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Al atravesar la entrada se preguntó si valdría la pena estar ahí. Sus colegas solían decirle que aquel lugar era lo más maravilloso que sus ojos hayan visto. Las presentaciones, las bailarinas y los "juguetes" como solían llamarles, eran lo mejor del estado.

Él solía ser escéptico. No confiaba en ese tipo de establecimientos pero había escuchado rumores de lo magnífico que era "El Diamante" decenas de veces y no puede negar que es un ser curioso que se aventura y busca saciar sus más bajas pasiones.

Hace poco su buen amigo, ahora difunto, Connor Woods había conocido al que sería más tarde su esposo en El Diamante. Claro está, Harry no está buscando esposo ni esposa, él sólo busca divertirse un rato y olvidar la pequeña pelea que tuvo con su padre sobre su irresponsabilidad frente a la empresa familiar.

El Diamante era un lugar bastante curioso para el joven Styles.

Tenía dos entradas. Una llevaba a la pista común, en donde se encontraban personas de toda clase siendo libertinas sin remordimiento alguno y la confidencial. Esta última llevaba al gran salón dorado como solían llamarle, y ahí estaban todos aquellos que querían pasar desapercibidos y que tenían el dinero suficiente para hacerlo. Harry estaba en la el salón dorado siendo atendido en su mesa por una rubia y un moreno de lo más simpáticos. La noche era aún joven cuando la media botella de whisky ya se hallaba en su sistema. Y poco antes de media noche cuando se encontraba buscando algo de entretenimiento carnal recordó la famosa subasta a la que tanto él como Jhon, su amigo quien ahora se encontraba mucho más ebrio y perdido en algún lugar del bar, se habían apuntado. Pronto un mozo se le acercó a indicarle que la subasta estaría por empezar. Sonrió para sí mismo y se levantó del lugar dispuesto a encontrar aquello que proclamaban era maravilloso.

Lo guió hasta el final del salón con paso tranquilo. El ambiente alumbrado por finos candelabros que colgaban con elegancia del techo cambió por completo cuando entraron a una segunda estancia mucho más oscura. Tomó asiento en uno de los cubículos más alejados.

Había una tarima en el centro alumbrada desde el suelo. Y los cubículos eran casi similares a los del salón dorado sin embargo, en el lugar había cortinas que mantenían la vista alejada de ojos curiosos en cada uno de ellos. Harry se preguntó dónde rayos estaría su amigo.

Un enorme reloj del centro marcaba las doce menos cuarto de la noche y Harry se removía ansioso en su asiento.

Mientras esperaba a que el reloj marcara las doce bebió más de su botella. Entonces Jhon apareció junto a él con la camisa deshecha y el cabello alborotado.

— ¿Dónde estabas? —preguntó con voz rasposa por el alcohol recorriendo su garganta.

—Arreglando unos asuntos, ¿ya ha comenzado? —dijo Jhon restándole importancia.

Harry tarareó una respuesta negativa y miro hacia el frente. Una voz habló desde el extremo de la habitacionncuando el reloj marcó la hora acordada.

—Bienvenidos, distinguidos caballeros. Me complace dar apertura para ustedes la gran subasta de la noche, es un placer tenerlos aquí hoy —dijo un hombre con barba desde el atril frente a ellos, una sonrisa resolandeciendo en su pálido rostro. Bajo las pocas luces del lugar Harry pudo notar un tatuaje en su cuello— Y sin más preámbulos les leeré las reglas: no podrán revelar nada de lo que suceda aquí esta noche como lo estipula el acuerdo de confidencialidad que firmaron, podrán digitar su oferta desde el teclado frente a sus asientos y finalmente, una vez hecha su compra podrán llevársela cuando gusten para su uso y disfrute de la misma con la única condición de devolverla al término de las 24 horas. Caso contrario, deberán atenerse a las consecuencias.

La sonrisa en ningún momento desapareció del rostro del hombre. Le causó escalofríos a Harry.

— ¡Comencemos! —justo después de su discurso, las luces del escenario circular en medio de la habitación cambiaron y acto seguido, un joven de no más de veinte años a juzgar por su complexión ascendió a éste. Vestía unos shorts cortos y una camiseta transparente revelando la tersa piel bajo ésta.

Gold Price |L. S.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora