Escape.

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Me levanté exhausta observando con detenimiento mi alrededor, solté un bostezo estirando mis brazos en el aire. Caminé directo al baño de la habitación para ponerme algo de ropa...al parecer volví a despertar desnuda, como siempre...al menos no tenía un moretón morado notorio en mi cuello o en alguna zona más...intima.

Me aseé en la ducha, limpiando todo rastro que pude tener en la noche, olvidando por un momento en donde me encontraba. Supongo que esto era uno de mis momentos favoritos, las gotas podían purificar todo lo malo, sanando mi cuerpo manchado; cerré el grifo mientras tomaba una bata amarilla, salí del baño a buscar algún vestido el cual ponerme.

El mueble era pequeño, como para niños...pero pintado de una forma neutral, saque una prenda doblada entre el primer cajón con un pequeño conjunto de ropa interior, todo estaba bastante ordenado, no importaba si quitaba todo de golpe y lo dejaba esparcido...volvería a la normalidad en la mañana. Ya daba igual lo que me pondría, ni siquiera batallaba con lo que tenía por eso siempre tomaba lo primero que veía.

Ya vestida suspire, tal vez estaba aburrida...mire a mi alrededor buscando algo con lo que entretenerme notando algunos rayones en la pared...cierto, corrí hasta el pequeño librero que tenía en una parte de la habitación tomando un crayón gastado negro, volviendo a marcar una parte de la pared blanca, continuando lo que tenía.

Sonreí un poco, supongo que esto le molestaba, no lo sé. Él es una persona muy ordenada, minimalista, saber que no podrá borrar estos rayones lo debe volver loco, solté una leve carcajada; Guarde el crayón en su lugar y mire el librero, tenía contenido nuevo a la del mes anterior, me sentí satisfecha por eso.

—Susurros del alma—ironía tal vez, tomé ese libro y me dispuse a leerlo en el suelo alfombrado. No me gustaba hacerlo en la cama porque usualmente me dormía, además me era más cómodo el piso por alguna razón, tal vez una sensación hogareña.

Ahora que lo pensaba mejor, podría pedir para mi cumpleaños un esterero o, aunque sea un reproductor de vinilo, escuchar mis pensamientos todos los días ya me era molesto, me gustaría poder escribirlo, no perdía nada intentando pedirle nuevos regalos.

Siempre solía darme un premio por mi buen comportamiento.

Usualmente perdía la noción del tiempo cuando leía, concentrándome en el mundo lleno de fantasías que me prometía cada cuento, olvidando mi realidad, sintiéndome más ligera cada que eso pasaba, pero siempre tenía que volver, cuando sonaba el pequeño tintineo de una campana en la puerta de la habitación, abriendo una pequeña parte de esta, lo suficientemente grande para meter un plato de comida.

En este caso mi desayuno.

—Oh, waffles con miel y fresas—tome el plato con delicadeza viendo la pequeña puerta cerrarse de golpe—Gracias—agradecí por la comida y me la lleve a una pequeña mesa que tenía cerca del librero.

Use mis manos para comer el tan exquisito desayuno que me fue otorgado, recuerdo que ayer fue avena con frutos secos y la vez pasada un revuelto de huevo con verduras...el menú cambiaba cada día, al menos intentar adivinar que comería se me hacía divertido y una buena forma de pasar el tiempo.

Cuando terminaba de comer me limpiaba las manos en el baño, también unos momentos después me traían botellas desechables de agua o algún jugo, todos entregados en esa pequeña puerta; ahora que lo pensaba, me pregunto quién será el que cocina todo esto...dudo que sea él, siempre se la pasa ocupado en sus proyectos y si intentaba hacer memoria solo podía pensar en esa chica de cabello azul que me recibió aquella tarde.

El plato también era desechable por lo que todo era dirigido al basurero del baño, no solía llenarse, siempre acomodado en la mañana. Volví a soltar un bostezo, tomando el libro entre mis manos dándole otra leída, ignorando nuevamente mi alrededor.

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