29: Charlie y Charlotte

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29: Charlie y Charlotte

—Hola, ¿me podrías hacer un favor?

Me giro hacia la voz que entona la pregunta susurrando, es un hombre risueño, con un bebé dormido en brazos.

—Claro.

—Necesito que cojas mi móvil de la mochila en mi espalda y llames a Charlotte.

—¿Qué...?—veo que se desespera meciendo al bebé, que frunce las cejas en una mueca de pena, y me apresuro a ponerme en su espalda y buscar su teléfono—¿Cómo lo desbloqueo?

—Con mi cara—se lo pongo enfrente—. Es el contacto más reciente, pone Charli, no Charlotte. Llámala y dile dónde estamos, por favor. O pónmelo en la oreja.

No me da tiempo a ponérselo en la oreja, porque Charlotte responde al instante.

—Dime.

—Eh...—dudo—Un hombre con un bebé dice que te diga que está en Arcade Coffee.

Dios, dicho así parece que esté quedando con ella para devolverle al bebé después de secuestrarlo o algo, creepy.

—Oh, vale—ríe—. Voy para allá, ¡gracias!

—De nada.

Le tiendo el móvil al hombre, pero veo que no puede cogerlo, así que lo dejo en la mesa y lo invito a sentarse también.

—Gracias, es que me cuesta mucho moverme cuando se duerme así, no me gusta moverlo.

—Normal—No me gustan las barrigas de embarazadas, pero los bebés son otra cosa—. Es muy lindo.

—Se parece a su madre.

—¿Charlotte?—me atrevo a preguntar.

Él asiente sonriente.

—Sí, Charli es su mami.

—¿Cuánto lleváis juntos?—Lo siento, es que ya sale en automático, soy una detective de historias de amor, como los cerdos que buscan trufas, así soy.

—Toda la vida—abro la boca sorprendida—. Prácticamente—matiza.

—¿Cómo?

—Somos amigos desde el instituto, mejores amigos, y tuvimos una época de tonteo, nos liamos y tal, pero seguíamos siendo amigos, no tuvimos nada más...—arruga la nariz—Charli estaba entonces enamorada de mí, y bueno, le hacía demasiado daño que actuáramos como algo más, pero nunca habláramos de ello, y yo siempre le ponía la barrera de la amistad, entonces...

—¿Tú no estabas enamorado de ella?

—Sí, pero en ese momento, pues no lo sabía. Ella se fue, sin decirme nada, sin despedirse.

—¿A dónde?

—A otra ciudad, a vivir con su madre.

—¿Y fuiste a buscarla?

Niega con una pequeña sonrisa culpable.

—Debería haberlo hecho, pero el hecho de que se había ido sin darme explicaciones fue como una señal para mí, no debía molestarla más, ella no quería saber de mí. Luego, con el tiempo en el que la echaba de menos, pues me di cuenta de que, efectivamente, estaba enamorado hasta las trancas de mi mejor amiga.

—Y entonces fuiste a por ella.

Vuelve a negar.

—No, no lo hice.

—¿Volvió ella?

—Sí, doce años después.

Si hubiera estado bebiendo algo, lo habría escupido o me habría atragantado. Él ríe con mi expresión de incredulidad. Doce años. Se dice rápido, pero estoy segura de que a este hombre no se le pasó en un abrir y cerrar de ojos.

—Doce años—repito—. ¿Cómo pasó?

—¿El reencuentro?—asiento—Pues apareció en el negocio familiar vestida de novia.

—¿Cómo...?

—Mi familia tiene una gasolinera, y Charli huyó de su boda y vino a buscarme allí. Claro que se tiró al vacío porque bien podría no haber estado yo, o podríamos haberla vendido, o traspasado, no sé, pero yo sí estaba allí—Después de mirar un instante al pequeño dormido sobre él, mira al techo con una sonrisa, con los ojos llenos de brillo—. Me acuerdo que cuando la vi pensé que estaba soñando, que aún no me había levantado de la cama. Estaba preciosa, mucho más adulta y con la expresión más madura, pero era la misma persona que besaba doce años atrás, y no te puedo describir cómo saltó mi corazón cuando la vio. Se me paró el alma, el mundo, la vida.

—¿Se iba a casar?

—Sí—asiente riendo—. Resulta que su prometido la engañó con el diseñador de su boda, y ella decidió venir a buscarme. No sé si se habría casado si eso no hubiera pasado, la verdad. Me gusta creer que no, que en el último momento, en lugar de responder a la pregunta del cura, habría salido corriendo y habría acabado a mi lado.

—¿Y qué pasó? Pasaron doce años, supongo que no érais los mismos.

—No, claro que no. Pero nuestros sentimientos sí que lo eran. Pasó algo curioso, yo creo que, desde el momento en el que ella se fue, desde que nos separamos, el tiempo se paró, y con ello nuestros sentimientos. En la otra realidad, en la vida de verdad, pues desarrollamos sentimientos por otras personas y fingíamos que estaba todo bien, pero una porción de nosotros tendría siempre dieciséis años y estaría encoñado con el otro, y no podíamos deshacernos de aquello porque éramos parte del otro.

—Entonces...

—Entonces, el día que Charlotte vino a buscarme lo pasamos juntos, nos pusimos al día con la vida del otro, y al final le tuve que preguntar que por qué se había ido, y por qué había vuelto.

—¿Y? ¿Qué dijo?

—Me dijo que se había ido porque le hacía demasiado lo que teníamos, y que había vuelto porque yo era un cabo suelto que necesitaba arreglar para poder seguir en paz con su vida.

—Pero ella no quería dejarte atrás.

—Ni yo tampoco a ella—suspira y acomoda al bebé—. Entonces, después de un tira y afloja, después de que huyera de nuevo de mí, pudimos confesarnos mutuamente, declararnos los sentimientos que teníamos doce años atrás, y que seguíamos teniendo entonces, y pues hasta hoy.

—¿Cuándo fue eso?

—Hace un par de años.

—¿Y ahora estáis juntos, bien? Tenéis un bebé—señalo lo obvio.

—Sí—ríe—. Nos medio casamos, y luego nos quedamos embarazados y ahora tenemos a Chester.

—¿Os medio casásteis?

—Es que yo no creo en el matrimonio, pero Charli me hace creer en lo que sea, así que, para llegar a un término medio, hicimos la ceremonia, pero no lo hicimos oficial, como una unión legal.

—Entonces estáis juntos, volvisteis el uno al otro...

—Sí, eso es lo que tiene el destino, la vida. Cuando alguien está para ti, ni aunque te quites, y cuando algo no es para ti, ni aunque te pongas. Charli era para mí, igual que yo para ella, igual que Chester para ambos. No podía ser de otra forma.

—Os ha tomado vuestro tiempo, pero habéis sobrevivido al tiempo.

—Es amor, no lo puede todo, pero con el tiempo y la distancia sí que puede... Nuestros corazones se quedaron a 4380 días de distancia del presente, y cuando volvimos a besarnos los hicimos viajar en el tiempo de vuelta a donde pertenecen, las manos del otro.

Historias de amor en navidad | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora