Una mañana, disfuncinalmente tranquila
Me siento quebrado, frágil, susceptible y lo odio. Mi cuerpo tiembla bajo su toque, sus brazos me rodean con firmeza y dulzura. Me cuidan y protegen, pero ¿de qué?
Inmóvil, a su merced.
Su voz sonaba tan distante pero me envolvía, su respiración suave contra mi cuello, irradiando calor atreves de su pecho, ahuyentando al frío que intentaba separarnos y solo lograba juntarnos más, sus manos tibias sobre mi sudadera buscando alguna entrada para lograr tocar mi piel pero aunque nunca lo admitiría en voz alta, suplicaba que la encontrara lo más rápido posible.
Mi espalda pegada a la cama, retorciéndome en sus manos. Siento su cuerpo sobe el mío. El aire pronto se vuelve vapor. La sangre en mi cuerpo se calienta.
Y cuando creí no poder sentirme más débil, su boca se acercó a mi oído, podía sentir su cálido aliento erizando mi piel. Susurrando dulces palabras inentendibles. Con forme los segundos avanzaban, mi mente se deshacía de cualquier cordura existente.
Su boca bajó desde mi oreja, rozaba sobre la piel de mi cuello pero sin llegar a tocar en ningún momento, como burlándose de la necesidad que me consumía y ardía con ferocidad, exigiendo más que solo las constantes caricias sobre la ropa. Y por fin piel hizo contacto con piel. Retuve la respiración con fuerza, sentía mi irregularidad de cada exhalación. Sus manos subían con tortuosa lentitud por mi cintura, hasta mi pecho sin perder rastro, quemando todo a su paso.
Mi cuerpo reaccionaba torpe, juntándose más al suyo, buscando un poco más de contacto, de saciar el sofocante deseo que evaporaba el aire en mis pulmones e impedía mi respirar. De nuevo su aliento golpeaba contra mi rostro, por inercia aparté la mirada. No quería que viera lo débil que me tenía.
Una violenta tormenta crecía y rugía contra mi pecho, el calor era insoportable. Ningún ruido parecía querer existir a nuestro alrededor, su boca exhaló con pesadez contra mi mejilla, pidiendo, no, exigiendo mi atención. Quería que lo mirara, pero no podía, no quería.
Abrí mi boca para intentar decir algo, lo que fuera, pero tan pronto como intenté hablar sus labios por fin se posaron sobre mi cuello, dejando un húmedo y humeante beso, por lo que tuve que tapar mi boca de inmediato ¿Pero qué demonios? ¿Ese había sido yo?
Insatisfecho, prosiguió a dejar otro beso, este mucho más abajo. Apreté los ojos con fuerza, sus labios estaban en llamas, y prendían fuego a mi piel, bajando hasta donde el cuello de mi sudadera dejaba a la vista.
Su mano bajó hasta mi pierna, acariciando con cuidado, colocándola sobre su hombro, su aliento rebotó contra mi piel. Contuve la respiración, ahuyentando todos los sonidos que exigían ser liberados. No podría contenerlos más, mucho menos con su labios besando con cuidado toda la extensión de mi pierna.
No podía evitarlo, me estaba deshaciendo en sus brazos, cual nieve al sol de verano me evaporaba. Mi garganta ahogaba cualquier ruido o palabra que quisiera escapar, y por más que quisiera no me permitiría darle el placer de oír la forma en la que me estaba haciendo sentir.
Arqué la espalda con sorpresa, una suave mordida acompañaba a mi clavícula y justo después pude sentí su lengua recorrer la marca.
Entonces mi voz tembló con agudeza, traicionándome al instante, dejando escapar un sonido demasiado vergonzoso para siquiera mencionarlo. Respirando con dificultad.
Podía sentir su orgullosa mirada sobre mí.
Entonces un ruido extremadamente familiar inundó mis oídos. Una risa, esa risa, su risa. Y con un valor inexistente volteé mi rostro para enfrentar a la persona que, hace apenas unos segundos, me tenía hundido en calor.
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I'm Broken. I'm Damage. [DreamNotFound]
Fiksi PenggemarUn accidente puede dejar heridas muy profundas, que conforme pasan los años se abren y sangran más, no puedes controlar tus lágrimas, gritas hasta que tu garganta arde, lloras hasta que tus ojos queman, golpeas hasta que tus nudillos sangran, corres...