Hiedra venenosa

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He experimentado momentos vergonzosos en mi vida, pero aquel en el que todos me observaban fue el más embarazoso, aunque no lo iba a admitir.

La gente se alarmó; un chico se desmayó y otro lloró al cruzar miradas conmigo. Era el centro de atención, y mi ego se alimentaba.

— ¡¡Silencio!! —dijo Dumbledore, poniéndose la varita en el cuello mientras todos seguían gritando— ¡Silencio!

— ¿A todos les ponen bozales al entrar a Hogwarts o debería sentirme especial? —hablé— Créanme, me siento halagada, pero me acababa de retocar el labial y esa cosa lo iba a arruinar. Era la chica nueva con un mal sentido del humor.

Todos estaban callados mientras caminaba. Quería mirar en todas direcciones, pero no quería demostrar interés en Hogwarts. Solo ansiaba estar en casa comiendo galletas con mi mamá. Lo más irritante fue cuando comenzaron a susurrarse cosas entre ellos y el estruendoso ruido de mis botas chocando con el suelo.

— Hola, soy Val —extendí mi mano y Dumbledore la estrechó con la mía—. Por cierto —me giré hacia los demás—, ¿quién les dijo que a los híbridos y tribridos nos afecta la luna llena?

— Lo sentimos mucho —Dumbledore habló con tranquilidad—, pero me gustaría saber cómo murió el guardia.

Me dio miedo su mirada. Tal vez pensó en enviar a Azkaban o informar a mis padres sobre el incidente. Solo me limité a decir lo que mi padre solía expresar en reuniones familiares.

— ¡Oh! Sí... el guardia. Bueno, la agresividad ya es de familia —sonreí, pero al verlo demasiado serio, me acerqué y susurré—: Fue un accidente.

El hombre se rascó la barba, dándome una última mirada. Era una mirada que hablaba, como si pudiera leerle el pensamiento.

"Tu alma está envenenada, eres una serpiente venenosa."

Cuando me pusieron el sombrero seleccionador, no dejaba de preguntarse dónde ponerme.

— ¿Gryffindor o Slytherin... Gryffindor o Slytherin? Eres valiente y astuta, ¿así que dónde te pondré?

No me preocupaba, solo sentía las miradas de todos. Mis ojos se encontraron con los de un chico pelirrojo y no pude evitar sonreír. Las miradas de todos me causaban curiosidad, como si fuera un fenómeno extraño cuando solo era una más de ellos.

Mis ojos se tornaron de un dorado luminoso, y pude escuchar a una chica susurrar.

— ¿Viste eso? —suspiró emocionada, aterrada o tal vez disgustada.

Volví a mirar al chico pelirrojo, pensando en lo genial que era llamar la atención. Me sentía poderosa, como un ser temido por todos en ese instante.

— ¡Slytherin! —el sombrero gritó.

Me senté en la mesa de Slytherin, junto a un chico de cabello oscuro y tez pálida. Lo vi de reojo, era atractivo.

— Hola, me llamo Val —extendí mi mano, pero él solo entornó los ojos e ignoró.

— No te responderá si es lo que quieres —habló una chica rubia a mi otro lado.

— No... —me giré y la miré a los ojos—. Su silencio dice más que mil palabras —respondí con una sonrisa. Ella frunció el ceño y se encogió de hombros.

Cuando la cena terminó, debíamos ir a nuestra sala común. En el camino, vi a lo lejos unos cabellos platinados. El chico caminaba con estilo y seguridad, metió las manos en los bolsillos. Un solo movimiento bastó para despertar mi curiosidad por el tipo de cabello platinado. Intenté acercarme, pero como agua y aceite, no pude llegar y no estaba segura de si valía la pena. ¿Quién era ese y por qué tenía el cabello tan hermoso?

Tribrida en Hogwarts ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora