19: Navidad con mi ex y el ex de mi ex

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19: Navidad con mi ex y el ex de mi ex

No voy a decir que no me interesa Lisa, porque es mentira, sí que me interesa saber de ella, conocerla, ser parte de su vida, ser su amiga. Pero siento que hay algo que ha cambiado: el que tiene mi atención es Finn. Lisa tiene mi interés, pero es un interés distinto, es un interés que no espera nada, es un interés plano. Con Finn el interés tiene profundidad, tiene cavidades, tiene nudos, caminos, respiración, tiene vida propia. No puedo controlarlo, simplemente me nace estar todo el día pensando en Finn, ver su foto de perfil, escuchar su voz ronca de recién levantado en los audios en los que me desea buenos días... No puedo, no puedo negarme ese placer a mí misma, y tampoco puedo enfadarme conmigo por no sentir la misma cosa por Lisa. Pero no me pasa.

Y no pasa nada, ¿verdad? No tengo por qué sentirme culpable porque no me guste. Porque, además, ni siquiera tengo seguro que sea correspondido... Y si lo es, me voy a sentir un poco mal, pero tampoco me puedo forzar. Si no tuviera a Finn en la situación, quizás sí que me forzaría porque sentiría que se lo debo, que estaría desperdiciando una oportunidad... Pero ahora Finn es mi oportunidad.

Por eso intento evitar a Lisa, porque no sé rechazar a la gente, y menos a ella, que ha sido tan buena conmigo y la aprecio tanto. Las tornas se han cambiado, y soy yo la que la evita a ella, como hacía ella después de nuestro beso. Qué lejano lo veo.

Finjo estar muy ocupada, y a esto que me llaman con un toquecito en el codo. Levanto la mirada lenta y teatralmente. Es un chico con un arito en una oreja y los labios brillantes, me mira con una sonrisa.

—Siento molestarte, pero me han dicho que escribes historias de la gente.

Miro por encima del hombro a ver si encuentro a quien se ha atrevido a delatarme. Deslizo un pequeña sonrisa en mis labios y asiento poco convencida. Se sienta.

—¿Quién te lo ha dicho?

—Oh, un amigo, se llama Zander, ¿te suena?

Sonrío, ahora con más vitalidad y lo veo de frente.

—Claro, hablé con él hace unos días.

—Sí, me lo contó.

—¿Qué tal le fue con Bella?

—No sabe más que hablar maravillas de ella—Con sus dos dedos índice, da golpecitos en la mesa—. Pero su historia ya la sabes, ¿te cuento la mía?

Walter era... ¿Cómo decirlo sin que suene mal? Bueno, da igual, lo digo: Walter era gafe.

Quizás yo sigo creyendo que exageró con esa palabra, pero él insistió en que lo era, porque le pasaban cosas que no le pasaban a la gente normal. Una de ellas fue la que me contó:

Walter tuvo un novio de adolescente, de los quince a los dieciocho, estuvieron juntos. Era el hijo de unos íntimos amigos de sus padres, y tuvieron la historia de amor más tóxica de la historia. ¿Pensabas que iba a decir bonita? Sí, yo también lo pensé cuando él me lo contó. Pero no, resulta que Tommy, el exnovio, durante su adolescencia fue un chico inseguro, incómodo consigo mismo y falto de cariño, y eso combinado, en una relación, teniendo ambos tan solo quince años, sin una gota de inteligencia emocional, pues como que no pintaba muy bien. Tommy intentó arreglar todo lo malo que sentía transmitiéndoselo a Wal, todo. Y lo hizo, terminaron la relación porque Tommy tuvo la cara de decirle que no podía estar con alguien tan inestable, que tenía que madurar y entonces ya volverían a intentarlo.

Encima de que se había dañado ayudándolo a él a sanar.

No volvieron a hablar ni verse en dos años, hasta la cena navidad del año anterior al que Wal me contó esto. Se enteró por su madre que vendría con sus padres a cenar en navidad, y que vendría acompañado de su pareja. ¡Acompañado de su pareja! Qué poca vergüenza tenía...

Historias de amor en navidad | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora