A mi cuidado

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-Rin...-abrí con delicadeza la puerta de su habitación no contestaba mis llamados anteriores y no tuve otra opción mas que entrar a ver su estado.

Observe su figura, su respiración estaba entre cortada y al parecer tenia escalofríos pues se tapo con varias colchas para mantener el calor. Solté un suspiro, sabia que estaba mal pero no tanto, si tan solo hubiera sido mas perceptivo esto no estaría pasando. Me acerque lentamente hasta ella.

-Oye...sabes que no me molestas-murmuré, me senté a la orilla de su cama mientras la veía cerrar sus ojos con fuerza, algunas gotas de sudor corrieron por su frente.

Acerqué mi mano a su cara, sobando con cariño su mejilla derecha para luego irme a su frente y medir su temperatura; cosa que no sabía porque lo hacía si se veía que estaba mal, de todas formas, comprobé que estaba muy caliente. Limpie el sudor que tenia con mis manos y me levante. Tenía que traerle un paño mojado para aliviarla y algunas medicinas para su dolor.

Mire por un instante su figura antes de marcharme a buscar las cosas, no me gustaba verla así, quería que confiara más en mí; ella nunca será una molestia para mi porque a pesar de lo torpe que sea o de lo infantil que llegue a ser siempre será la persona que mas ame en este mundo.

Un recuerdo efímero vino a mi mente, verla jugar en el parque con los niños pequeños y tomar el rol del villano en sus juegos de fantasía me alegraba. Sonreí inconscientemente, pronto volvería a ser esa chica tan enérgica que siempre fue. Camine más rápido hasta llegar a mi habitación.

Primero debía buscar un paño, como no teníamos alguno opte por usar una de mis poleras blancas. Saque una de mi armario sin pensarlo mucho y me fui directo a la cocina, ya que en ese lugar era donde guardábamos los medicamentos, en una pequeña caja en una de las alacenas. Abrí el cajón y saque un paquetito de paracetamol que guarde en mi bolsillo de mi pantalón.

Mire la cocina por un momento y decidí hacerle un te caliente, tal vez tiene dolor de garganta. Tome una caldera pequeña y la llene de agua, encendí el fuego de la cocina y coloque dicha caldera encima. Mientras esperaba a que calentara busque algunas frutas; lo bueno es que teníamos manzana, quería darle algo ligero, pele y corte algunas rodajas.

El agua ya estaba tibia, puse unos cuantos palos de canela y esperé por unos momentos más. Busque un frasco de miel en la alacena y puse un poco en una taza, apague el fuego y tome la caldera con un trapo de cocina, ya había tenido la experiencia anterior de quemarme así que ahora era mas cuidadoso, vertí con cuidado el té, deje la caldera a un lado y mezcle dicho liquido de la taza con una cucharilla.

Ya estaba listo para subir a su habitación, tome con cuidado la taza y con la otra mano tome el platillo que contenía la manzana picada. Sonreí satisfecho y subí a paso apresurado, esperaba que con esto por lo menos se aliviara un poco. Una vez fuera de su cuarto abrí la puerta con cuidado.

-Rinny...-ella seguía dormida, se veía tierna, pero tenía que tomar algo para sanarse.

Dejé las cosas en la mesita de luz y me senté a la orilla de la cama, contemplándola en silencio. Sin pensarlo acaricie su rostro, aún seguía caliente, cierto, tenia que colocarle el "paño" húmedo en su frente. Busque con la mirada mi polera, al parecer lo había dejado en la cocina. Me levanté abruptamente y corrí a la cocina.

Lo había dejado a un lado de las hornillas, abrí el grifo y lo mojé con rapidez para luego enrollarlo y sacar el agua excesiva que contenía. Volví a subir a su habitación. Ya me había tardado lo suficiente, saque mi celular y observe la hora marcada "5:15 p.m." aun no era muy tarde, guarde mi teléfono y entre a su cuarto.

-Pequeña-esta vez hable más fuerte, me acerque a ella nuevamente-Rin, despierta-escuche un pequeño quejido de su parte. Moví un poco su hombro haciendo que despertara, deje el paño en su mesita de luz.

-Len...solo...un poco más...-dijo somnolienta, abrió sus ojos con pesadez y me observo.

-Vamos, tomas esto y podrás dormir todo lo que quieras, ¿sí?- sonreí, ella solo asintió sin pensarlo más.

La ayude a sentarse en la cama, se veía un poco débil. ¿Desde qué hora se habrá comenzado a sentir mal?, si no hubiera vuelto por unos papeles no me habría dado cuenta, es cierto estaba molesto porque no me aviso y por su respuesta "no quería molestarte". Aun no era tiempo de pensar en eso, luego hablaría con ella seriamente por ahora tenía que descansar.

-¿Qué té es?-pregunto curiosa observando la taza. Le pase el platillo con manzanas y ella comenzó a comerlas.

-Es un simple te de canela y miel- vi como comía de forma rápida las manzanas – tranquila, nadie te lo quitara-

-Eh...-bufo-oye... ¿no tenias que volver al trabajo?-bajo su mirada.

-Por ahora no, además eso no importa. Vamos tienes que terminar tus manzanas-ella solo observo el plato- quería cortarlas en forma de conejo, pero no me salió, por eso algunas tienen esa forma rara- se rio por lo bajo.

-No eres bueno en la cocina-

-No, pero, todos los días aprendo algo nuevo contigo...-acaricie su mejilla, volvió a verme, si seguía asi me perdería en su mirada.

-Len, yo- tomo mi mano y la entrelazo.

-No eres una molestia, nunca lo fuiste y nunca lo serás. Te amo- antes de que pudiera replicarme por algo bese sus labios, poco importaba si yo también me contagiaba, quería que supiera que siempre estaría para ella.

Me separe de ella y me senté a su lado acariciando su cabello gentilmente, sabía que no querría verme después de eso ya que sus nervios a veces le ganaban, era simplemente adorable. Sentí como se recostaba en mi hombro, mi sonrisa no se iba a desvanecer tan fácil ahora.

-Yo también te amo-siguió comiendo sus manzanas hasta terminar el plato.

-Ahora solo tienes que tomar esto y tu dolor de cabeza se ira-saque de mi bolsillo el paracetamol y le di una tableta. Ella lo metió a su boca para luego tomar la taza y tomarla.

Una vez que lo termino todo, dejo la taza en la mesa y se volvió a recostar. La tape con las colchas y puse el paño en su cabeza. Me acerqué nuevamente a ella y volví a besar sus labios de forma rápida.

-Len...deberías volver, yo ya estaré bien-sonrió.

-No lo hare, mi deber es cuidar a mi princesa, además, por un día se las pueden arreglar sin mí. Solo tenía que verificar algunas canciones y producción-dije sin más. Sabia que Miku se encargaría de todo.

-Pero...-tomé sus mejillas con ambas manos y las apreté un poco

-Nada de peros-deje de apretarla-hare algo para cenar, ¿Qué se te antoja? -su mirada se ilumino, por alguna razón le gustaba que yo cocinara por mas que todo me saliera horrible; recordé la mueca de disgusto de Kaito al intentar comer mi intento de helado casero.

-Pollo a la naranja...-no era algo tan difícil. Di otra vez un beso a sus labios y me encaminé a la puerta.

-Lo que mi reina deseé-di una pequeña reverencia y Sali de su cuarto.

Saque mi celular para mandarle un mensaje a Miku explicándole porque no podría ir y que no preocupara por Rin ya que yo la cuidaría. Con un peso menos ahora solo tenia que enfocarme en cocinar el mejor pollo para mi Rinny y de que la cocina no explotara.

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