- ¿Qué te pasa Eva? - preguntó sonriendo cuando la miró.
La chica sujetaba en su mano derecha un vaso medio vacío de lo que supuso que sería algún refresco mezclado con alcohol.
En sus pupilas dilatas podía ver que probablemente no sería ni el primero ni el segundo si quiera.
La chica se acercó a él sin perder la sonrisa y le dijo al oído para que pudiera ecucharla bien:
- Eres un aburrido.
Acto seguido se echó a reír provocando las risas del rubio también.
- Y tú vas fatal - le respondió gritándole en la oreja.
- Vamos a bailar.
La gallega soltó su cubata y agarró las manos del cordobés arrastrando de él hacia la pista.
Allí, todos los que quedaban, bailaban alegremente sin prestar atención a nada más.
Hugo pensó en que la chica iba afectada por los estragos del alcohol en su cuerpo y que de seguro en otras condiciones no hubiera actuado así con él. Es más, probablemente mañana no se acordaría de nada, y de hacerlo se arrepentiría. Entonces él decidió acabar el juego.
- Me voy a casa - le avisó serio mientras ella se movía indiferente en la pista.
El rubio pensó que lo mejor para los dos y para parar esa tentación que Eva le estaba provocando era abandonar el lugar. No había más soluciones.
La chica, al oír estas palabras, se giró y lo miró entre enfadada y desconcertada, aunque poco le duró esta expresión pues volvió a echarse a reír.
- Lo que yo te diga, eres un aburrido.
Hugo hizo caso omiso a las palabras de la morena sabiendo que no iba del todo cuerda.
Se despidió de los presentes y tras coger su abrigo abandonó el lugar.
La diferencia de sonido entre la bulliciosa discoteca y la desierta y silenciosa calle era impactante y aliviante.
Hacía mucho frío y era normal. Estaba en enero y eran las tres y media de la mañana.
Comenzó a caminar, su casa no le pillaba lejos pero de nuevo, una mano en su hombro, le hizo parar.
Otra vez ella.
- ¿Qué haces aquí? - preguntó el chico.
Eva lo miró sonriendo y respondió:
- ¿Por qué huyes de mí?
Directa.
Hugo suspiró y siguió caminando dejándola atrás, pero la chica no se iba a dar por vencida y siguió sus pasos hasta colocarse junto a él.
Ambos caminaban en silencio.
- Es tarde Eva, pide un taxi y vuelve a casa anda.
- No tengo dinero y se me ha acabado la batería del móvil.
El andaluz volvió a suspirar.
Estaba intentando evitarla a toda costa antes de hacer algo de lo que luego ambos se arrepintieran, pero ella no se lo iba a poner fácil y menos algo más contentilla de lo normal.
Llegaron al portal del piso y Hugo abrió la puerta con sus llaves.
- Llama a casa de Adri, supongo que podrás quedarte a dormir en su casa - le propuso subiendo mientras ella le seguía.
Eva paró en seco en medio de la escalera algo decepcionada, no con él, sino consigo misma.
Esperaba que el chico le hubiese abierto para invitarle a pasar la noche con él y no con su "ex".
- Esto - musitó la chica -Son casi las cuatro de la madrugada, no creo que le haga mucha ilusión abrirme y menos cuando Adri y yo llevamos sin vernos semanas, corté lo que teníamos.
Hugo paró en el escalón y volvió su cabeza incrédulo topándose con la mirada de la chica.
- Vaya, lo siento - se disculpó.
El silencio volvió a inundar el ambiente.
- Sube anda - terminó diciendo el andaluz.
La sonrisa que se formó en la cara de la chica fue inmensa y dio gracias en silencio a que el chico no estuviera mirándola o la delataría demasiado.
Pasaron callados al piso del cordobés.
La gallega nunca había estado allí y le asombraba que ese piso tan sumamente limpio, ordenado y bonito, fuera de Hugo.
Sin darse cuenta se había quedado sola en medio del salón observando todo su alrededor.
- Te he dejado unas toallas limpias con una camiseta y unos pantalones viejos para que te duches y te cambies en el baño - le informó el rubio asomándose por el pasillo.
- Gracias - fue lo único que alcanzó a susurrar la chica cuando pasó por su lado en dirección al servicio.
Hugo aprovechó mientras la morena se duchaba para salir al balcón a fumarse un cigarro. Ese que estaba intentando dejar pero que necesitaba.
¿Quién le iba a decir a él que a día de hoy iba a tener a la chica de la que llevaba perdido cinco años duchándose en su piso?
Tenía ganas de llorar y no sabía si era por el efecto del alcohol que ya a penas llevaba en el cuerpo o por la inoportuna sensación de melancolía que le había transportado años atrás recordándole una imagen de él junto a la chica bañándose cariñosamente en el piso de ella.
Volvió a la realidad cuando oyó la puerta del baño abrirse.
Apagó su cigarro y volvió al interior de la vivienda.
Eva le sonreía tímida con el pelo mojado y la ropa de él puesta.
Se tuvo que contener porque en ese momento su mente no pensaba más allá de lanzarse a ella y besarla como hacía años que deseaba.
Sacudió levemente su cabeza y le dijo:
- Vete a mi cama, yo me ducho y duermo en el sofá - le sonrió.
- Hugo no - se negó ella - Suficiente que me dejas quedarme esta noche sin tener porqué, me quedo yo en el sofá.
El chico rió.
- Si tengo un porqué. Me importas y no has dejado de hacerlo nunca - confesó él encongiendole el corazón a ambos - Vete a mi cama enserio.
La chica estaba cansada y se notaba de lejos que poco alcohol quedaba ya en la sangre de los dos, cosa que Hugo agradeció pues por lo menos se aseguraban de que no pasase nada de lo que se pudieran arrepentir.
El rubio pasó por el lado de ella cuando se dirigía al baño a darse una ducha y cambiarse y dejó un beso en su mejilla antes de avisarle:
- Si quieres comer algo ve a la cocina y coge lo que quieras.
- Gracias, pero me voy a dormir ya, estoy cansada - sonrió Eva.
- Cómo quieras.
Acto seguido él se metió en el baño y dejó el agua caer por su cuerpo relajándose así, y ella se tumbó sobre esas sábanas que tan bien olían a él y que tan poco le dejaban dormir.
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Inconmensurable
FanfictionUna efímera relación inefable. Dos almas etéreas que acabaron dañadas. Un destino sempiterno.