|Capítulo 4|

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Básicamente ahuecando el ala

Los ojos de Clay derramaban dulzura, su sonrisa era cálida. Parecía estar viéndome, pero al mismo tiempo se veía perdió. Una guerra de miradas se desató entre nosotros, me pregunto de qué color serán sus ojos. Lo único que alcanzo a ver es un amarillo reluciente, destellando cada vez más. Dejó mis ojos por un momento y comenzando un recorrido por mi rostro e imitándolo pensé en apuntarme al mismo maratón; cabello desastrosamente acomodado a todas las direcciones posibles de un rubio perceptible hasta para mí, cejas delineadas con naturalidad, mandíbula tipo diamante, dientes blanco y perfectamente acomodados, pequeñas pecas sutilmente salpicadas debajo de sus ojos y puente de nariz. «Eres raro ...»

Unas suaves palmadas en el hombro me trajeron de vuelta. Clay había apartado la mirada, formando una extraña sonrisa que se torcía la final. —Vamos a sentarnos, en lo que Dab-Dab trae el botiquín. —Sugirió en un susurro sin llegar a mirarme. Sin entender realmente el por qué me sentí apenado y mi cuerpo reaccionó a lo que mi cerebro aconsejaba que fue, obviamente, aumentar el calor en mi rostro.

Respondí con un movimiento de cabeza, sintiéndome idiota al segundo, sabía que no me miraba y ahí voy a asentir. Después de un pequeño zape mental contesté con un simple "Ok".

Clay se adelantó unos pasos hasta una pequeña mesa circular de plástico rodeada por cuatro sillas del mismo material blanco. Me apresuré a ir a su lado, él ya se vio sentado y jugaba con los listones de su sudadera. Me senté a su lado con sigilo y observé mis manos. Un incómodo silencio fue sembrado a nuestro alrededor. Clay se removió en su lugar igual de incómodo que yo, su boca se abrió ligeramente en un intento de romper el silencio cosa que por suerte no hizo falta, ya que Dena había vuelto con una pequeña caja blanca entre sus manos.

—Muy bien Clay, veamos esa mano —habló la enfermera animosa y tomó una silla y la colocó justo en medio de nosotros —Ahora extiende la mano primor—pidió con dulzura a lo que Clay obedeció.

Las regordetas manos de Dena abrieron el botiquín, aunque no presté mucha atención a su contenido, ya que por el momento mis ojos se mantenían fijos en Clay. Se veía relajado, rascó su cabeza con flojera y me miró.

Una tonta e infantil sonrisa se formó en su rostro.

— ¡Aquí están! —Dena exclamó triunfante sacando unas pequeñas tijeras.

— ¿Tienes que cortarlo? —Se quejó echando la cabeza hacia atrás como un niño pequeño haciendo un berrinche.

—No más de lo que tú ya lo rompiste ¿no crees cariño? —Me preguntó con una suave sonrisa, obviamente haciéndolo en broma, a lo que le sonreí a ojos cerrados— además, la sangre ya a de haber hecho que la tela se pegue a la herida y va a ser más fácil y menos doloroso cortarlo a quitártelo—Dena se giró completamente hacía Clay sin llegar a darme la espalda, pero tapando de una vez la poca vista que tenía.

Decidí recargar mi cabeza en el respaldo de la silla, no tenía ganas de ver la herida y mucha menos sangre. El murmullo de las otras enfermeras y las tijeras cortando el guante de Clay inundó la habitación.

Cerré los ojos por un segundo, estaba realmente cansado y no solo por haberme levantado temprano o por correr por los pasillos. Si pudiera me dormiría ahora mismo...

— ¡Ay Dios mío, Clay! —La exaltada voz de Dena me obligo a abrir los ojos. —No, esto va a necesitar como mínimo dos puntadas — exclamó enfatizando el mínimo y ganándose no solo mi mirada, sino también la de los demás en la habitación. Dena sacó algunas cosas del botiquín, un quejido por parte de Clay anunció el ardor que sintió una vez el alcohol había hecho contacto con su piel. Con sumo cuidado me asomé a ver lo que Dena hacía; pasaba un pedazo de algodón sobre la herida, el guante había sido cortado justo por la mitad. Clay mantenía los ojos apretados y cubría su boca con su otra mano.

