Tribrida en Hogwarts ©

Corral de hombres

Llegué a donde había quedado con Cedric, él estaba recargado en el barandal del puente observando el cielo.
Lo miré por unos segundos en silencio reconsiderando todo lo que podría pasar entre nosotros dos y si de verdad lo quería como él a mi.

— Hola tú -dije.

— Hola -sonrió y se acercó a mi — vamos -extendió la mano, lo miré perpleja y tomé su mano con delicadeza.

— A dónde...

— ¿Te peleaste con alguien? -interrumpió.

—No...-respondí átona — ¿por qué?

— Tu muñeca está marcada -levantó mi mano y la examinó.

Sentí una vibra extraña recorrer mi espalda al recordar a Tom.
— ¡Ah! - le sonreí gentilmente para que no se preocupara más — Tom me iba a dar unos apuntes de sus años pasados, pero es un poco brusco.

La ira en sus ojos era evidente.
— No te golpea, ¿cierto?

— Puedo cuidarme sola, Diggory. No te preocupes.

— Lo sé, pero si te hace algo...no dudes en decírmelo.

Le di una palmadita en el brazo y volví a sonreír.
— Somos amigos, no me hará daño.

Él asintió la cabeza sin antes decir:
— Sabes que puedes confiar en mi.

Llegamos al campo de quidditch y caminamos un rato.

— Le hablé a mis amigos sobre ti.

— ¿Querías marcar territorio? - Sonreí.

Soltó una carcajada.
— Tal vez - me miró de reojo y siguió — quiero hacer esto más...formal - dejó de caminar para tomarme de la mano.

Me quedé callada por unos segundos analizando lo que había dicho, no me mal interpreten, pero no estaba segura de lo que quería realmente.

— Crees que es muy rápido -afirmó.

— Deberíamos ir más lento -le dije tranquila.

Él asintió con la cabeza y sonrió.

Nos la pasamos hablando de cosas que salían en la conversación y él se llegaba a reír de algunas estupideces que yo decía.

Cuando era la hora de regresar, me acompañó hasta las mazmorras, caminábamos con lentitud para poder hablar un poco mas y antes de irme, Cedric me dio un beso en los labios, fue lento y suave.
Se fue sonrojado y no pude evitar reírme ante eso.
Al llegué a la puerta de mi habitación sentí a alguien detrás de mi, olía a imbécil.

— ¿Qué quieres Malfoy? -hablé con cansancio.

— ¿Te la pasaste bien hace rato? -preguntó —son muy claros tus ruidos.

Me giré y lo miré a los ojos.
—¿Celoso por qué no eras tú?

— Quisieras.

— Yo sé que piensas en mi y me deseas -susurré con diversión.

Soltó una risa fuerte y clara.
— No pienso en ti, tengo a tantas para escoger.

— ¡Felicidades! aunque ambos sabemos que cierras los ojos imaginando que la que está contigo soy yo -abrí la puerta, entré a mi habitación y cerré la puerta en su cara.

— ¿Tú novio se dio cuenta de la marca?

— ¡TOM, CARAJO! no hagas eso - levantó un poco la comisura de la boca y se acercó a la luz — ¿Cuánto tiempo llevas ahí en ese rincón?

Él se encogió de hombros.
— Responde.

— ¿Por qué querías que él lo viera? -pregunté cansada.

— Me gusta crear problemas entre las personas.

— Todo fue tu plan -dije sonriendo de la impresión.

— Tenía todo planeado -se acercó a mi tomando mi rostro entre sus manos con brusquedad, me obligaba a verlo y podía observar en sus ojos ese brillo de placer, me besó con desesperación antes de irse  y caí en cuenta que no tenía ni una sola idea de que es lo que sucedía con ellos.
Eran tan estúpidos, llenos de hormonas y deseo que me provocaban escalofríos cada que se acercaban a mi, pero a la vez me gustaba.