Envió otro mensaje y continuó llorando en la esquina de su habitación, una vez más. No era su intención lastimarlo, nunca lo era, pero por más que intentaba cambiar, de una u otra manera siempre terminaba haciéndole daño. Era todo lo que tenía, no podía que permitir que lo abandonara, esperaba que lo perdonara. Esta vez lo intentaría mejor, pondría más de su parte, iba a dar todo lo que le quedaba de si mismo para no herirlo una vez más.