Eva, en su piso, se arreglaba nerviosa.
El rubio del que llevaba pillada bastante tiempo le había enviado esa misma mañana de sábado un mensaje que había conseguido descolocar todos sus planes, que aunque eran escasos, en ellos no entraban salir a cenar con él.
Se había decantado por un vestido, una chaqueta y unas botas altas; se había dejado el pelo suelto y se había maquillado poco, natural.
Laura entró en la habitación tras haber escuchado a su amiga hacer ruido.
- ¿Estás bien? - preguntó pasando.
Eva levantó la vista del cajón en el que buscaba algo para mirar a la otra gallega.
- ¿Tú has visto mi monedero?
- ¿Se puede saber dónde vas tan arreglada a estas horas? - preguntó la chica obviando la pregunta de la castaña.
Eva rió levemente algo incómoda, no había pensado una buena excusa para darle a su amiga.
- Emm, yo - musitó.
Laura se sentó en la cama y descubrió entre las sábanas el monedero que andaba buscando la chica y se lo tendió.
- No busques más excusas - sonrió - Llevas un mes saliendo cada dos por tres y dándome siempre la misma razón, si no es el estudio es cualquier otro motivo sin argumentos.
La chica le miró sintiéndose algo culpable, no le gustaba mentirle a su mejor amiga.
- Es Hugo, ¿verdad? - volvió a preguntarle Laura.
Eva se giró en silencio para guardar el monedero en el bolso. La había pillado.
- Quién calla, otorga - rió su amiga.
Suspiró, se miró al espejo y se recolocó el pelo en su sitio asegurándose de que iba bien.
- Sí, es Hugo - admitió casi en un susurro, como si le diera miedo decirlo más alto de la cuenta.
- ¿Por qué no me lo has contado? - le preguntó sin rencor alguno en su tono de voz, Laura.
- Es algo complicado - respondió la chica - Hemos empezado algo, no tenemos etiquetas y no queremos que nadie se meta. Estamos intentándolo pero de momento queremos que sea para nosotros.
Su amiga sonrió.
- Lo siento - se disculpó Eva.
- No me pidas perdón por esto - se levantó Laura para abrazarle.
- ¿Cómo has sabido que era él? - preguntó la otra chica cuando se separaron.
- Hacía años que no tenías ese brillo en los ojos antes de salir por la puerta.
Eva se miró en el espejo.
Todos sus amigos le decían lo mismo y ella también se lo había notado. Hablar de Hugo le cambiaba la expresión, a mejor, claramente.
- ¿Tienes miedo a algo? - le preguntó Laura tras unos minutos en silencio.
- Si se trata de Hugo siempre me va a asustar lo mismo - confesó - ¿Qué pasa si no sale bien?
Su amiga soltó una carcajada.
- ¿Cuánto hace que os conocéis?
- Seis años.
- ¿Cuánto llevas enamorada de él?
- Seis años.
- ¿Y cuánto llevabais sin veros?
- Casi cinco años.
- En estos cinco años, ¿has dejado de quererle en algún momento?
La chica no se pensó su respuesta.
- Nunca.
- Pues eso Eva - sonrió Laura - Seis años enamorados y no habéis dejado de quereros nunca, si no sale bien, el amor va a seguir ahí y mientras haya amor, hay esperanza. Lo que te quiero decir es que si por lo que sea no sale bien esta vez tampoco, os vais a seguir queriendo y nada os va a impedir volver a intentarlo las veces que queráis.
La gallega escuchaba a su amiga en silencio.
- Sois los únicos dueños de vuestra relación, no dejéis que nadie se meta, que nadie opine y que nadie se interponga porque lo que vosotros tenéis es envidiable ,y eso lo sé yo, lo sabes tú y lo sabe el mundo. No permitáis que os invadan los mismos miedos de la última vez que ya habéis madurado.
Eva sonrió agradeciendo a su amiga esas palabras que tanto necesitaba sin saberlo.
- Te quiero mucho - le dijo abrazándole de nuevo.
- Venga anda, ¿dónde habéis quedado? - preguntó Laura.
- Me va a recoger abajo, no me ha querido decir nada más - respondió enseñando a su amiga el mensaje que el rubio le había enviado horas antes.
"Te rocojo en tu puerta esta tarde a las ocho y media. No acepto un no por respuesta ni tampoco más preguntas. Ponte lo que quieras, tú siempre estás preciosa. Te quiero."
- Vaya, cómo está el panorama ¿no? - bromeó Laura ganándose el codazo de su amiga.
Ambas rieron pero sus risas se vieron interrumpidas por el sonido del móvil de Eva.
"Hugo" leyeron en la pantalla.
- Este chico nos escucha - rió Laura.
La otra chica descolgó el teléfono y tras una breve conversación de apenas unos minutos, colgó.
- Me voy - anunció con una sonrisa recogiendo sus cosas.
- Corre, Julieta.
Laura acompañó a Eva hasta la puerta.
- Eva - la llamó antes de que la chica bajara las escaleras.
La chica se giró deteniendo sus pasos.
- No hace falta que vengas a dormir. Ah, y denada por el regalito del bolso, dale recuerdos a Hugo, te quiero - rió cerrando la puerta del piso.
Eva se quedó algo desconcertada y miró en su bolso encontrándose un preservativo en él. Los colores subieron a su cara arrancándole un par de carcajadas.
Cuando abrió la puerta del portal y salió a la calle, pudo observar a Hugo apoyado en el capó del coche fumándose un cigarro mientras la esperaba.
Odiaba que fumase, pero salir a la calle y que su primer plano fuera ese, era verdaderamente fascinante.
Sonrió y se acercó a él que tiró el cigarrillo en cuanto la vio.
- ¿Hoy no ha pedido ningún taxi, señorita? - bromeó abriéndole la puerta del copiloto.
La chica rió.
- Eh, ¿y mi beso? - preguntó el cordobés.
- Vas bien si piensas que te voy a besar en medio de la calle y apestando a tabaco - sonrió con aires de orgullo ella montándose en el coche y sabiendo que lo último lo había dicho en vano ya que el chico siempre olía bien y estaba comiendo un chicle de menta por lo que apenas quedaba rastro de tabaco en él.
Hugo rió montándose en el coche y sin esperarselo, ella le atrajo agarrándole de la nuca y dejando un beso sobre sus labios.
Se separon y Eva se miró en el espejo retrovisor para cerciorarse de que el pintalabios seguía en su sitio.
- Tira anda - rió observando el estado de shock en el que se había quedado el chico.
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Inconmensurable
FanfictionUna efímera relación inefable. Dos almas etéreas que acabaron dañadas. Un destino sempiterno.