La mañana amanece fría. Más incluso que el día anterior.
Hugo despierta con un horrible dolor de cabeza y una tos digna de escuchar.
Apenas son las ocho y media de la mañana pero en la casa ya se escucha ruido por lo que supone que habrá gente despierta. Decide bajar.
Está tiritando de frío y se da cuenta de que se ha resfriado cuando al levantarse, al dolor de cabeza y la tos se le suman los mocos. Samantha le va a matar, piensa.
Baja las escaleras enfundado en una manta.
Mai es la primera que lo ve llegar.
- Ranita, ¡qué mala cara me traes!
Hugo sonríe como puede y su peor pesadilla se vuelve realidad cuando ve a Sam aparecer.
- Mira que te lo dije. El día que me hagas caso.
Parece enfadada pero Hugo sabe que no lo está.
La rubia llega a su altura y coloca su mano en la frente del chico y se sobresalta al notar que está ardiendo.
- ¡Hugo por el amor de Dios! ¡Vuelve a la cama!
Hugo ríe ante la reacción de la valenciana.
- Estoy bien, tranquila. Es solo un resfriado.
Anaju y Nia aparecen junto a Rafa.
Hugo suspira pues sabe que ahora sí que está perdido.
- Se te ve desde lejos que estás mal Hugo, déjate de tonterías y vuelve a la cama - le dice Anaju.
- Venga, que ahora te llevamos el desayuno - se suma Nia.
- Qué estoy bien de verdad - insiste el chico que no quiere pasar su último día en la casa metido en la cama.
- Hugo - le advierte Rafa.
El chico cansado de discutir decide hacer caso a sus amigos y se vuelve a la cama resignado.
Diez minutos tardan en llamar a su puerta.
Supone que serán alguno de sus amigos con el desayuno. Y no supone mal.
Pero ese "amigo" es Adrián.
Y sinceramente no tiene nada contra él porque es cierto que el chico no le ha hecho nada. Pero si es cierto que tras lo vivido anoche con Eva y que este es el novio de la chica, no es que le haga mucha ilusión seguir conociendole.
- ¿Cómo estás? - preguntó Adrián dejando la bandeja con un café y un par de tostadas junto al rubio.
- Bien, tampoco me estoy muriendo - rió desganado el cordobés.
- Pues tu cara no dice lo mismo - le siguió la broma - Yo venía ha hablar contigo.
El andaluz tragó saliva y calló dejándole hablar.
- Antes que nada, quería darte las gracias por invitarme y dejar venir a Eva. Esto es chulisimo y la verdad que desconectar un poco no viene mal.
Hugo sonríe sincero y el otro chico sigue hablando.
- Y no quiero meterme donde no me llaman, pero ayer pude notar las caras de desconcierto de todo el grupo y la tuya era la que más por no hablar de la de Eva - dijo el catalán - Eva me habla siempre de los chicos y la verdad es que a algunos ya los conocía pero nunca me ha hablado de ti y no sé, sumado a la sorpresa que supuso para todos verla aquí, me extraña todo mucho.
Hugo asiente serio.
Se muerde las ganas de llorar y un nudo se le instala en el pecho.
¿Por qué Eva no le ha hablado nunca de él? ¿Acaso quiere olvidarle?
Está bien superar una relación, pero presentarle a todo el grupo de amigos que tienen en común y no querer que tu nueva pareja sepa nada de ti.- Yo no puedo decirte nada más Adri - contesta Hugo con la voz un poco rota - Era la última persona que esperaba encontrarme aquí y si ella en todo el tiempo que lleváis juntos no te ha hablado de mí, quiero pensar que tiene sus motivos y no soy quien para hablar entonces.
Adrián asiente y lo mira con media sonrisa.
- Tampoco llevamos mucho, apenas 3 meses. Pero ha sido eso, me ha extrañado que me haya hablado de todos, o casi todos, menos de ti - comenta - Igualmente tienes razón, si ella tiene sus motivos no deberías contarme nada tú. Pero quiero que sepas que sea lo que sea que haya pasado entre vosotros, si estás incómodo teniéndonos aquí, puedes decírmelo sin compromiso.
Hugo se sorprende y se alegra por Eva mucho.
Adrián, tras esta charla, ya no le parece alguien a quién no conocer, es más, le vuelve a caer bien y le alegra saber que la gallega está con una persona que se merece.- Bueno, te dejo el desayuno y me voy ya que tienes que descansar. Esta tarde si estás mejor quieren ir a dar un paseo, Samantha me ha dicho que subirá luego - se despide Adrián con una sonrisa.
- Vale, gracias - sonríe de vuelta Hugo.
El rubio se levanta de la cama envuelto en una manta y deja el desayuno a un lado. Se le ha quitado el hambre pensando en la conversación que acaba de mantener con el moreno.
Por más que le da vueltas no logra entender por qué razón Eva no ha querido que su novio supiera de él.
Se asoma a la ventana de su habitación la cual da al patio interior de la vivienda y su estómago se revuelve aún más cuando presencia otra escena parecida a la de aquel día en la cafetería.
Eva grita divertida mientras Adrián le abraza y ella se queja de las cosquillas que le está haciendo el chico.
Sonríe tristemente porque por desgracia le es inevitable no sonreir viendo que la chica es feliz, pero su interior cada vez se quiebra más y le da miedo saber lo que pasará cuando algún día de estos presencie otra de estas escenas y sus grietas no aguanten más y termine por romperse como ya hizo hace cuatro años.
De repente, la puerta de la habitación se abre y una chica de rubia melena entra en la sala cuidadosamente.
- ¡Dios mío Hugo! ¡No eres un niño chico! ¡Ni si quiera has probado el desayuno! - le regaña cuando ve la bandeja intacta con un café frío y unas tostadas duras.
- No tengo hambre - contesta en un susurro y a duras penas el rubio.
- Ey, ¿qué te pasa amor? - pregunta la rubia acercándose a él al verlo desganado y al borde del llanto junto a la ventana.
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Inconmensurable
FanfictionUna efímera relación inefable. Dos almas etéreas que acabaron dañadas. Un destino sempiterno.