Pelirrojos

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La primera noche en Hogwarts, la intriga no me dejó dormir. ¿Qué me esperaba en ese lugar lleno de magia, miedo, emoción y sentimientos?

Con el paso de los días, me acostumbraba a la escuela y sus fascinaciones: escaleras móviles, cuadros parlantes, fantasmas y el típico drama escolar. Durante el desayuno, jugaba con el agua sin necesidad de varita, simplemente movía mi dedo y el líquido giraba.

— Eres la tribrida, ¿cierto? —inquirió un chico cuya voz me resultaba interesante. Agradecí que hiciera una pregunta fácil.

— Así es, George —respondí sin despegar los ojos del vaso.

— ¿Cómo... cómo?

— ¿Cómo sé tu nombre? —lo miré a los ojos—. De todos los que están aquí, me sé la mayoría.

Era una mentira, pero no importaba. El otro chico, Fred, se cruzó de brazos.

— No te creo —dijo.

— Pues no me creas —le sonreí—. La verdad, no me interesa si me crees o no.

— ¿Quién es ella? —señaló a una chica al azar.

— Luna —respondí rápidamente, dándome cuenta de que ni ellos conocían a los demás presentes.

— ¿Y él? —preguntó George.

— George, perderás dinero; deberías preguntarme sobre alguien que no sea de mi casa —sonreí—. Él —lo señalé— es Tom Riddle, mestizo y está en el último año. ¿Quieres saber cuánto le mide?

Fred se rió, y George le pasó algunas monedas por lo bajo.

— Si me disculpan —me levanté—, tengo que ir a las prácticas de quidditch. Un placer conocerlos.

— El placer es todo nuestro —dijeron al unísono.

Caminaba hacia el campo de quidditch, jugando con el agua que formaba una burbuja flotante. Fred no dejaba de mirarme, y George intentaba reventar la burbuja.

— ¿Quieres que te acompañemos? Somos los mejores jugadores de quidditch de Gryffindor —ofreció Fred.

— No dudo que sean buenos, pero puedo ir sola —bajé mi mano, haciendo que el agua cayera bruscamente al suelo —. Nos vemos luego.

— Disculpa a mis hermanos —escuché una voz—. Son algo... especiales.

Era otro pelirrojo, el mismo chico que me observó durante la elección de casas. Tenía el cabello largo y destacaba entre los hermanos.

— Creo que compartimos el mismo sentido del humor —dije con sarcasmo.

— Soy Bill Weasley —se acercó y extendió su mano.

— Val, mucho gusto —entrelacé mi mano con la suya.

— El gusto es todo mío —sonrió—. Así que tribrida, ¿cómo es eso?

— Bueno... —hice una mueca—. Soy bruja, vampiro y licántropo, en resumen.

— ¡Mierda! ¿Y en verdad mataste al guardia? —me miró rápidamente y luego bajó la mirada a mis labios.

— Tranquilo, no muerdo —vacilé.

— ¡BILL! —gritó George.

— ¡ALÉJATE DE ELLA, ESTÁ APARTADA! —siguió Fred.

Los gemelos corrían hacia nosotros y al llegar a mi lado, apoyaron sus brazos en mi cabeza.

— Por nosotros —dijeron al unísono.

Me reí.

— No soy un trofeo, y mucho menos estoy apartada —caminé alejándome de los tres—. Nos vemos luego, zanahorias.

Tribrida en Hogwarts ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora