Pendiente

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- ¿Tienes algo para desayunar? - preguntó Eva sacándole de sus pensamientos.

Al parecer, por el momento, no iban a romper aún la burbuja.

Hugo rió mirándose el reloj y contestó:

- ¿Quieres desayunar a las dos y veinte del mediodía?

La chica, que ni siquiera se había percatado de la hora, echó a reír con él aunque ambos pararon enseguida porque el alcohol les había dejado una considerable resaca que amenazaba con estallarles la cabeza.

- ¿Te apetecen unos macarrones y una pastilla? - preguntó amablemente y bromeando el chico.

- No tengo mejor plan - le sonrió la gallega.

El chico se perdió entre cazuelas y utensilios en la cocina mientras ella observaba con detenimiento toda la decoración del pequeño salón.

Aún vestía con la ropa que él le había dejado y a decir verdad, la camiseta no le desagradaba nada y tenía en mente quitársela. Como en los viejos tiempos.

Recordó entonces todo lo sucedido esa misma madrugada en la cama del rubio. Recordó de nuevo el sabor de sus labios juntos mientras disfrutaba del aroma tan peculiar y maravilloso que el chico desprendía y que siempre había hecho.

Y le gustó.

Le gustó recordarse durmiendo en el pecho del andaluz mientras este dejaba suaves besos en su pelo. Como cuando estaban juntos. Como cuando no le echaba de menos y lo sentía cerca.

Y se asustó también.

Tenía un lío mental y en el corazón que no sabría explicar.

Lo quería. Claro que lo quería. Nunca había dejado de hacerlo y no iba a cambiar ahora.

Pero no se sentía preparada para volver a tener una relación con él y mucho menos después de cinco años sin verse y una semana desde la última vez que hablaron y aclararon cosas.

De nuevo tenían una conversación pendiente.

La voz del chico le interrumpió los pensamientos y se descubrió mirando una extraña figurita que el rubio tenía sobre uno de los muebles.

- ¿Te gusta? Llevas ahí parada mirándola como cinco minutos - preguntó divertido el chico sabiendo que la había pillado pensando.

- Emm, sí - respondió ella nerviosa - Bonito ¿mono?

Ambos se echaron a reír, lo cierto es que la figurita era realmente fea.

- Sí, de Gibraltar - confirmó Hugo riendo - Anda siéntate que ya está la comida.

La chica tomó asiento frente a él en la mesa y empezaron a comer en silencio.

- ¿Quieres que te acerque a tu casa ahora? ¿O piensas quedarte aquí? - bromeó, aunque en sus palabras iban un poco de verdad.

Por él, la chica se podría quedar en su casa toda la vida que no se quejaría.

Eva sonrió algo incómoda.

- Me vuelvo en taxi tranquilo.

- Que pesada eres con los taxis chiquilla - rió él.

- Hombre, también tendrán que comer los taxistas - le siguió la broma ella.

Volvieron al silencio aunque poco tardó Hugo en romperlo.

- Tenemos que hablar, ¿lo sabes verdad? - preguntó dulcemente para no incomodarle.

Eva asintió con la cabeza.

- ¿Te apetece pasar la tarde aquí, hablamos y luego te acerco yo a tu casa? - propuso el rubio intentando retenerla todo el tiempo que pudiera con él.

A la chica no le desagradó la idea aunque le asustaba enfrentarse a la nueva conversación pendiente.

Terminaron de comer y tras mucho insistir, Eva consiguió que Hugo le dejara lavar los platos con él.

Mientras ella los limpiaba, él los iba secando y colocando en su sitio.

Hugo aprovechó un momento de despiste de la gallega para salpicarle con un poco de agua y así llenarle la cara con espuma.

- ¡Qué haces tonto! - gritó riendo ella y llenándose las manos de jabón para mojarlas y así conseguir bastante espuma.

- ¡Quita loca! ¿!Pero dónde vas con eso!? - rió Hugo marcando su acento andaluz.

El chico corrió antes que Eva le alcanzara.

- Eva que me vas a poner perdida la cocina - reía sin parar de correr por esta esquivando a la chica.

- Fillo tú te lo has buscado.

Finalmente Hugo consiguió detener las manos llenas de espuma de Eva antes de que esta las impactara contra su cara.

Y de nuevo tensión.

Volvían a estar muy cerca.

Ellos sonreían. Se habían olvidado de la guerra de espuma que tenían formada hace unos segundos. Las risas y los gritos habían desaparecido dando paso de nuevo a un silencio para nada incómodo.

Hugo sujetaba en alto las manos llenas de espuma de Eva.

Sus labios estaban a escasos centímetros.

El chico relajó su agarre.

Iban a volver a besarse.

Pero Eva, que sabía que no podía ser sabiendo que tenían una conversación pendiente por haber hecho eso mismo que deseaban hacer ahora la noche anterior, decidió que era buen momento para aprovechar el despite del chico.

Y llenó su cara de espuma volviéndolos a ambos a la realidad.

Hugo, que no se lo esperaba, solo pudo echar a reír.

Habían estado a muy poco de volver a liarla.

Terminaron el juego con una clara victoria por parte de la chica quien le había llenado al rubio toda la cara de espuma mientras él tan solo le había salpicado.

Se lavaron las manos y la cara muertos de risa.

Sin duda alguna cuando estaban juntos era imposible que no rieran.
Reir era un estilo de vida en común que ponían en práctica cuando se juntaban.

Y llegó el momento.

Se sentaron en el sofá y pusieron una peli cualquiera a sabiendas de que no terminarían de verla porque en cualquier momento alguno de ellos la interrumpiría para hablar.

Cada uno en un sofá distinto, nerviosos y pensando las palabras que iban a usar para darle las explicaciones al otro dejaron correr la primera media hora de la película.

Y fue Hugo quién dió el paso.

- Eva - susurró de manera audible.

La chica se incorporó en el sofá y abrazando a un cojín levantó la vista encontrandose con la verde mirada de él.

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¡Hola!

Os dejo este capítulo por aquí y os aviso que hasta el finde no habrá más.

A todo esto, ¡el viernes sacan single los dos así que por favor a darles mucho apoyo y cariño a ambos!

Espero que os esté gustando la novela❤️

Inconmensurable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora