10.

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La oficina era fría y solitaria. A diferencia de lo u muchos podrían pensar a Harry le agradaba estar ahí. La vista de la plaza y la amplitud de un gran vacío le ayudaba a aclarar su mente. Su secretaria me indicó que su amigo estaba ahí para verlo. Harry se sorprendió. Jhon no solía visitarlo muy a menudo en su oficina.

—No has vuelto en un tiempo. —Mencionó sentándose en el sillón cercano al escritorio y alzó los pies sobre él —. ¿Qué sucede, Eddie? ¿Te has olvidado de tus amigos?

—Primero, baja los pies de mi escritorio, está recién pulido. —Harry alejó los zapatos de su amigo de la mesa, quien le hizo caso colocándolos de regreso en el suelo—. Segundo, no me he olvidado de ustedes. Solo he estado más ocupado, es todo.

—Has estado yendo al Diamante. ¿Hay alguien quien ha llamado tu atención tanto para mantenerte gastando tu dinero ahí demasiadas veces?

No era una pregunta. Harry apartó la mirada de la pantalla de su computador y la enfocó en su amigo.

—No es tu asunto.

—Oye, sólo digo que me preocupa tu cuenta bancaria, amigo.

—Yo sé en qué gasto mi dinero. No necesito que me controlen.

—Está bien, está bien. —Alzó ambas manos como rendición dado por terminado el asunto—. Hay una fiesta donde Mitchell el fin de semana, ¿te animarás a acompañarnos? Es la celebración de su próxima no soltería, está pensando proponerle matrimonio a Katherine. Quizá nos ayudes a convencerlo de que es una mala idea.

La broma lo hizo sonreír.

—Claro, iré. —Asintió haciendo un recordatorio simultáneamente—. Pero no intentaré disuadirlo.

—Oh. ¡Vamos, Eddie! Quiere ponerse una soga al cuello y no hay quien le avise.

—Ya deberías aceptar que hay quienes prefieren sentar cabeza alguna vez en la vida. Tú deberías.

—No vas a convencerme, hermano. —Resopló mirando la fotografía de ellos dos y Connor a un lado del escritorio. Solían ser mucho más cercanos entonces—. Es raro hablar de esto sin él. ¿Por qué le sucedió?

Harry comprendió lo que decía.

—Es momento de dejar de pensar por qué y solo aceptar las cosas por lo que son, inevitables.

—Él también se casó.

Y ahí estaba, una vez más, la conversación que no deseaba tener.

—¿Dónde está su esposo, por cierto? Desapareció luego del accidente. Si no fuera por la tía de Connor se habría llevado todo. De todos modos, no recuerdo su nombre.

—Louis.

Jhon parpadeó regresando su mirada hacia el chico de rizos.

—¿Disculpa?

—Su esposo. —Señaló a Connor en la fotografía de los tres pescando en el lago cerca de la casa de verano de los padres de Jhon—. Se llama Louis, y no, no se llevó nada porque no quiso hacerlo. Tenía derechos y los ignoró.

—¿Por qué? Espera, ¿cómo sabes todo eso?

Harry pensó durante un tiempo su respuesta. Tal vez no era un buena idea decirle dónde encontró a Louis, después de todo, nadie supo de donde salió en primer lugar.

—Nos encontramos el otro día y charlamos.

—¿Hablaste con él? ¿Qué ha estado haciendo todo este tiempo?

Harry se encogió de hombros.

—A ti te gustaba, ¿no es así?

—¿De qué hablas? ¿Estás delirando?

Gold Price |L. S.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora