Insomnio

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Fue Maialen, quien en un intento de relajar el ambiente, tomó la palabra:

- A ver, vamos a calmarnos - dijo viendo que nadie se atrevía a hablar y todas las miradas se dirigían a un Hugo cuya expresión era difícilmente explicable - Sabemos como son estos programas de cotilleos, que solo buscan audiencia.

- Y también conocemos a Eva - le apoyó Nia - Que Adrián sea su ex no significa que haya dejado de ser su amigo. Ella es muy cariñosa y no le gusta estar mal con la gente, debe tener de seguro un buen motivo para haber estado estos días desaparecida con este chico.

Flavio y Bruno se miraron y asintieron.

Samantha miraba a Hugo, ella siempre tenía una idea positiva para todo pero tanto Eva como él eran sus amigos y ahora mismo no sabía que pensar.

Los chicos, observando que el cordobés no hablaba, decidieron dejarle su espacio y empezaron a recoger sus cosas para marcharse.

- Hugo, no vayas a hacer ninguna tontería. Es Eva, te quiere más que a nadie y no te haría nada de lo que esos programas insinúan y de lo que tu mente imagina - sonrió tristemente Mai dándole un abrazo a modo de despedida.

- ¿Quieres que me quede a dormir? - le preguntó Bruno.

- No, gracias de verdad por venir a todos. Estoy bien, no os preocupéis.

Maialen, Bruno y Nia, no muy convencidos de dejar solo al chico tras lo ocurrido, se marcharon.

- Hu, no sé que decirte, pero descansa hoy y la llamas mañana. Tiene que haber una explicación lógica - le dijo Sam.

- ¿Explicación lógica a qué? Lleva tres putos días sin dirigirme la palabra y quedando sin decirme nada con su ex - medio gritó enfadado.

- Por ahí no, Hugo - intentó calmarle Flavio - Puede salir con quién quiera.

- Por supuesto que puede. Con quién quiera, cuándo quiera y dónde quiera, pero ¿tanto le cuesta decirme que ha quedado con Adrián? Estamos juntos, debemos tener un poco de confianza, al menos, el uno en el otro, ¿por qué me miente diciendo que está ocupada en el estudio? Es que no lo entiendo por más que lo intente.

La pareja se miró.

- Cálmate un poco por favor, y llámala mañana.

Hugo suspiró y asintió.

- Gracias por venir - sonrió como pudo.

- A ti por invitarnos - le abrazó Sam.

- Enhorabuena por la gira - se unió al abrazo Flavio.

- ¿Estarás bien? - preguntó la valenciana.

Hugo volvió a asentir.

- Llámame si necesitas algo.

Cuando los chicos hubieron abandonado el piso, Hugo desató todos los sentimientos que llevaba dentro llorando.

Se pasó hasta bien entrada la madrugada sentando en el balcón, tapado con una manta y fumando. Sintiendo como su mente y su corazón se peleaban en su interior cuando una no conseguía encontrar explicación a lo ocurrido, y el otro quería obligarle a creer que la chica nunca le haría eso.

Miró su reloj cuando se percató del silencio de la calle que indicaba que ya era bastante tarde.

Las cuatro y veinte de la mañana.

Recogió todo lo que habían ensuciado la cena anterior y limpió un poco el salón dado su insomnio.

Aireó un poco la casa mientras se daba una ducha para eliminar el horrible olor a tabaco que llevaba encima y hasta a él molestaba.

Se puso el pijama y puso su móvil a cargar en la mesita de noche donde vió varios mensajes y llamadas perdidas de la gallega.

"Hugo, me ha llamado Sam y te acabo de llamar a ti, cógelo"

"Hugo, por favor, necesito hablar contigo"

"Espero que por lo menos no contestes porque estás dormido"

"Llámame cuando puedas, estoy preocupada"

Y entre mensaje y mensaje, una llamada.

Leer aquello le hizo volver a llorar. La dejó en visto e intentó dormir sin éxito.

Las seis de la mañana.

Asumió entonces que, dado su estado, esa noche no iba a dormir y desistió de intentarlo.

Se levantó y se hizo una tila para calmarse mientras cogía su guitarra y tocaba el inmenso repertorio que tenía escrito en su libreta de composiciones.

Se oyeron unas campanas procedentes de una Iglesa cercana y cuando miró el reloj, observó que ya eran las ocho de la mañana.
El tiempo había pasado volando.

Se hizo el desayuno y se vistió para ir a correr, quizás así descargaría un poco esa tensión que se había instalado en su cuerpo la noche anterior.

Casi dos horas se pasó corriendo, algo más de cinco kilómetros hizo. Volvió de nuevo a su piso sudando y mucho más calmado.

Antes de llegar al portal se dió cuenta de que tenía varias llamadas perdidas de Sam, otras varias de Eva y una de Bruno, además de muchísimos mensajes, todos preguntando lo mismo:

"¿Dónde estás?" "¿Estás bien?" "Hugo, contesta"

Se extrañó, pues apenas eran las diez de la mañana y él no había avisado a nadie de que iba a salir.

Decidió subir y contestar a todos arriba. Pero mientras metía la llave en la cerradura del portal, una voz muy conocida y con bastante tono de preocupación, preguntó:

- ¿Dónde estabas?

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