extrañada por esa inusual acción, me acerco a él.

—¿Adam? —murmure para no espantarlo, levanta su cabecita y me encuentro con sus ojos lagrimosos.

—É-él está aquí y m-me quiere g-golpear —su cuerpo se sacude con cada palabra y luego va directo a mis brazos.

¿Qué es lo que está pasando aquí?

—¿Quién demonios eres tú y qué haces con mi hijo? —una extraña voz y para nada familiar habla a mis espaldas.

Dejo al niño en el suelo y este se hace un ovillo inmediatamente, por lo que me levanto para encarar a esa persona.

Al girarme me topo con un gigante, literalmente, puede ser hasta familia de Goliat por lo grande que es. Su porte irradiaba seguridad y probablemente miedo por lo imponente que era; el parecido que tenía con Adam era claro, empezando por el cabello castaño y los notables ojos azules que ahora me miraban de una manera hostil.

—Ella es... —intentó decir Alex, apareciendo de pronto.

—No estoy hablando contigo, inútil —no espero a que terminara y se dirigió a mi—. Vuelvo y te pregunto, ¿qué carajos haces en mi casa y con mi hijo? —su voz era igual de imponente y gélida, pero eso no me intimidó.

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