Ángel de la madrugada
La madrugada, tan solitaria como siempre. Esa hora en las que los recuerdos fluyen entre tu cerebro, despertando todos los sentidos y adormeciendo el cuerpo. Ese momento en el que recuerdas vergüenzas por las que has pasado, agradables recuerdos y otros no tanto. Esa hora que, si quiere, puede inundarse en melancolía.
El silencio de la habitación me marea, todo gira a mi alrededor con extrema lentitud, pero ver tu pecho subir y bajar con tranquilidad, me conmueve. La habitación hundida en una completa obscuridad, excepto por la poca luz que entraba por las delgadas cortinas, iluminándote, niño de ojos soñadores y sonrisa inocente.
Una inquietante paz me inunda y a paso lento me acerco a tu cama. De cuclillas recargo mis brazos sobre el colchón.
La lluvia afuera rebotaba contra la ventana, todo mezclándose en una perfecta cacofonía.
Y te miro, observo tu rostro y lo admiro, como todas aquellas veces que estoy a tu lado; Ojos cerrados, enmarcados con unas largas y negras pestañas. Piel pálida, suave al tacto, pintada con ese característico y natural rojizo en las mejillas. Pequeños labios entre abiertos, respirando con lentitud. Nariz adornada con unas casi inexistentes pecas.
Un niño lindo y amable, de alma pura e inocente, eso eres.
Intento pasar saliva, pero se solidifica en mi garganta. Mi corazón late con fuerza y dejo caer mi cabeza entre mis brazos, el frio me invade, me rodea con su cruel manto. Susurrando palabras desalmadas a mi oído. No me consuela, al contrario, llama tu nombre, reclamando tu corazón. Le ofrezco el mío, pero lo rechaza, anhela lo que se encuentra en tu pecho.
Cubro mi boca con saña, no quiero despertarte, mucho menos en un vago intento de retener las saladas líneas que exigen ser liberadas. Observo tu rostro nuevamente y todo vuelve a mí, como si me obligara a ver cada uno de nuestros momentos juntos; Desde la primera vez en la que te vi en el pasillo, aferrándote a un peluche mucho más grande que tú, hasta aquel día en el que lloraste sobre mí por horas. Mi pecho se comprime y mi sufrimiento crece, teniendo que hacer un esfuerzo sobre humano para no romper en lágrimas.
Tallo mis ojos con las mangas de la sudadera y libero mi boca. Mi cuerpo parecía empezar a tranquilizarse, pero un traicionero recuerdo pasa justo frente a mis ojos.
La suave y anaranjada luz del atardecer iluminado tu piel y haciéndola brillar. El fresco aire que nos mantenía en un abrazo ladino. Tus cálidos brazos a mi alrededor, con la cabeza recargada sobre mi pecho. Tu aliento atravesando mi playera, y tus cabellos haciéndome cosquillas en la nariz. Tu voz sonando tan lejana pronunciando aquella palabra tan mortal. Explicando con total serenidad tu situación. Mi cuerpo tensarse al oírte completar aquella frase.
Cables por todo tu delgado y pequeño cuerpo, tu vida dependiendo de un estúpido respirador, un pitido martillando mi cerebro, rogando que no se volviera una línea recta de sonido. Ojos cerrados y rostro pálido.
Un desgarrador aullido subió y se atoró en mi garganta. Mordí mi mano con fuerza, así reprimiendo el hirviente instinto de gritarle a quien quiera que te hizo esto que era un maldito hijo de perra. Cerré los ojos con fuerza y por más que lo intento mis mejillas se mojan en sufrimiento. Me dejo abrazar por el dolor pero mantengo el silencio, sin interrumpir tu sueño. Tatuando tu nombre en mi corazón por milésima vez, jurando cuidarte y protegerte. Aprieto la mandíbula con fuerza y me obligo a callar.
Un rayo iluminó el cielo nocturno.
Entonces de nuevo te miro; tu piel brilla con dulzura, tu respiración es constante, suave. Y me trago mis lágrimas. Acerco mi mano a tu rostro, acariciando tu mejilla con extremo cuidado, como si te fueses a quebrar con el más mínimo toque. Aparto algunos de tus castaños mechones.
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I'm Broken. I'm Damage. [DreamNotFound]
FanfictionUn accidente puede dejar heridas muy profundas, que conforme pasan los años se abren y sangran más, no puedes controlar tus lágrimas, gritas hasta que tu garganta arde, lloras hasta que tus ojos queman, golpeas hasta que tus nudillos sangran, corres...