Hugo salió del baño y entró con cuidado en la habitación para coger una manta e irse al sofá.
Pensó que la chica estaría durmiendo pero al pasar, vislumbró en la penumbra sus preciosos ojos azules abiertos.
- Perdona, vengo a por una manta - se disculpó susurrando.
- Hugo - le llamó ella antes de que pudiera salir de la habitación.
- Dime.
- Puedes dormir aquí, tu cama es lo suficientemente grande para los dos y así te ahorras echarte en el sofá.
A Hugo esa idea no le desagradaba pero de nuevo le tentaba demasiado.
- Tranquila de verdad, duérmete - se negó volviendo a hacer el amago de salir de allí.
Pero nuevamente Eva lo impidió.
- No puedo dormir - confesó.
Al chico se le vino el mundo abajo cuando la oyó con ese tono de voz cual niña pequeña y no pudo resistirse entonces a echarse en la cama a su lado.
No pasaría nada porque durmieran una noche juntos, eran amigos. Intentó autoconvencerse mentalmente.
Se encontraban ambos despiertos, cada uno en un lado de la cama, dándose las espaldas y lo más lejos posible del otro.
Hugo echó a reír rompiendo el silencio de la madrugada y se giró encontrándose de frente con la mirada de Eva que también se había vuelto para ver que le pasaba.
- Esto es muy incómodo - dijo mientras no paraba de reír.
La gallega le siguió y finalmente destensaron un poco el ambiente.
- Ven aquí anda - habló Hugo estirando sus brazos para que la chica se echara sobre ellos.
Y allí estaban los dos.
Ambos sobre la misma cama, abrazados, en silencio, disfrutando de eso que tanto habían extrañado.
- No tengo sueño en verdad - sonrió Eva sobre el pecho del chico.
- Yo tampoco - afirmó él apretándola un poco más contra su cuerpo. Como si se fuera a escapar, como si no fuera real el tenerla entre sus brazos.
En los planes de ella no entraba apartarse ni mucho menos. Disfrutaba del olor tan maravilloso que desprendía el rubio y del tacto de las manos de él recorriendo su espalda por encima de su propia camiseta por si acaso nunca más tuviera la suerte de vivir momentos semejantes a este.
Levantó entonces ella la cabeza para mirarle directamente a los ojos.
Imitando su gesto, él agachó un poco la suya para poder mirarla también.
Sus labios estaban muy cerca y la vista de ambos ya había bajado a los del otro.
Tentación.
No la podrían resistir mucho más y esto no estaba bien.
Eran amigos, se repetían los dos en sus cabezas buscando inútiles excusas para no cometer lo que ambos deseaban.
- Esto no esta bien - susurró Hugo casi sobre los labios de ella.
- Ya lo sé - afirmó Eva.
Acto seguido, ambos se contradijeron cuando cerraron sus ojos y unieron sus labios en un beso que llevaban esperando años y que no lo sabían.
No fue un beso intenso. Lejos de eso fue dulce, lento y con sabor a nostalgia.
Se separaron cuando la falta de aire les obligó a ello, apoyaron sus frentes juntas y evitaron a abrir los ojos.
Tenían miedo a mirarse y que toda esa burbuja que habían creado se rompiera estallandoles la realidad ante sus ojos. Pero no solo eso, les asustaba que al mirarse pudieran encontrar culpa o arrepentimiento en la mirada del otro, aunque lo que más les asustaba era la conversación que desde que habían decidido juntar sus labios, tenían pendiente.
Como si se leyeran la mente, evadieron todos sus problemas y miedos volviendo a besarse de la misma manera que antes. Y así se pasaron gran parte de la madrugada pero sin llegar a más.
No se miraron ni siquiera cuando, cansados, se separaron para dormir en la misma posición que antes, uno sobre el otro.
La burbuja estallaría sin más remedio cuando despertaran, pero mientras tanto evitarían romperla.
***
El sol entraba con fuerza por la ventana de la que anoche se habían olvidado bajar la persiana.
Hugo se removió en la cama quejándose en forma de gruñidos y maldiciendose a sí mismo por haber bebido más de la cuenta la noche anterior.
Estiró los brazos y cuando no sintió a la morena por ningún lado abrió los ojos asustado temiendo que la chica se hubiese marchado.
Se levantó de la cama aturdido por el increíble dolor de cabeza que tenía, pero dispuesto a buscarla o al menos encontrar alguna nota que le diera alguna explicación a esa ausencia de su cama.
Anduvo por el pasillo y se percató de la puerta entreabierta del cuarto de baño y la luz de este encendida.
Suspiró aliviado pues al menos sabía que la gallega no había huido.
Se acercó y terminó de abrir la puerta encontrandose a la chica arrodillada frente al inodoro vomitando.
No dudó ni un segundo y corrió a sujetarle el pelo y acariciarle la espalda para mantener en ella la calma.
- Hugo vete - espetó la chica antes de que le diera una arcada.
Hugo hizo caso omiso a sus palabras y siguió ahí con ella.
Cuando la chica se hubo repuesto un poco, se levantó y le tendió un cepillo de dientes nuevo y una pequeña toalla para que se lavara los dientes y las manos.
La chica se lo agradeció con una sonrisa y él esperó junto a ella a que terminara de asearse.
- Lo siento, me he levantado con unas náusea increíbles. Llevo así un par de días - se disculpó Eva.
La cara del cordobés palideció y en su rostro se pudo ver una expresión de miedo y sorpresa.
- Eva tú no...
La chica no le dejó acabar.
- ¡No por Dios! - río - me han cambiado el tratamiento de la intolerancia a la lactosa y a eso le sumamos que anoche me pasé con el alcohol.
Hugo suspiró aliviado. Sin saber porqué de repente le había aterrado la idea de que Eva pudiera estar embarazada de otra persona que no fuera él.
Y se culpó por ello porque no eran nada a pesar de que la madrugada anterior hubieran estado comiéndose a besos largo tiempo.
A decir verdad, ahora mismo no tenía claro ni siquiera si seguían siendo "amigos"
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Inconmensurable
FanfictionUna efímera relación inefable. Dos almas etéreas que acabaron dañadas. Un destino sempiterno.