|Capítulo 7|

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Lentes, vendas y teteras.

Me dejó mudo. Cada palabra chocaban contra sus dientes, dulces versos derrochando miel, escurriendo de su boca, navegando hasta mis oídos. Su voz, hundida en sentimientos, calentando mi pecho. Citaba con tanto amor y ternura las palabras escritas por Browning. Me tenía hipnotizado, condenado a escucharlo por la eternidad, no reprocharía, su voz me ha encantado y me mantiene inmóvil en mi lugar. Sigo cada movimiento; sus ojos danzantes leyendo las palabras de amor escritas tan descaradamente sobre el papel, su labios reparando ligeras sonrisas de cuanto en cuanto, sus manos cambiando de página, suspiros traviesos escapando de entre su boca. Una extraña somnolencia se a dueño de mi cuerpo, me sentía tan tranquilo, apostaría cualquier cosa a que podría caer dormido en este mismísimo instante. Nudos se formaban en mi garganta. Sofocante ternura, llenándome de júbilo y ansiedad al mismo tiempo, construyendo una barrera alrededor nuestro, evitando que cualquier sonido interrumpa. Soy egoísta, muy egoísta, lo sé, lo supe en el momento en que empezó a leer y quise ser la única persona que lo escuchara. Repitiendo una y otra vez-

— ¿Cómo te amo? —de su voz fluyó con gracia, de nuevo esa palabra, amor. El calor azotó contra mi cuerpo, uno tan distinto al que creció hace unos minutos, este me consumió, tragando cualquier pizca de racionalidad que quedaba en mi cuerpo, sumiéndome en un calor voraz, calentando tanto mi rostro como mis orejas. —Deja que te cuente los- ¿George?

—S-sí, y-yo...e-es que...—contesté avergonzado intentando calmar el calor que en mi cara se almacenaba ¿Cómo es posible? ¿Por qué mi mente tuvo que tomar tan personal lo que Clay leía? —Es solo que, nunca nadie me había leído antes, m-mucho menos poesía.

—A-ah, n-no quise incomodarte—los ojos de Clay se abrieron un poco más de lo normal, dejando el libro de lado, mirándome nervioso. —Yo... No quiero que creas que soy raro o algo, solo realmente me gusta este libro y-y... ¡Aghh! —Dejó escapar un gruñido frustrado hundiendo su cara entre sus manos y después en un pesado suspiro volvió a hablar —Lo siento.

— ¡N-no, no te disculpes, yo no creí que fuera raro! —Me apresuré a arreglar la situación con cualquier cosa que se me ocurriera, mordiendo mi labio con nervios—Lo que quiero decir es... Lees muy bonito y me perdí un poco en todo lo que decías.

—Bueno, he de admitir que también me perdí mientras leía—Clay emitió un pequeño ruido, bastante curioso a decir verdad, que fácilmente se podría confundir con una tetera hirviendo al fuego o a una olla exprés a punto de reventar. Y sin poder evitarlo sonreí enternecido.

Aún tenía la cara oculta en mis manos, honestamente no había hecho esto con segundas intenciones ni mucho menos, sólo quería leerle algo, aunque si me pongo a pensar más a fondo Sonetos del Portugués no fue la mejor opción; era un libro muy romántico que Browning había escrito para su marido, por quien sentía un gran amor pasional y deseo. Dios, pero que idiota me hiciste.

Entonces respiré con fuerza, recolectando mi dañada y moribunda dignidad, y volví a mirar al niño que me sonreía de manera dulce. Sus mejillas apenas enrojecidas lo hacían lucir extremadamente tierno, suspiré de nuevo, conteniendo mis ganas de abrazarlo contra mi pecho y no dejarlo ir por un muy buen rato.

— ¿Quieres caminar un poco? Creo firmemente en que si me quedo sentado por más tiempo me voy a ahogar en mi propia vergüenza—George sonrió de nuevo y asintió con la cabeza divertido mirándome, o bueno eso creo, esos malditos lentes no me dejaban verlo a los ojos.

—Igual, además se me estaban comenzando a dormir las piernas—habló y se levantó, estirándose, alzando sus brazos sobre su cabeza y parándose de puntitas, soltando un pequeño bostezo. Este niño no puede ser más adorable.

I'm Broken. I'm Damage. [DreamNotFound]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora