Cubiertos en la mesa
¿Hace cuánto fue? ¿Una semana? ¿Dos?
Sí, creo que ya son dos. Hoy se cumplían dos semanas desde que ese "psicópata" llamado Clay me había secuestrado. Desde entonces no lo he vuelto a ver, aunque no ha habido muchas oportunidades, ya que me la he pasado de mi habitación al consultorio del Doctor Blade y del consultorio a mi habitación.
Me reacomodé en la magullada cama, estoy seguro que no soy la primera ni la última persona que se va a acostar en este hundido colchón. Miré el techo por unos segundos y bostecé. Llevaba toda el mañana acostado, ni siquiera había desayunado. Tallé mi cara contra la almohada, en un intento de quitar el sueño, que hace unos momentos volvía a adueñarse de mí, y con pereza salí de entre las sábanas pateándolas como si ellas tuvieran la culpa de que los boletos para ver a Franco Escamilla fueran tan caros.
Tallé mis ojos por última vez y me levanté de la cama aun un poco dormido, me estiré y volví a bostezar. Y como de costumbre tomé mis lentes y luego un par de calcetines de mi cajón, poniéndome primero el calcetín, luego la sandalia, repitiendo el mismo proceso con el otro pie. Caminé hacia la puerta arrastrando los pies y salí del cuarto. El pasillo estaba demasiado solo, extrañado revise mí reloj.
Los parpadeantes números marcaban las 9:23 am. Hoy, diferencia de los últimos días, no hacía tanto frío, incluso podría decir que se hay una ligera humedad en el aire, como despertar una mañana en una playa. Probablemente el aire acondicionado de estropeó de nuevo.
Caminé unos minutos por el pasillo que sabía me llevaría a la recepción, donde podría preguntar por el comedor. Aquel día se cumplieron dos meses de que me internaron y desde que llegué no había ido, mis padres pagaron de más para que no hiciera esfuerzos sin sentido y llevaran la comida hasta mi cuarto. Y aun que desearía poder seguir así, el Doctor Blade me recomendó caminar para ejercitar mi pierna y recuperar fuerza. Saludaba algunos doctores o enfermeras que entraban o salían de las habitaciones, siguiendo mi camino, y pocos segundos después pude divisar recepción, donde algunas enfermeras descansaban o atendían el teléfono. Con forme me fui acercando el bullicio del hospital fue en aumento, murmullos de probables familiares de pacientes, el cuchicheo de algunas enfermeras hablando de algún Doctor o enfermero atractivo. El constante eco de pasos ataconados y acelerados, alguna tos o estornudo. Con flojera recargué ambos brazos sobre el frio mármol del mostrador, ganándome la mirada de una joven enfermera de cabello castaño y mechones teñidos de rubio, quien se encargaba de una computadora.
— ¡Hola! —saludó animada, alejando la vista del monitor. — ¿En qué puedo ayudarte?
—Eh, bueno... ¿Me podría decir dónde queda el comedor? —pregunté no muy convencido y con cierta vergüenza. La mujer solo sonrío, entre cerrando los ojos en el proceso.
—Claro, sigue derecho por este pasillo y a la siguiente vuelta, a tu derecha. —Todo lo explicaba con una facilidad irreal, moviendo sus manos de un lado a otro—... luego giras a la izquierda y ya habrás llegado al comedor. Fácil ¿no?
—B-bueno...—susurré, en realidad no había entendido nada pero no quería distraerla y hacerla perder más tiempo. La casi castaña completa rio entre dientes mientras sacudía la cabeza de un lado a otro, divertida.
—Solo sigue las señales... —sugirió entre risas y apuntó con sus uñas pintadas de un color que a mis ojos era un obscuro azul.
Miré a donde apuntaba, pequeños carteles pegados a las paredes del pasillo, con dibujos que representaban distintas cosas y flechas a sus lados, indicando su ubicación. — Y estarás bien.
—Gracias y lo siento, no sabía que esas cosas existían —me disculpé con una sonrisa de labios para afuera. Ella solo sonrío un vez más y asintió, para volver su mirada al monitor. Y me encaminé a la primera señal que encontré, con una ilustración de cubiertos.
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I'm Broken. I'm Damage. [DreamNotFound]
FanfictionUn accidente puede dejar heridas muy profundas, que conforme pasan los años se abren y sangran más, no puedes controlar tus lágrimas, gritas hasta que tu garganta arde, lloras hasta que tus ojos queman, golpeas hasta que tus nudillos sangran, corres...