Así se llevó unos minutos, entre quejas de Clay y burlas de Dena por ser un "bebé llorón".

—Bien, mi trabajo está hecho. —Comentó Dab-Dab orgullosa mientras guardaba las cosas que utilizaron de nuevo en el botiquín. Tan pronto como se levantó a acomodar las cosas en su lugar busqué al niño testarudo.

George tenía ambos brazos abrazando sus rodillas y la cabeza entre las mismas, en un obvio intento de generar un poco de calor.

—Dab-Dab destrozó mi guante —me quejé intentando captar su atención, cosa que funcionó, tanto Dena como George me miraron, aunque solo quería la mirada del segundo.

— ¿Duele mucho? —Preguntó, deshaciendo su auto abrazo y sentándose bien.

—No tienes ni idea de lo mucho que arde —contesté enseñándole mi mano ya vendada y limpia.

—Auch ... —susurró.

—Sí, auch. —Repitió una voz a nuestras espaldas, ambos volteamos sorprendidos. Un hombre, que conocía bien, de unos treinta y tantos años nos miraba atento. Llevaba un conjunto turquesa, o sea típico uniforme de enfermero, y un gafete donde apenas y se podía leer "Sam" No sé por qué presiento que sé cómo te hiciste eso.

Sí, por algo la voz me sonó tan familiar ...

—Así que tú eras el maldito Terminator-enfermero de hace un rato —suspiré cansado, dejando caer mi cabeza sobre la mesa.

—Así es niño Dream ¿y sabes qué ...? —Sam se burló con una sonrisa victoriosa.

—Adivino ¿no tendré helado por una semana? —Pregunté esperanzado y la sonrisa de Sam se ensanchó luego negó con su cabeza.

— ¿Una semana? No tendrás helado por un mes —corrigió riendo—Ahora vámonos. —Sentenció saliendo de la habitación.

Miré a George; tenía el ceño fruncido y miraba hacía la puerta por donde Sam había salido. Revolví su cabello llamando su atención y con una pequeña sonrisa señalé la puerta, antes de levantarme y seguir a Sam, pero cuando él se dispuso acompañarme fue detenido por el brazo de Dab-Dab.

—Muy bien muchachito, ahuecando el ala —Dab-Dab lo miró divertida, lo tomó del brazo y salimos de la habitación, ahí se encontraba Sam. —Yo me llevo a ... —hizo una pequeña pausa —... George a recepción y tú a que regañen a Clay ¿Te parece?

— ¿Qué...? —pregunté en voz baja, analizando la situación— ¡Traición! —Grité levemente, ganando una sonora risa de Dab-Dab.

—Ahora vamos con la supervisora ​​Clay—declaró Callahan jalándome del brazo, al lado contrario de donde estaban George y "la traidora".

—Parece que aquí termina su aventura—exclamó Dena mientras se llevaba a George con una mano en su espalda, empujándolo por el pasillo

— ¡Traición he dicho! ¡Ya no eres Dab-Dab para mí! —Volví un gritar— ¡No te preocupes! Gogy nos volveremos a ver ... —Pero para ese momento ya lo había perdido de vista. Sam me miró por un segundo y sonrió. —Conozco esa mirada ¿Ahora qué?

— ¿Gogy? —Repitió con una ceja arqueada—Algo meloso ¿no lo crees?

Viré los ojos y volví a hablar— ¿Qué? ¿Lo conoces? —Llevando ambas manos al de mi sudadera, intentando restarle importancia, Sam entrecerró los ojos no muy convencido.

— ¿Cómo tal? No. Sé que el niño lleva un mes o así internado y creo que tiene consultas con el Doctor Blade —
—contestó «¿Tiene consultas con Techno? ¿Qué no es traumatólogo?»

—Odio a Techno —ladré con el ceño fruncido y los brazos cruzados, cambiando de tema.

—Lo sé, ahora silencio y vamos con la supervisora ​​—Callahan sonrió con suficiencia y seguimos caminando.

Me espera una muy buena regañiza ...

I'm Broken. I'm Damage. [DreamNotFound]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora