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Capítulo 10

Estaba teniendo un pésimo día.

No dormí en toda la noche y cuando me miré en el espejo tenía el rostro hecho mierda, la mejilla se me veía inflamada por el golpe de la noche anterior, no me molesté ni siquiera en ponerme polvo o tratar de tapar eso, no estaba de ánimos para eso.

El que quería verme que me viera y el que no pues que se joda.

No estaba de ánimos para aguantar a nadie.

Hoy no.

Al menos había terminado todas mis clases, estaba en  la hora del almuerzo.

—Entonces vienes a la universidad y ni siquiera me dices que estás aquí —dijo Noah abruptamente, colocándose frente a mi en compañía de un chico que conocía muy bien.

—¿Qué carajos haces tú aquí? —me dirigí al chico que se encontraba a su lado, quien me sonreía cínicamente.

Cómo se atrevía a acercarse a mi ese desgraciado.

Mínimo una maldición tenía para que me persiguiera la desgracia.

—Vaya sorpresa encontrarte aquí, nena —dijo el imbécil, no entiendo cómo puede dirigirme la palabra.

—¿Ya se conocían? —preguntó Noah, alternando la mirada.

—Dile al idiota que se vaya de una buena vez o no respondo por mis actos —dije, comenzando a levantarme de mi asiento y más malhumorada de lo que estaba.

—La princesa que te diga, colega, me iré porque no quiero problemas —dijo, le palmeó el hombro a Noah y se retiró, no sin antes guiñarme un ojo.

Que hombre más desagradable joder.

Me senté nuevamente y cerré los ojos mientras masajeaba mis sienes.

Tenía un dolor de cabeza horrible.

—¿De dónde lo conoces? —preguntó mi querido amigo,  tomando asiento a mi lado.

—Otro día te cuento, no quiero hablar sobre eso —respondí, sin abandonar mi posición.

—¿Qué te pasó en la mejilla? —preguntó, sutilmente.

—Papá me golpeó luego de haber regresado de la entrevista —contesté, mirándolo por el rabillo del ojo.

—¿Hasta cuándo seguirás viviendo allí?, te hace mal y lo sabes, deberías mudarte —dijo, con la voz cargada de enojo.

—Un día será —comenté, luego de un largo silencio.

—¿Cómo te fue en la entrevista ayer? —preguntó, soltando un fuerte suspiro.

—Estuvo bien y la verdad es que la casa le hace honor al nombre aquel, se siente escalofríos cuando entras —dije, encogiéndome de hombros—, tuve un inconveniente con el hijo de esa señora, pero por lo menos tengo trabajo.

—¿Qué pasó con su hijo? —inquirió.

—Es un idiota que se cree el dueño de todo, se burló de mi por buscar trabajo de niñera, tiene un aire de depresión que es abrumador y lo peor es que se llama igual que papá, lo detesto —espeté, recordando ese episodio.

—Cuidadito, que del odio al amor hay un solo paso —dijo, burlándose y soltando unas risitas.

—El amor está muy sobrevalorado.

—¿Por qué lo dices?

—Porque cuando le preguntas a una persona sobre el significado del amor, ya comienzan a decir que es lo que sientes hacia tu pareja, paz, seguridad y un sin número de cosas que creen que el amor es solo eso.