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chapter nineteen patronus
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La tarde en Hogwarts se había teñido de frustración para T / N y Harry. Caminaban por los pasillos de piedra fría del castillo, mientras Harry despotricaba sobre la injusticia de lo que había ocurrido con sus escobas. El eco de su voz se amplificaba en las paredes, subrayando la tensión que se sentía entre ellos.
— ¡¿Puedes creerlo?! — Exclamó Harry, con el rostro enrojecido por la indignación — ¡Ha tenido el descaro de denunciar nuestras escobas! ¡Como si fueran un peligro para nosotros!
T / N, que caminaba a su lado, asintió de forma distraída mientras tarareaba para sí misma. Sabía que Harry estaba furioso, y con razón. Hermione había informado a la profesora McGonagall que las escobas que habían recibido no tenían ninguna nota de acompañamiento, solo una dirección vaga, y eso había sido suficiente para que McGonagall decidiera retenerlas para inspeccionarlas en busca de posibles maldiciones. La preocupación era que Sirius Black pudiera haberlas manipulado.
— Entiendo por qué lo hizo, Harry — Dijo T / N en voz baja, tratando de calmar a su primo — Hermione solo estaba preocupada por nosotros. No quería que nos pasara nada.
— ¡Pero no tenía derecho a tomar esa decisión sin hablar con nosotros primero! — Protestó Harry, cerrando los puños — Si ella de verdad confiara en nosotros, habría hablado antes de ir corriendo a McGonagall.
— Lo sé — Respondió T / N con un suspiro — Pero piensa en lo que ha pasado últimamente. Tiene razones para estar preocupada.
A pesar de sus palabras, también estaba molesta. No tanto como Harry, pero sí lo suficiente como para sentir que la situación se había manejado mal. A diferencia de Harry, sin embargo, T / N trataba de ver el panorama completo. Sabía que Hermione no lo había hecho por maldad, sino por una mezcla de preocupación y responsabilidad. Aun así, el hecho de que sus escobas estuvieran confiscadas hasta nuevo aviso no ayudaba a calmar sus nervios.
Ron, que caminaba a su otro lado, estaba en una situación similar. Aunque no estaba enfadado por las escobas, sí lo estaba por su propio problema: su rata, Scabbers, había sido atacada nuevamente por Crookshanks, el gato de Hermione.
— ¡Y ese maldito gato! — Exclamó Ron, con una expresión de dolor mientras sacaba a Scabbers de su bolso con cuidado — ¿Cómo pudo Crookshanks hacerle esto a mi pobre Scabbers? ¡Es una bestia!
T / N, que no era particularmente fanática de las ratas, no pudo evitar fruncir el ceño ante la visión de Scabbers, que temblaba en la mano de Ron.
— Deberías guardar a Scabbers antes de que se suelte, Ron — Dijo T / N, con un tono algo áspero — No creo que el profesor Lupin aprecie tener una rata correteando por su clase.
