Sentía la ira recorrer todo mi cuerpo con cada paso que daba, hasta qué salí de mi trance porque alguien chocó mi hombro con fuerza.
— ¡Fíjate idiota! -alardeé sin dejar de caminar.
— ¿Cómo acabas de llamarme? -su voz me llenó de escalofríos por la manera en que pronunció esas cuatro palabras.
Me di la vuelta para mirarlo y ahí estaba, un chico demasiado alto para mi estatura promedio. Era muy guapo, de cabello negro, tez blanca y con unos ojos sombríos y penetrantes; al mirarlo detalladamente pude darme cuenta que era el chico con el que me presenté el primer día y me ignoró.
— Idiota -repetí.
El chico esbozó una sonrisa amplia, no porque estuviera contento; más bien porque se veía enojado, él me tomó de la muñeca con tanta fuerza que mi mano se tornó de un blanco por la presión, me empujó a la puerta de un salón pegándose demasiado a mi cuerpo y puso una mano en mi cuello ladeando mi cabeza a los lados para examinar mis facciones.
— Eres la psicópata.
— Supongo -me encogí de hombros.
— No fue una pregunta -nos quedamos en silencio por unos segundos, no dejó de tomarme del cuello en ningún momento — ¿Eres tan agresiva como dicen? -cuestionó mientras seguía apretando con más fuerza el agarre a mi cuello.
— ¿Por qué no lo averiguas? -dije casi sin aire.
Él me soltó tan fuerte que mi cabeza pegó en la puerta del salón.
— Me llamo Tom Riddle. No me intentes decir tu nombre, apesta al igual que tu presencia.— ¿Y por qué me hablas si no te intereso? -le dije.
— Tú me hablaste primero -respondió, hubo un silencio prolongado y siguió — La verdad no me interesa nada relacionado a ti.
"La verdad no me interesa nada relacionada a ti" irónico, pues después de esa gran confesión por parte de Tom, él no dejaba de encontrarse casualmente conmigo o yo con él; casi que parecía que la casualidad nos llevaba a los mismos lugares de vez en cuando.
— ¿Por qué no dejas de seguirme, Tom? - le dije.
— No lo hago -respondió serio — ¿Qué te hace pensar que deseo hacerlo?
— Pues -me senté a su lado, todos los estudiantes pasando de un lado a otro en la sala común — es obvio que te intereso.
— Piensas mal -cerró su libro con fuerza y se marchó de ahí.
Se sentía una tensión entre nosotros cada que cruzábamos palabra, él quería tener el control de todo lo que pasaba al igual que yo y eso le provocaba placer al parecer.
Con el pasar de los días él y yo nos volvimos una especie de compañeros cercanos, algo parecido; pues cuando menos lo esperaba estaba en mi habitación leyendo un libro, parecía más habitación de él que mía.— ¿Por qué no me dijiste?
Salí de arreglarme del baño, pues había quedado con Cedric de vernos en el puente de la escuela por la noche.
Tom estaba sentado en el pequeño sofá de mi habitación, sus manos se deslizaban suavemente por el filo de las hojas de su libro y asentía con la cabeza de vez en cuando.Me asusté por verlo ahí, pero no lo demostré.
— ¿Qué? -pregunté —¿de qué hablas?— Que saldrás con Cedric -dijo sin quitar la mirada de su libro.
Él me había comentado que Cedric no era la persona más agradable para él, le provocaba diabetes solo con mirarlo y ver cómo actuaba con la gente. No le interesaba que saliera con él, le interesaba saber las cosas con las que podría ocupar en contra de los demás, todo quería saber por muy pequeño que fuera el detalle, así que no le agradaba Cedric, pero le gustaba saber cosas que le daban nauseas para burlarse de él en algún futuro.
— ¿Celoso? -bromeé — No creí que fueras así, Tommy -le dije mientras me cepillaba el cabello.
Cerró el libro aventándolo a la cama y me miró con odio.
— ¿Cómo acabas de llamarme?— Tommy - repetí mirándolo por el espejo y le sonreí.
Él me tomó de la muñeca con fuerza atrayéndome a su lado, su dedo índice se posó en mi mentón y levantó mi cabeza obligándome a mirarlo a los ojos.
— Vuelve a llamarme así -se inclinó hacia mi rostro — y yo mismo te mataré.
— Tommy - pronuncié cerca de los labios — sabes que solo me tomaría un segundo poder matarte, así que no trates de jugar a ser Dios cuando claramente no lo eres.
Me tomó de la cintura con fuerza, mientras sus labios rozaban con la piel de mi cuello, su respiración me hacía estremecer, me hacía sentir cosas que no quería con él. Me dio un pequeño empujón obligándome a sentarme en la orilla de la cama.
— ¡No, Tom! -dije seria — estoy teniendo algo con Cedric.
— Aún no tienes nada con él, maldita estúpida - se inclinó a mi altura, las yemas de sus dedos se deslizaban por mis piernas, tocaban mi piel y sentía como ese pequeño rayo de electricidad que él provocaba se intensificaba cada vez más con su tacto.
Respiré y trataba de asimilar todo lo que había pasado, él se levantó de la cama buscando su ropa tirada por la habitación. Cuando digo que trataba de asimilar todo; es porque realmente me tomó unos minutos en darme cuenta que Tom Riddle había estado en mi cuarto, en mi cama y...¿en mi?
Miré mis muñecas por un segundo, las había apretado tan fuerte que se veían moradas por el corte de circulación, sonreí al ver eso.
— Lárgate -le dije con rabia — tengo que arreglarme para una cita.
— Cállate, sabes que entre él y yo, tendrás más placer conmigo -pronunció con tranquilidad y abrió la puerta.
— Para eso tengo que probar.
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Tribrida en Hogwarts ©
FantasyLa chica tribrida llega a Hogwarts a poner el mundo de todos de cabeza. ***Este libro estará demasiado editado y cambiado a la original, basándome en la vivencia pero agregándole cosas que puedan llegar a interesar más y bueno convirtiéndose en algo...