Diseño.

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Odiaba las épocas lluviosas, era como si el agua le quitara toda su energía y se la llevara por el suelo. Las nubes oscuras tapaban la belleza de las calles, pero, lo que más odiaba eran los relámpagos de las tormentas, los solían comparar como fuertes gruñidos de ira del cielo. No se sentía para nada cómodo en esa época, menos cuando estaba fuera de su hogar.

Volvió a tomar otro sorbo de su café, ignorando el replicar de las gotas de lluvia cayendo en las afueras, inundando los pavimentos y mojando a las personas poco afortunadas que no trajeron paraguas, ignorando el cambio de clima que hubo desde la madrugada. Fijo su vista en su cuaderno en blanco esperando poder llenarlo de algún trazo, ¿Qué podía crear?, no lo sabía.

Tenía que crear una colección para la primavera, pero con esa tempestad no encontraba inspiración alguna, usualmente salía a las calles fijando su vista en lo más simple para sacar conjuntos sencillos y detallados a la vez, con los bordados que tanto amaba hacer y los cortes tan parejos que mostraba a la hora de crear; lastimosamente toda la semana presento una lluvia infernal, decayendo al diseñador.

Una vez terminado su café suspiro cansado, otro día sin poder trazar algo, su jefe estaría molesto si no presentaba algo para la otra semana, ¿pero podía culparlo?, sinceramente odiaba trabajar en las épocas invernales, era como si su corazón se congelara y evitara todo tipo de sensaciones cálidas.

Ni siquiera lograba calentarse con el café.

Fijo su vista aburrido en la ventana del lugar, viendo caminar a la gente con sus paraguas, siguiendo con sus vidas monótonas, como él. Se rindió al no obtener algún tipo de iluminación, guardando de mala gana su cuaderno vacío en su mochila junto con sus lápices y se dirigió a pagar lo que debía a la caja de la cafetería. Esperaba que el camino de vuelta se le ocurriera algo o por lo menos viera algo impresionante para crear el tan esperado conjunto primaveral.

Su auto estaba a unas cuadras del lugar, del porta-paraguas saco lo suyo, suspirando una vez más antes de salir a las calles e impregnarse del aroma húmedo. Caminaba lentamente, observando el agua chocar con sus zapatos con cada paso que daba, ni siquiera valía la pena mirar a su alrededor, al menos eso creía.

Estaba cansando, después de que llegaría a su casa se dispondría a dormir para recuperar sus fuerzas perdidas e intentar diseñar algo mañana en la mañana, si fuera necesario, tendría que ocupar sus borradores que no le convencieron del año pasado. Se quejo ante ese pensamiento, ¿Qué tan mal debía estar para pensar en ocupar esos fallos?, negó con la cabeza ante su estupidez, levantándola para buscar el auto y marcharse de una vez.

Grata fue su sorpresa al encontrarse una mirada que derritió el frio de su corazón.

No supo pensar en otra palabra para describirlas más que "perfecta", como si fuera una ninfa atrapada en la lluvia se escondía en uno de los techos de una casa, con su silueta mojada y su cabello rubio totalmente húmedo...suspirando de cansancio, pero sin quitar ese semblante alegre que adornaba las facciones de su rostro. La ropa que llevaba no le hacía mucha justicia, un suéter alargado y un buzo que no combinaban, pero denotaban su sencillez y ternura en un punto equilibrado, con unas botas hasta la rodilla; no se dio cuenta por cuanto tiempo se perdió en esa mirada, maravillado por lo que veía.

Un bello vestido blanco adornado de bordes dorados, unos tacones blancos o tal vez unas plataformas...su cabello ondulado y decorado con una hermosa margarita a un lado, su rostro pintado levemente. Una sonrisa se desprendió de sus labios al saber cuál sería su primer vestido.

La muchacha al notar la mirada fija del hombre se volteo en busca de refugio, al hacer aquello la sonrisa del joven desapareció, ahora tornándose preocupado, no quería que su musa se volteara, necesitaba volver a ver su rostro resplandeciente. No se le ocurrió otra cosa más que acercarse con cierto nerviosismo.

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