7: Enamorado del amor

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7: Enamorado del amor

—Hola—me giro a la voz que me desconcentra de mi libreta. Abro la boca sorprendida cuando veo que se trata de un hombre alto, guapo y en forma, que me sonríe—. Disculpa, ¿está esa silla ocupada?—niego, aún embelesada—¿Me puedo sentar? No hay sitio, y quiero descansar las piernas, llevo todo el día andando.

—Sí, claro.

¿Esto es una broma? Me caen del cielo las oportunidades, día tras día. No lo entiendo, ¿acaso alguien me ha puesto un bocadillo de estos de los cómics, y se ve de lejos que quiero que la gente me cuente su vida? A ver, lo agradecería, de hecho, porque llevo ya seis historias, seguidas... Y estoy empezando a planear el libro, quizás sí que lo publique para las navidades del año que viene.

El hombre, con una mochila grande en la espalda, y una maleta de ruedas de tamaño normal, se sienta con un suspiro en la silla acolchada. Intento no mirarlo mucho, porque no quiero que se sienta incómodo; es muy guapo, y cuando se levanta para pedir su café, veo que anda de manera segura y que le sonríe a la camarera amablemente. Cuando se sienta, vuelvo mi atención a mis letras en la hoja, disimulando miradas hacia él, que mira el móvil, se pasa la mano por la cara, y parece agobiado. Podría preguntarle si tiene alguna historia para mí, pero me sabe mal molestarlo, cuando parece que está preocupado por algo. No le quiero preguntar nada, pero antes de que pueda pensarlo, ya estoy hablando:

—Perdona—Le digo—, ¿vas de viaje?

—No, en realidad, acabo de volver.

—Oh. ¿A dónde has ido? Si se puede saber, claro.

—Sí—ríe—. He estado en Suiza.

—Ala, qué guay—paseo mi mirada por sus maletas—. ¿Cuánto tiempo?

—Pues inicialmente fui a pasar unos días, pero me terminé quedando unos meses.

—¿Puedo preguntar por qué?

Se rasca la nuca con una sonrisa inocente.

—Me enamoré.

Blake Dennis comenzó su historia contándome que se había enamorado de alguien en un viaje, y había hecho una locura de la que no estaba orgulloso, aunque no quisiera decirlo en voz alta. A mí me lo dijo, pensando que, en lugar de escritora, era miembro de la iglesia, y le guardaría la declaración como secreto de confesión. Pues lo siento, Blake, pero me parece que todo el mundo debería saber tu historia, porque me diste una lección que nadie me había dado con tanta claridad.

Blake era un viajero empedernido que no sabía respirar si no viajaba. Le volvía loco, le encantaba montarse en aviones, trenes, barcos, coches, autobuses... En lo que fuera que lo llevara a conocer un sitio nuevo. Mucha gente no entendía su fanatismo con el mundo, pero a él poco le importaba. Ya había visitado más lugares de los que se pueden contar con los dedos —de la mano, y de los pies—, cuando decidió que era buena idea irse unos días a Suiza. Suiza, el montañoso y verde país en el centro de Europa, con una cruz blanca como bandera... Le habría venido mejor algún equipo de emergencia de la cruz roja, porque por poco no necesita material y personal médico al ver a Sarah.

Sarah Welsh era la mujer que le alquilaría el pequeño apartamento en el que él se quedaría. Una, dos y más de tres mil veces había visto él su foto de perfil en la aplicación, y se había quedado prendado de su pelo rubio y sus ojos claros, y su piel blanca y su sonrisa... Sí, se había quedado loco con ella. Claro que Blake no iba con ninguna intención, pero cuando la vio en persona, esperándolo en la puerta del edificio, y lo acompañó con una sonrisa apacible hasta la puerta, y le abrió, y le enseñó la casa... Tuvo que darse golpes así mismo en los laterales de su cerebro para despertar de la ensoñación y volver a respirar. No era tanto su belleza, como su forma tan dulce de hablar y señalar las cosas, y de mirarlo...

Historias de amor en navidad | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora