|Capítulo 17|

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Llamadas llenas de vapor

Un volcán, lleno de ira y rencor, burbujeante, caliente.

Una salvaje llama crece bajo el pecho, la piel se sentía tan calienta.

La sangre se volvía algún líquido, dentro de las venas, arde al rojo vivo, hirviendo cualquier pensamiento razonable.

Con los pulmones llenos de cenizas no se puede respirar.

Una clase de lava, algún ácido venenoso se acumulaba en mi boca, amenaza con salir y quemar a quien quiera que se cruce.

El mundo da vueltas, una y otra vez.

El sudor corre desde la frente hasta la barbilla. El cerebro palpita contra el cráneo.

Es mucho odio, es mucho rencor, no puedo hablar, me arranca la voz, no soy capaz de hacer otra cosa que escuchar muy por debajo del pitido que arremata con salvaje violencia contra mis oídos. Incesante dolor, punzando sobre mi pecho, golpeo la pared, el puño se tiñe de un sangriento carmesí. El rencor no cesa, incrementa con forme esa voz continua con su sermón, no tiene idea del peso que estalla con impetuosa agresividad sobre mis hombros.

Su presencia perpetra por las esquinas de mi cerebro, haciéndose camino entre las ranuras, rasgándolas. Las deja atrás, sangrando con delgadas líneas liquidas. Su caminar es altivo y criminal, se acerca con lentitud, postrado a sus pies encuentra a la endeble y moribunda cordura. Se mofa, pasa sus afiladas garras por su garganta y sonríe con descaro.

Ella es dócil, deja que sus dedos se hundan en su piel, sus cabellos dorados y largos se mueven con irreconocible gracia, escurriendo como lágrimas el verde de sus ojos se desvanece.

—Por favor—susurro, suplico, pero la llamada sigue en silenció. Miro alrededor en busca de algo inexistente, fantasioso.

Espero, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis...

—Clay, ya hablamos de esto. —ahí está, su voz con estática llena el desapercibido silencio—No puedes salir hasta que los doctores determinen que no eres un riesgo para ti o para otros.

El suelo tiembla bajo mis pies, tomo una bocanada de aire.

—Yo. Nunca. Les. Haría. Daño. —Escupo cada palabra con tanto rencor que mi voz se vuelve ronca, incluso algo nasal.

Un suspiro cansado atraviesa la línea y llega a mí.

Decepción. No hay otra palabra que describa mejor ese insignificante reflejo.

—No puedes estar seguro de eso. —mi garganta se cerró con rigurosa velocidad—Los doctores dijeron-

— ¡Me importa un carajo lo que los doctores digan!—un sabor metálico escurrió por mi tráquea, el grito desgarró mi garganta. Mi puño se cierra contra mi voluntad e impacta contra la madera de un estante, este se tambalea hasta perder algunos limpiadores y otros objetos. — ¡Ellos no saben nada, y si le preguntaras a los correctos te dirían que...!

Es su destino, al final ser asesinada por él a sangre fría frente a mis ojos. Ceder su lugar a la ira, darle paso libre a mi cuerpo, dejar que lo controle, ser brutalizada por el inconcebible e inmisericordioso ODIO.

— ¡Que aún no estás bien, que estás igual de alterado que al principio! ¡Me quieres convencer de que has cambiado, pero mira nada más la forma en la que lo intentas! —exclamó con voz firme y autoritaria, a la par de un golpe, probablemente de su mano azotando con violencia sobre cualquier superficie que se encontrase cerca.

— ¡No, claro cómo vas a dejar que se le acerque el trastornado de su hermano!

—No voy a arriesgar a mi fa- —el hombre se detuvo frenéticamente.

I'm Broken. I'm Damage. [DreamNotFound]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora