Vigilada

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-Te lo juro Luka, no estoy loca-tome otro sorbo de mi te, ya tibio por el paso del tiempo. Quería calmarme pero que mi amiga no me creyera hacía que me desesperara.

-Calma, no digo que no te crea-suspire, se veía en su rostro. Ella tomo otro bocado de su pastel de fresas.

Ahora sí que me sentía sola, la única persona que tenia de confianza me miraba con pena. Hace tiempo que recibía ese tipo de miradas, pero que lo haga ella...me llegaba, suspire. Seria mejor dejar esta conversación para otro momento, si es que había otro momento. Mire con sigilo la ventana de la cafetería, observando el paisaje del exterior, aun no era de noche, pero ya estaba oscureciendo. No quería irme sola a altas horas, debía de ser más precavida.

-Lamento si te moleste en algún momento-tome el ultimo sorbo que me quedaba de mi te para ponerlo en la mesa nuevamente. La observe con una sonrisa, ella me devolvió el gesto.

-Rinny...sabes que puedes contarme lo que sea-acomodo su abrigo que tenia puesto-te creo...bueno...no del todo, pero si sientes algún malestar en esa casa siempre puedes venir a la mía-Acerco sus manos a las mías, tomándolas y llenándolas con un poco de calor. Ambas nos olvidamos de traer guantes.

-Gracias...-murmure, tal vez yo si estaba exagerando un poco.

Me despedí de mi amiga y me encaminé por las calles de la ciudad hasta mi hogar, últimamente no me sentía segura del todo caminando sola, pero aún no oscurecía y por lo visto había gente. Miraba de vez en cuando a los lados buscando a alguien extraño, no veía nada fuera de lo común mas que familias paseando por el lugar, jóvenes hablando entre sí, entre otros.

Desde hace unos días me siento observada, alguien me seguía a todos lados no cabía duda. La sensación se fue apoderando poco a poco en mí, primero... quería creer que era una alucinación, que me lo estaba exagerando, que mi mente jugaba conmigo. Sin embargo, no fue como yo quería; anteriormente caminaba a altas horas de la noche, puesto que en mi trabajo de oficina por hacer horas extras salía tarde, tomando el ultimo tren de la noche. Me di cuenta de que los mismos pasos se escuchaban cerca de mí, todas las noches, por el mismo camino hasta que llegaba a casa y al entrar desaparecían.

Habían salido últimamente en las noticias que varias mujeres fueron atacadas en la noche, así que por precaución las damas de la oficina tenían prohibido quedarse hasta tarde y podían llevar su trabajo a casa. Lo cual era perfecto para mí. Lastimosamente esos pasos me seguían aun en el día.

No podía distinguir de quien era ya que cada que volteaba no había nadie, me sentía impotente, tenia que estar en alerta todo el tiempo. Cada día enloquecía más, si ese alguien quería hacerme daño que aparezca en frente de una vez, ya no quería que jugara conmigo. Tres meses con la misma sensación...

Había llegado a mi casa, suspiré resignada, en un intento en vano de encontrar seguridad recorrí a mi amiga Luka. Hace meses que no la veía puesto que nuestro tiempo de vacaciones no coincidía, pero si la llamaba constantemente. Lastimosamente no me creyó al contarle la historia de los pasos. Saque mi celular de mi cartera y le mande un mensaje, haciéndole saber de qué llegue bien a casa.

Colgué mi abrigo en el perchero que estaba a un lado de la puerta principal y me dirigí a la sala, quería recostarme por un momento antes de trabajar. Di una mirada rápida al lugar, mi computadora seguía en la mesita de té del salón y el sofá tenía una manta arrugada, tenia la mala costumbre de tomar siestas aquí. Moví la manta, sentándome en el momento. Sentí mi cuerpo relajarse por completo, ya estaba en casa...un lugar seguro...al volver a casa no escuche los pasos, pero cuando fui al café sí. ¿En que estaría pensando mi acosador?, reí irónica por la pregunta, ¿acaso tenia un acosador?, mi mente ya estaba lo suficiente podrida como para pensar en eso más.

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