relatos cortos rinxlen

Inmoral

-Debemos destituirla, no puede quedar en el trono-Hablo uno de los viejos con cautela, no sabía si podían escucharlo.

-No podemos, no tenemos los medios. Nos asesinaran...-uno de los más jóvenes trato de convencer al mayor. Todos los presentes bajaron la cabeza con decepción.

Era verdad, si descubrían aquella reunión todos serian asesinados a sangre fría, pero a pesar de aquello querían intentarlo. Con suerte lograron llegar con vida, además de que algunos estaban seguros de que no los encontrarían en ese sótano, la casa del agricultor estaba alejado del palacio. Alejado de su mira.

-¿Cómo acabaremos con ella?-otro muchacho hablo, si no mal recordaban él era uno de los sirvientes de la señora, lo reclutaron creyendo que podría infiltrarse fácilmente en sus aposentos.

-Conseguí esto...-uno de los agricultores saco un pequeño frasco, algo que pocos conocían. El sirviente miro con detenimiento el frasco, preguntándose de donde sacaron aquello.

-Una pequeña gota y todo terminara-le paso el frasco al sirviente, era más que claro quien tendría que envenenarla.

Una pequeña esperanza se formo frente a ellos, si lograban acabar con ella otra persona podría tomar su lugar y terminarían con la corrupción y posible guerra, en lo mejor de los casos. Cualquier cosa seria mejor que estar a cargo de esa tirana.

Aún ellos no podían comprender como es que esa mujer logro conseguir seguidores fieles, no había duda de que uso su "magia maldita", también creían que de esa forma logró conseguir el trono. Desde que llego esa mujer las posibles guerras con el reino vecino se avecinaban a cada momento, enemistándose con otros soberanos por causas desconocidas. No lo comprendían bien, solo temían que gente como ellos falleciera a causa de la tirana.

-Confiamos en ti muchacho-el sirviente asintió con nerviosismo.

-S-Solo tengo una pregunta... ¿Cómo consiguió este veneno?-el agricultor suspiro, tenía que contarlo ya que si él fallecía sabrían donde conseguir más.

-Escuchen...a las afueras del reino en el lado norte hay un riachuelo, por aquel lugar vive un misterioso brujo el cual vende estas pociones.

Todo el mundo estaba sorprendido ya que no esperaban escuchar eso del viejo agricultor, siempre trato de mantener un perfil bajo así que iniciar este tipo de reunión asombro a cada uno; se sabía que su familia fue asesinada por órdenes de la reina pero no explicaron mayor detalle, como todos los asesinatos mandados por ella.

-Por fin acabaremos con la tirana Ri-antes de que pudiera acabar el muchacho fue decapitado con un corte limpio.

Quedaron atónitos, observando como la cabeza de su compañero caia duramente al suelo, no sabían que estaba pasando si hace tan solo un momento el sirviente estaba de su lado. Temblaban de miedo en su lugar, no tenían escapatoria, creyeron que todos eran conocidos del agricultor, pero al parecer no.

-Oye... ¿Por qué?-Uno de los campesinos trato de hablar.

-No tienen derecho de decir su nombre-el sirviente mostró su espada en frente de su audiencia; su apariencia comenzaba a deformarse, pero las ropas que traía no cambio.

El rostro cambiaba a uno mas maduro, sus mechones oscuros se aclararon a un rubio...sus ojos cambiaron de forma. Frente a ellos el perro fiel de la reina se hizo presente, todo ese tiempo estuvo oculto para matarlos en el momento indicado, eso explicaba porque no los asesinaron anteriormente.

-Len...-el agricultor murmuro. Se levanto apresuradamente observando a sus compañeros-¡Corran!-grito a todo pulmón sacando de su trance a los demás, quien no dudaron en tratar de huir de la escena.