I'm Broken. I'm Damage. [DreamNotFound]

|Capítulo 22|

Auto-sabotaje

Cada verso se paseaba con gracia frente a mis ojos, casi materializándose.

Mis manos inquietas buscaban en que entretenerse, jugando con los cordones de mi sudadera o con las ásperas sabanas, enredando mis dedos una y otra vez.

Las palabras pasan por sus dientes y rosan mis oídos. Recorriendo algunos kilómetros, atravesando cables enredados y confusos, solo para estallar con gran fuerza contra mi cerebro.

En ningún momento la falta de señal interfirió, permitiendo que mis ojos se cerraran, disfrutando del calor que en mi pecho crecía a la par que su agradable voz pronunciaba cada uno de los inmortales versos de Neruda.

Cada pausa, cada coma, cada punto, cada corrección al comerse alguna letra que llegaba a través de mi celular se enredaba en mi garganta evitando, que incluso el más mínimo sonido interrumpiera su lectura y reventara la frágil burbuja que con trabajos mantenía en pie.

Una leve risa derramó el frasco de miel que mantenía, según yo, cerrado. Escurrió por mis pulmones y embalsamó mi corazón, ahogando hasta su último latido en miel. Por suerte se detuvo, el dulce liquido se endureció y calló los latidos de mi corazón.

Ese conocido aroma a miel se coló por mi nariz, llenando mi pecho con el desordenado calor de su amistad, de nuestra ya larga amistad.

—Dream, gracias. —Fruncí el ceño confundido, analizando en silencio sus palabras, dudando varias veces de mi capacidad auditiva e incluso culpando al internet. Nick no suele decir cosas así de la nada.

—Encantado de ayudarte, pero ¿ahora qué hice? —Tomé mi celular y miré la pantalla por unos segundos, esperando encontrarme con su simpática mirada, olvidando en su totalidad que esta conversación corría como una llamada normal y no una de video.

Un pequeño y casi imperceptible suspiro viajó desde su habitación a la mía. Quería preguntarle a que se refería, pero esperé a que siguiera, manteniendo la mirada fija en la pantalla negra del celular.

—De todo, creo...— Su tono era bromista y juguetón, pero en el fondo una pizca de honestidad burbujeaba en su voz —Quiero decir...cada que Karl menciona, siquiera, el nombre de este libro se te zafa la cabeza un poco. Y al final soy yo quien tiene que aguantar sus peleas. No es broma, pero parecen un par de niñitos discutiendo que superhéroe es mejor.

—Tampoco es para tanto. — Nick rio por lo bajo, con obvio sarcasmo.

—Eso es porque no eres tú quien los aguanta. —Solté una pequeña risa nasal—Pero aun así, aquí estamos. Llevamos como dos horas recopilando datos y no te has quedado dormido—Contuve la respiración y apreté el aparato entre mis manos.

—Oh, vamos Sapnap. Eres mi mejor amigo ¿qué me cuesta ayudarte con tu romántico discurso? — No había peor mentira que esa. Al momento en el que capté el sonido de su sonrisa mi corazón se contrajo con pesar.

—No es un discurso, es una carta—corrigió, vire los ojos divertido y me acomodé en mi cama boca abajo.

—Sigue siendo romántico —arranqué algunos hilos y pelusas que salían de mi colcha, formando una bolita y aventándola a un lado cuando se volvían demasiado grande.

Sapnap rio.

Por largos segundos la llamada quedó en silencio, siendo apenas audible el constante rayón de una puma sobre papel.

Me sentí tan tentado a cerrar los ojos y dejarme arrullar por el tranquilo sonido de su respiración, descansar y relajarme con las pacificas aguas de su presencia.