El silencio no era algo común en la mansión. De hecho era algo difícil de conseguir, a menos que Jason estuviera cerca, o como el resto le decía "El Jefe". El dueño de las vidas miserables de quienes habitaban la gran residencia.
Era viernes, Jason llegaría pronto.
Mariana le susurra al oído que fuera a su habitación en cuanto se abre la puerta principal. Él obedece, tal como había aprendido a hacer. Corre escaleras arriba tratando de hacer el menor ruido posible. Charles lo sigue y ambos entran a la habitación cerrando la puerta tras de sí. Esperan que nadie los delate.
Los minutos pasan en silencio asfixiante para dos niños escondidos en una habitación oscura tratando de pasar desapercibidos. El silencio fúnebre afuera de repente se vuelve agobiante.
-No escucho nada -susurró Charles, sus manos trémulas igualaban el temblor de su voz.
-Es mejor así -le respondió Louis de la misma manera. Si algo había aprendido, era que entre menos sepas y menos veas, mejor.
- ¿Y si ya se fue?
-No, Charles. Sólo han pasado cinco minutos.
- ¿Cómo sabes eso?
-No lo sé -suspira Louis- Sólo, tenemos que esperar.
Pero Charles no puede quedarse quito. Él simplemente no calma sus nervios. Él solo se levanta con la respiración agitada, hace su camino hasta la puerta y se tropieza con von un taburete. Louis no pudo detenerlo, no pudo levantarse de su escondite. Sólo le vio alejarse ignorando sus advertencias.
Charles abre la puerta. Fueron tres respiraciones antes de escuchar su grito. Uno aterrador. Louis siente como el pánico le impide reaccionar cuando por la hendija abierta de la puerta ve la silueta de Charles ser arrastrada lejos de la habitación. Una voz profunda lo amenaza y él solo puede llorar. Charles llora y se aleja.
Alguien más entra en la habitación y no ve a Louis.
Louis llora en silencio hasta que Mariana aparece en el umbral para decirle que ya acabó, que era seguro salir. Por el momento.
Cuando ve a Charles en el comedor al día siguiente, ya no es el mismo.
Louis se levantó sobresaltado. No era la primera vez que sus recuerdos se reproducían en su cabeza una y otra vez, noche tras noche. Tampoco sería la primera vez.
Miró el reloj en su mesa de noche. Marcaba las dos de la mañana y Louis maldijo al cosmos y a su propio subconsciente por no dejarle dormir. Escuchó ruido afuera de su habitación, sabía que aún hay gente despierta en la casa pero ni se molestó en revisar.
Rodó en la cama hasta poder sentarse al borde de esta. Se estiró para alcanzar sus pastillas para dormir. Conseguir flunitrazepam era un privilegio que muy pocos podían obtener. Él, claro está, no era como los demás.
La segunda vez que despertó ya eran las ocho de la mañana. La luz ya entraba por su ventana pero lograr dormir hasta que los rayos de sol calienten la tierra no significaba que había descansado en lo absoluto.
Desayunó un batido de fresas y banano que Katherine fue muy amable en ofrecerle. Louis no tenía muchos amigos en la mansión, tampoco le agradaba a la mayoría, pero Katherine siempre fue amable con él. Llegaron el mismo año, así que sí, habían crecido juntos por así decirlo.
- ¿Noche difícil? -preguntó ella arrimada a la encimera mientras bebía su propio batido.
- ¿Alguna es fácil? -respondió él con una sonrisa torcida, imitándola.

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Gold Price |L. S.|
Fiksi PenggemarLouis Tomlinson, experto en el arte de la manipulación, ha conseguido todo lo que alguna vez pudo desear. Sin embargo, el precio por ello ha sido muy alto. Las joyas le han costado su vida en manos del tratante de blancas que lo compró, hace ya diez...