Capítulo 28

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Caminamos por los pasillos abarrotados de gente, lo extraño de esto es que todos me están mirando.

Y yo detesto que me miren tanto.

―¿Se puede saber por qué todos me miran?

―Uh, es que creo que alguien ya se encargó de dar la noticia aquí ―me paro en seco y me giro hacia Noah.

―¿Cómo rayos? ―se encoge de hombros mientras me empuja para seguir nuestro camino.

―Pues solo han pasado dos días y tú ya estás de regreso, hasta a mí me sorprende ―apartamos a los estudiantes que se nos cruzan por delante.

―¿Por qué habría de sorprenderte? Es un día común y corriente.

Un día donde ella ya no está y más dudas crecen en mí.

Llegamos a mi salón y por suerte no hay tantas personas.

Al fin algo bueno.

―Lo digo porque tu ma...

―Porque nada, no me interesa ―ignoro por completo lo que iba a decir e ingreso al aula.

Como era de esperarse, nada más al entrar ya varios curiosos posaron sus ojos sobre mí.

Por lo visto hacía falta enseñar a la gente que pueden disimular de vez en cuando; ni siquiera me importa que hayan filtrado la información de mi familia.

No me importa ni mi propia existencia.

Voy hacia el último pupitre y me siento allí.

―Buenos días, jóvenes. Espero que hayan... ¿señorita Blake?, ¿qué hace aquí? ―la voz inconfundible de la maestra Sallow hace eco en el lugar.

¿En serio?

¿Tan inusual era ir a la Universidad?

―Vine a tomar clases al igual que todos los presentes ―arqueó una ceja en mi dirección al oír mi respuesta, aun así caminó hacia mí.

―Me enteré de lo sucedido, mis condolencias hacia ti y tu familia ―intento con todas mis fuerzas no entornar los ojos. Otra más.

―Gracias ―digo, más hostil de lo que pensé.

No me malinterpreten, se les agradece que se preocupen y tengan la amabilidad de decir eso, pero estoy harta de esas jodidas palabras.

Me hace recordar que la mujer que me dio la vida, aquella que una noche se sinceró conmigo y me abrió su corazón ahora está muerta. Lucho por olvidar ese momento, me frustra, me enoja y quiero romper todo lo que está a mi paso.

La bola de emociones que se asienta en mi interior no me deja tranquila.

¿Por qué? Porque una vez más viene a mi mente que mi mundo se ha vuelto a derrumbar y que todo está en pedazos.

Me pregunto si aquel que está en los cielos me permitirá algún día ser feliz.

Observo el papel que está en mis manos y me pregunto, ¿cómo papá fue capaz de escribir eso?

¿Con qué motivo lo hizo?

Me siento como una total estúpida y engañada; pensé que mi hermano se había tomado el tiempo adecuado para hacer eso por mí, pero claro, como dicen por ahí, soñar no cuesta nada.

Cuando leía cada palabra se sentía tan real...

Tan él...

―¿Qué tienes ahí, querida? ―la señora O'Donnell se paseaba por la cocina seguida de su pequeño.

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