Hugo amaneció cansado.
Pocas veces madrugaba cuando no tenía que ir al estudio.
La pesadilla de la noche anterior le había pasado factura por lo que antes de ir a casa de la morena tuvo que tomarse un café, cosa que más tarde iba a maldecir.
Se aseó, desayunó algo rápido y se puso una sudadera con unos vaqueros.
Se montó en el coche y volvió a conducir hacia una dirección a la que hacía años que no iba pero que curiosamente recordaba de memoria.
Aparcó el coche poco antes de la hora acordada por lo que antes de subir optó por dejarle un mensaje a Bruno.
"Acabo de llegar. Deséame suerte. Luego hablamos"
Se miró en el espejo retrovisor varias veces, visiblemente nervioso, y se peinó y despeinó con la mano en innumerables ocasiones.
Finalmente el reloj de su muñeca marcó las 10:30 de la mañana y nervioso como un niño la noche de Reyes, salió del coche dispuesto a llamar al portal.
En el breve camino del aparcamiento a la puerta del piso se recordó a si mismo porqué estaba allí y llegó a barajar excusas para no tener que hacer frente a esa conversación y a esa chica que aguardaban tras la puerta.
Debía ser fuerte, no podía echarse atrás ahora. Esa conversación estaba pendiente desde varios años atrás y se la merecía.
Solo rezaba a un Dios en el que no creía para que por favor no le hiciera más daño del que ya había.Las manos le sudaban y los pies no le paraban quietos mientras esperaba a que alguien le abriera la puerta. Llegó a creer que el corazón le iba a salir del pecho.
Pocos segundos después esa puerta blanca de entrada se abrió dejando ver a una chica morena que no era Eva.
Laura.
Llevaba meses sin verla y en verdad se alegraba de hacerlo. Cuando estuvo con la morena había entablado una bonita amistad con esta chica.
- Hola, ya me dijo Eva que venías - le saludó amablemente con una sonrisa - Pasa anda.
Hugo sonrío y al pasar por el lado de la gallega soltó un casi inaudible "hola"
Algo que no se esperaba era el cariño con el que iba a ser recibido en esa casa.
En cuanto la chica cerró la puerta Stevie apareció por el pasillo y al verlo se acercó a él bastante animado.
- ¡Hugo, qué de tiempo! - le dijo alegre mientras le daba un apretón de manos.
El rubio volvió a sonreír y aceptó el gesto, cosa que el gallego aprovechó para atraerlo hacia él y darle un abrazo.
Al cordobés solo le salió reír.
Al separarse fue Laura quien le dió dos besos amablemente.
Y se agobió.
No borró la sonrisa en ningún momento pero había instalado un nudo en su pecho.
De repente era como si los años no hubiesen pasado, como si fuera una mañana cualquiera de esas en las que aburrido visitaba por sopresa a su chica.
Y en el fondo deseó que fuera real, que Eva aparecierá recién levantada y se lanzara a sus brazos para que él pudiera colmarla de besos.
Que se pasaran los cuatro toda la tarde viendo películas, abrazados, haciendo bromas y comiendo comida basura en el sofá de aquel piso que alguna vez consideró su casa.
Que nada de estos casi cinco años atrás hubiese pasado.
Un golpe de realidad le azotó fuertemente apretando ese nudo cuando Eva apareció por el pasillo.
Estaba nerviosa y él lo sabía.
Habían pasado los años, y podrían seguir pasando, pero para el chico ella seguía y seguiría siendo transparente.
- Hola - sonrió tímida.
Para ella también era muy raro volver a ver a ese chico en el salón de su casa después de tanto tiempo.
Y estaba nerviosa. Mucho. Claro que lo estaba.
Iban a enfrentarse a la conversación de su relación y ninguno estaba realmente preparado.
No iba a ser nada fácil.
- Hola - sonrió él también.
Stevie y Laura entendieron en ese momento que sobraban y se disculparon alegando que iban a salir a hacer algunas compras y que probablemente comieran fuera.
Cuando la pareja abandonó el piso, los otros dos chicos se miraron incómodos.
- ¿Quieres tomar algo? - preguntó la chica esquivando la mirada del rubio y dirigiendose a la cocina.
Hugo quería terminar con aquello rápido porque no sabía cuánto más iba a durar sin que le diese ese ataque de ansiedad que amenazaba con sacarle el corazón del pecho.
Acompañó a la morena y se paró en la puerta de la cocina apoyándose en el marco.
De nuevo miles de recuerdos invadieron su mente. Cuantas veces había estado en esa misma posición años atrás pero en diferentes condiciones.
- ¿Zumo? - preguntó la gallega sirviéndose a ella misma un vaso.
- Acabo de desayunar y preferiría que fuésemos ya al grano, pero sí, un zumo está bien - contestó el rubio intentando no sonar borde.
Ambos con un vaso de zumo en la mano y en silencio, se dirigieron al salón para tener esa conversación que tan nerviosos y expectante les tenía.
Eva había decidido tener allí esa conversación con él porque no estaba preparada para volver a tenerlo cara a cara en su habitación. Y Hugo tampoco estaba listo para volver a entrar en aquellas cuatro paredes de las que salió bastante hundido la última vez.
Ninguno hablaba, ni siquiera se miraban. La tensión y la incomodidad eran dueñas del espacio y del ambiente.
Cada uno estaba sentado en una esquina diferente del sofá. Lo más lejos posible del otro.
A Hugo todo ese silencio le iba a matar y había provocado que comenzara a morderse las uñas por lo que decidió romperlo al observar que la chica no tenía intención de dar el paso.
- Tú dirás.
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¡Hola!Os dejo este pequeño capítulo por aquí.
Mañana os subiré otros dos.Gracias oor la espera y por seguir leyendo. Os leo en los comentarios todas vuestras opiniones.
Disfrutadlo🤍
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Inconmensurable
FanfictionUna efímera relación inefable. Dos almas etéreas que acabaron dañadas. Un destino sempiterno.