Las mañanas siempre habían tenido un sabor agridulce para Louis. Aquella precisa mañana no fue la excepción.
Quizá sí debió irse la noche anterior.
Bajó al comedor en silencio. Miró a Harry beber un vaso de agua con tranquilidad. Su respiración era pausada, su entrecejo estaba ligeramente fruncido. Lo más probable es que le doliera la cabeza. Louis pensó dos veces antes de acercarse.
—Buenos días. —Saludó Harry primero, evitando que se alejara.
—Buenos días.
El silencio cayó sobre ellos como un yunque, tan pesado e insoportable.
Louis carraspeó, decidido.
—Tengo algo que decirte. —Harry se giró y Lous vio sus ojos claros por primera vez esa mañana.
—Lou, lo siento por lo de ayer. No sé en qué estaba pensando...
Louis negó de inmediato moviendo su mano en el aire para detenerlo.
—No importa ya. Tengo que decirte algo y es importante así que necesito toda tu atención.
Su voz era firme al igual que su mirada. Harry parpadeó confundido pero asintió esperando que hablara.
—Mejor siéntate.
Harry obedeció aún con sus ojos fijos en Louis con cierto recelo.
—¿De qué se trata?
El hombre de ojos azules dejó escapar un suspiro de resignación antes de mirarlo y empezar a hablar.
—Antes de comenzar, promete que vas a escuchar todo lo que tengo que decir.
—Esta bien, pero...
—Promételo.
Había una tormenta en los ojos de Louis. Harry podía casi sentir cómo lo ahogaba el océano de incertidumbre. La marea subía y las olas golpeaban sin piedad sus flancos, haciéndolo sentirse indefenso. Tal cómo Louis se veía frente a él, completamente indefenso pero decidido.
—Lo prometo.
Eso pareció calmarlo, si es que era posible.
—Bien. —Asintió para sí mismo, dándose ánimos para continuar. Instándose a liberar su alma del peso de la culpa—. Sabes que yo he estado en ese mundo por mucho tiempo. Para alejarme de él, Jason me pidió una cosa bastante sencilla para él. Y lastimosamente desde hace un tiempo, bastante sencilla para mí.
—¿Qué cosa?
—Acabar con la vida de cierta persona. —Suspiró mirando sus manos.
—¿Aceptaste?
Louis asintió.
—Lo hice. —Lamió sus labios sintiéndolos resecos—. El problema es que no pensé que esa persona serías tú, Harry.
El magnate no respondió. Por primera vez, no supo qué decir. Nadie podía culparlo por guardar silencio.
—Decidí que no lo haría. No podría matarte. —Louis continuó hablando cuando Harry no respondió—. Sin embargo, tenía que entender ¿por qué tú? ¿Por qué de todas las personas? Entonces pensé que tendría que ver con tu empresa.
—¿Mi empresa?
—Sí.
—¿Qué tiene que ver?
—Le vendes armas a Jason.
—No le vendo armas a criminales.
—Dijiste que no estabas al frente de la ventas sino tu vicepresidente. No sabes a quién le vendes. —Louis lo miró esta vez—. No tienes idea de lo que él hace.
—¿Y qué hace? ¿Lo sabes? —Louis podía sentir la aversión en el tono de su voz.
—Lo vi. —De repente, Louis sintió su garganta seca—. Lo he visto con Jason. He escuchado sus conversaciones.
Harry se levantó de golpe, la silla raspando el suelo cuando lo hizo de manera brusca. Su respiración se volvió errática. Caminó hasta el lavabo y se sujetó a él tratando de recomponerse.
—¿A qué conclusión llegaste?
Ignoró el tono. Sabía que era demasiado para procesar.
—Últimamente hay disputas por territorio. Las armas son indispensables. Has estado poniendo trabas en las ventas.
—No hago tal cosa. No me involucro en las ventas, lo sabes.
—Yo sí pero Jason no.
Harry lo miró, su rostro continuaba pálido y Louis no podía culparlo.
—Harry, que yo no te mate no cambia nada. —Decirlo debía quitarle un peso de encima pero eso no sucedió—. Si Jason te quiere fuera, lo conseguirá de una u otra forma.
—¿Por qué me dices esto?
Louis parpadeó. Es la misma pregunta que siempre ronda por su mente y siempre llega a la misma respuesta.
—Porque me importas y quiero salvar tu vida.
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Gold Price |L. S.|
FanfictionLouis Tomlinson, experto en el arte de la manipulación, ha conseguido todo lo que alguna vez pudo desear. Sin embargo, el precio por ello ha sido muy alto. Las joyas le han costado su vida en manos del tratante de blancas que lo compró, hace ya diez...