21: Magdalenas a medianoche

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21: Magdalenas a medianoche

Tengo que darme un suave golpe en la mejilla para despertar del sueño que me cierra los ojos y me hace dar cabezadas. Miro alrededor un tanto avergonzada, espero que nadie haya visto que un poquito más y se me cae la baba.

La razón por la que estoy así: Finn. Me ha tenido toda la noche despierta, y no, no por una noche de sexo, que sé que a algunos se les complica pensar en otra cosa cuando una dice que no ha dormido nada, sino por que hemos estado toda la noche hablando por teléfono. Después de... Después del beso, que repetí, nos despedimos con otro, y nos llamamos por la noche, hablando sin para y quedándonos medio dormidos con la voz del otro. Me gusta tanto que quizás me guste más de lo que nadie me ha gustado nunca. Quizás porque nunca he llegado tan lejos con nadie habiendo un interés mutuo, quizás porque soy una ilusa y me hago ilusiones con la mínima cosa. Pero Finn me gusta, y creo que yo también le gusto a él.

Lisa no me dijo nada. De hecho no la volví a ver en todo el día, y hoy no está. Tendría que hablar con ella, para evitar malentendidos, para que no piense cosas que no son y entonces tengamos problemas y dejemos de hablarnos, porque no quiero eso, quiero dejar las cosas claras para no volver a sentirme mal por sentir que hago sentir mal a alguien con mis sentimientos. Mucha repetición de la palabra "sentimientos" y derivados, lo siento. Otro derivado...

Una mujer pasa por mi lado apresurada, y no me da tiempo a avisarla cuando ya está en el suelo.

—¡Cuidado con el suelo!

Hago una mueca cuando le veo tirada en el suelo mojado y... Con una tarta destrozada espachurrada por ella misma... Tiene muy buena pinta, la verdad.

—Mierda—dice, mirando con estupefacción el desastre en el que se ha convertido. Se intenta limpiar la tarta del jersey, de la cara, y de las piernas, pero solo consigue manchar cada parte aún más con lo que se lleva de la otra—. ¡Mierda!—repite, sobresaltándome—No...

Se lamenta, ocultando su cara en sus manos.

—Al menos parece que está rica—La mirada de pocos amigos que me da me hace bajar mis ojos con vergüenza—. Estaba. Lo siento—murmuro.

Intenta levantarse pero vuelve a resbalar y ahora cae sobre el pastel de espaldas, y ese último añadido paraliza a la gente que se acercaba a ayudarla, ya recuperados de la impresión, ahora aguardan a la reacción de ella. Que es: suspirar muy profundo con los ojos cerrados, y negar suavemente con la cabeza.

Me atrevo, con la voz muy fina, a hablarle.

—¿Quieres que te ayude a levantarte?

Ella abre los ojos con lentitud, me mira durante unos segundos y asiente, resignada. Me levanto, y la agarro de las manos, procurando no pisar el suelo mojado ni manchado, y la levanto con fuerza, Cuando está de pie algunos trozos de tarta caen al suelo, y se muerde el interior de la boca con fastidio.

—Llevaba días preparando esa tarta y la necesitaba para hoy—dice con pena—. Podría ponerme a llorar ahora mismo, estoy demasiado frustrada con la vida.

—¿De quién es el cumpleaños?

—De la hija de mi novio.

—¿Y no puedes hacer otra?—niega, con la vista en las manos que limpian delicadamente su pecho—¿Y comprar otra?

—Le prometí que le llevaría una casera.

Jo, qué pena.

—¿Y si le explicas lo que ha pasado?—alza las cejas.

Historias de amor en navidad | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora