Se acercaron para abrazarme, mi padre me dio un beso en la frente, expresando cuánto me había extrañado.
— Cuánto has crecido... — comentó.
— Lo sé... — Sonreí. — Yo también los extrañé, mucho.
Mi madre, llena de preguntas, me interrogó sobre mi hambre, si me quedaría, y cómo me había ido.
— Mamá, son muchas preguntas. — Solté una risa. — No creo que pueda quedarme, estaba en casa de unos amigos... Solo quería verlos.
— Tráelos. — Habló papá.
— Te reconocerán. — Le respondió mi mamá.
Les conté sobre las acusaciones injustas contra mi padre, las muertes de magos y cómo fue enviado a Azkaban sin haber hecho nada.
— De hecho... es una buena idea, pa. Ellos saben que no hiciste nada, que estuviste en Azkaban injustamente.
Después de un tiempo familiar, regresé a la madriguera para invitarlos a pasar un tiempo agradable en mi mansión. Bill estaba afuera, viendo el amanecer.
— ¿En dónde estabas? — Preguntó.
— ¿Qué te importa? — Me paré de puntillas, puse mi mano en su cara y comencé a moverla.
Bill sonrió y apartó mi mano.
— ¿Otro de esos sueños?
Asentí con la cabeza.
— Otro de esos sueños...
Soltó un suspiro.
— ¿Qué soñaste?
— Moría.
Entramos a la madriguera, me preparé un café, y nos quedamos en la sala hablando.
— No jodas.
— Sí... — Solté una risita.
— Aly, no es posible que tu sueño más raro sea un títere golpeándote. — Susurró.
Me tapé la boca con ambas manos.
— Billy, cállate... no me puedo reír.
— Yo no dije nada. — Habló aguantándose la risa.
Nos vimos a los ojos y comenzamos a soltar risitas, tratando de no hacer ruido.
Nos reímos por las risas, y Bill, a pesar de su imagen seria, era un amigo que amaba con toda mi alma.
— Hay que cazar gnomos. — Le dije.
Me miró con confusión.
— ¿Ahora? — Preguntó.
— Siiii, ahora. Siempre he querido hacer eso.
Soltó una pequeña risa.
— Está bien, vamos.
Caminamos al jardín y atravesábamos el césped. Nos inclinamos al mismo tiempo sobre una mata de peonías, se oyó el forcejeo y la mata se movió; al levantarnos teníamos un gnomo entre las manos.
Bill me enseñó cómo marearlos para que no encontraran su madriguera. Soltamos al gnomo, y salieron volando por el aire.
Pasamos un rato desgnomizando hasta que escuchamos a la señora Weasley llamarnos.
Entramos a la madriguera.
— ¿Qué hacían despiertos tan temprano? — Nos preguntó.
— Se nos fue el sueño. — Respondió Bill y volvió a subir.
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Tribrida en Hogwarts ©
FantasyLa chica tribrida llega a Hogwarts a poner el mundo de todos de cabeza. ***Este libro estará demasiado editado y cambiado a la original, basándome en la vivencia pero agregándole cosas que puedan llegar a interesar más y bueno convirtiéndose en algo...