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chapter one the beginning
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Se podía ver el resplandor de una luz desde una de las ventanas del 4 de Privet Drive. Parecía parpadear, encenderse y apagarse, para luego apagarse segundos después. Era como si alguien encendiera y apagara un interruptor de luz, pero no era así. No, era algo completamente diferente.
— Lumos Maxima — Susurró Harry para sí mismo en voz baja con la varita en la mano mientras se sentaba debajo de la sábana, que lo cubría con un libro en su regazo. Sus cejas se fruncieron momentáneamente — Lumos Maxima...
Entonces se oyó el sonido de pasos y el de la cisterna del baño que provenía del pasillo y Harry se quedó paralizado, la luz de su varita se apagó. Todo pareció suceder rápidamente mientras se quitaba las sábanas de encima con un desorden. Se acostó frenéticamente, sin prestar atención al hecho de que ni siquiera se había quitado las gafas mientras se alejaba de la puerta.
Se escuchó el suave sonido del pomo al girarse antes de que la puerta se abriera rápidamente y con cierto sigilo. Los rayos de luz de la luz del techo del pasillo brillaron en el interior por un momento cuando apareció una cabeza familiar.
Vernon Dudley encendió las luces de la habitación, una más brillante que la que emitía el pasillo, mientras miraba a su alrededor con curiosidad. Bostezó mientras observaba el dormitorio sencillo que pertenecía al chico de cabello negro que yacía frente a él. Echó una mirada a Hedwig mientras lo hacía, pero no pudo ver nada extraño.
Entonces, tras darse la vuelta y apagar la luz, cerró la puerta y salió. Sus pasos se oyeron nuevamente en el pasillo cuando Harry se levantó de un salto con cuidado y cautela, volviendo a ponerse las sábanas sobre la cabeza mientras levantaba su varita una vez más — Lumos Maxima.
Luego se vio una luz más brillante en la noche oscura mientras el trueno retumbaba arriba.
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Harry nunca se consideró un chico afortunado. Sus padres fueron asesinados por el mismísimo Señor Oscuro, se quedó con poca o ninguna familia y fue desatendido por los pocos que le quedaban. No era su vida ideal, pero no había mucho que pudiera hacer. Lo único que podía hacer era aguantar lo que le daban. Aunque en ese momento solo le estaban dando un dolor de cabeza.
— ¡Harry! ¡Harry! ¡Harry! — Se oyó la voz fuerte de su tía Petunia desde abajo mientras él se apresuraba por el pasillo de arriba, bajando rápidamente las escaleras mientras bajaba cada escalón a toda velocidad. Se escuchó el sonido del timbre cuando soltó un resoplido, caminó hacia él y extendió la mano hacia la cerradura. La giró hacia un lado y la abrió con cuidado antes de que un paraguas se le clavara abruptamente en el pecho.
